Jue 19.02.2004

PSICOLOGíA • SUBNOTA

Las máquinas del tedio

Por E. P.

Entre una pareja podemos decir que están los hijos, los padres, la familia. Pero pensamos en términos de agenciamientos y no sólo de roles familiares. Una pareja crea en su entre una máquina de tedio: el aburrimiento es un estado, un devenir, producido por la máquina que los involucra. No porque cada uno sea aburrido, sino porque entre los dos han producido una máquina infernal de tedio. Para salir del tedio hay que atravesar el devenir sin intentar interrumpirlo, colapsarlo o capturarlo.
La nueva “individuación” corresponde al agenciamiento máquina aburrimiento que abarca, no a los sujetos de la pareja, sino a la máquina de tedio que los engloba a los dos, donde se pierde la noción de sujeto. La nueva protagonicidad es la máquina producida, estableciendo un nuevo tipo de “individuación”. El entre no corresponde a ningún sujeto, sino a fractales, pequeños ritornelos de intensidades bloqueadas. Molecularidades que traspasan a los sujetos a velocidades diferentes. Estados. Tiempo de duración. Pausas enriquecedoras que se territorializan fuera del tedio. Sexualidades intensas que han sido bloqueadas. Cada miembro de la pareja desbloquea intensidades del otro, perdiendo su condición de sujeto. Creación de nuevas micropolíticas no familiares. Un gran cartógrafo del deseo. No hay historias, hay nuevas cartografías. No hay más que haecceidades, en el sentido que propone Deleuze: individuaciones precisas y sin sujeto, que se definen por afectos o fuerzas.
Insistimos: la máquina entre la pareja no tiene las características de los sujetos que la producen. Es el nuevo devenir que no responde a la historia de ambos. Es lo intempestivo. El acontecimiento.
La lectura de la novela de Samuel Beckett Mercier y Camier, precursora de los personajes Vladimir y Estragón de Esperando a Godot, es una extraordinaria experiencia del fenómeno “entre”. También las conocidas novelas de Samuel Beckett Murphy, Molloy y Malone muere no son nombres propios que indiquen sujetos. Estos nombres son simples devenires –acontecimientos de dolores y otros–, y se ve claro que no son nombrados como sujetos, sino como aconteceres –multiplicidades e intensidades–.
No se trata de describir nuestra identidad a través de ese visible que es nuestra historia, ya que la historia no dice lo que somos sino aquello que estamos en “vías de diferir”. Diferir de ello, no para descubrir lo que se es, sino para experimentar lo que se puede ser (desprenderse de sí, diría Foucault).

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