PSICOLOGíA • SUBNOTA
› Por J. A.
No se puede omitir, en una aproximación a la izquierda lacaniana, el problema de la doble tradición que la determina y la asedia. Entre la tradición europea y la latinoamericana existe un hiato, un espacio que no se recubre y es inconmensurable. La tradición europea está marcada por la Shoá y el derrumbe de la Unión Soviética en su dimisión estalinista, y no ha conocido directamente las consecuencias de un genocidio donde haya estado involucrado Estados Unidos, tal como fue evidente en el caso de algunos países de Latinoamérica. A la vez, en Europa se buscó de distintos modos la rearticulación de un discurso socialdemócrata que se hiciera cargo de las distintas encrucijadas que surgen a partir de la Segunda Guerra Mundial. Especialmente lo que será el desafío mayor de la izquierda europea: no volver a derivar en una experiencia totalitaria.
En cambio, la izquierda latinoamericana ha conocido las políticas del Imperio en su versión más cruel y, por distintos motivos históricos y más allá de las críticas e impasses, nunca deseará homologar a Cuba con el derrumbe estalinista. A la vez, intentará articular su discurso en el horizonte de los movimientos “nacionales y populares”, punto de partida incierto e inestable pero inevitable, tanto por lo que impone en la asunción-invención del legado histórico como también por la exigencia de intentar atravesar el fantasma etnocéntrico que impregna el imaginario de la izquierda europea.
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