PSICOLOGíA • SUBNOTA › ACERCA DE LA PELICULA “XXY”
› Por Marcelo A. Pérez *
En la película XXY, la dimensión del significante se presentifica desde el primer instante: “Hembra”, dice el padre, ese mismo que todavía no sabe, pero sabrá después, que el sexo biológico no determina la sexualidad del sujeto. Un sujeto –sujeto de deseo, padeciente del Verbo que el Otro le dona– no es una tortuga marina a quien se le pueda determinar de antemano su partener sexual. Y la vuelta de tuerca de la película de Lucía Puenzo se verifica en las referencias a dos padres.
Uno es el que hace operar su castración no sólo aceptando no saber –esperando, como dice su hija–, sino, sobre todo, dándole a la hija todo el poder de la palabra, es decir, del deseo. “Dejé que ella decida: ¿estará bien?”. Este padre lleva adelante un acto de decisión frente a una problemática que ninguna ciencia puede aprehender; encarna una personalidad que no todo neurótico podría sostener.
El otro padre no dona más que malestar perverso a su hijo; y se tranquiliza pasivamente al suponer que su hijo, si se ha enamorado de un “fenotipo femenino”, entonces no es homosexual. Este padre no sólo desconoce la escena que ese hijo vivió antes con Alex, sino que, fundamentalmente, peca en el desconocimiento de que el fenotipo no declara sexualidad. La película de Puenzo transita en el nivel de lo no-sabido; el nivel de la cadena pulsional de palabras que hace que el animal-simbólico constituya tan enigmáticamente su sexualidad.
* Psicoanalista.
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