PSICOLOGíA • SUBNOTA
› Por Jean Allouch *
Si bien interesado por el Japón, Jacques Lacan no llegó a saber del amor iki que se practicaba en el submundo de los barrios de placer para luego pasar a la literatura popular durante el período Edo. El iki es un lazo social de orden principalmente estético entre quienes frecuentan dichos barrios y las cortesanas. Desmarcándose de la ética de Confucio, el iki es un arte de vida, una manera de dar forma a la atracción, a la coquetería al igual que el coraje, aunque también una actitud noble y valiente que deja transparentar el desencanto y el rechazo a las ilusiones de la existencia.
La atracción es el primer elemento constitutivo de la actitud iki. Es tensión hacia el otro sexo, tensión que mantiene la dualidad entre ese otro sexo y uno mismo. El arte de vivir iki consiste en preservar ese rumbo, esa tensión y esa distancia. Los más ínfimos detalles de esa vida amorosa, que es también una vida social, serán precisados y determinados en función de dicha preocupación: una forma de hablar erótica, pero que no busca embaucar, una voz de mezzosoprano y no tanto de soprano, un juego con el desnudo en las antípodas de las revistas parisinas que destacará la nuca más que el escote, una cierta manera de vestirse al salir del baño, una forma de levantar el faldón izquierdo del kimono, un maquillaje discreto al punto de pasar casi inadvertido, una mirada llena de fulgor donde sin embargo debe leerse la resignación frente a la vida y el coraje de enfrentarla, una sonrisa más que una risa, un peinado cuidadosamente informal, y particularmente una silueta alargada y fina que evoca en Kuki los personajes del Greco o aun las imágenes de fantasmas en Occidente.
* Fragmento de El amor Lacan.
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