REPORTAJES › JUAN MANUEL ABAL MEDINA
El histórico ex secretario del Movimiento Justicialista vive desde hace años en México, pero se mantiene cerca del matrimonio Kirchner. Aunque se lo menciona como posible jefe de la SIDE o secretario general de la Presidencia, asegura que no quiere cargos públicos. Le gustaría, en cambio, colaborar con la reorganización del peronismo.
› Por Martín Piqué
Con ojo clínico, el fotógrafo mira a su alrededor buscando aquella imagen famosa de Rucci sosteniéndole el paraguas a Perón. El tercer protagonista de la foto famosa era el abogado Juan Manuel Abal Medina, entonces secretario general del Movimiento Nacional Justicialista. Hermano de Fernando, fundador de Montoneros, para más datos. Aquel sonriente veinteañero, hoy tiene más de setenta años. El fotógrafo de Página/12 se desilusiona. En las paredes del estudio jurídico de la avenida Córdoba no se ven fotos, aunque al anfitrión lo que le deben sobrar son imágenes suyas junto a Perón. Quizá no necesita mostrarlas. Abal Medina es un hombre de varias épocas. Uno de los pocos peronistas que sigue hablando de su líder como el General en vez de llamarlo por el apellido. Al mismo tiempo, habla del magnate mexicano Carlos Slim, de quien se declara amigo, y de la chance de que invierta en la exploración de petróleo en la Argentina. Aunque algunos allegados lo hacían en Dominicana, Abal Medina padre (uno de sus hijos se llama igual, es subsecretario de Gestión Pública) está en Buenos Aires. Su presencia aquí es al menos sugestiva: en los últimos días su nombre ha estado sonando para ocupar la SIDE o la Secretaría General de la Presidencia en la gestión de Cristina Kirchner.
El abogado nacionalista que Perón eligió para negociar con Lanusse habla con la R arrastrada, parece una G. Es el mismo sonido que se le solía escuchar a Carlos Chacho Alvarez. Ese ¿defecto? no tiene nada que ver con los 25 años que lleva viviendo en México. Sí lo es, en cambio, la insistencia en usar el “don” antes de ciertos nombres propios. En el país azteca es muy frecuente, es interpretado como un tratamiento de honor. Abal Medina usa el Don para referirse a las personas que respeta: el ya fallecido dirigente del PRI mexicano Fernando Gutiérrez Barrios (ex secretario general de la gobernación, con quien supieron estrechar lazos tanto Fidel Castro como los exiliados peronistas de la Argentina), el ex presidente Héctor Cámpora y el ex gobernador Antonio Cafiero.
Aunque sea un hombre de varias épocas, Abal Medina no cambió nada: sigue teniendo contactos de altísimo nivel. Además de relacionarse con la comunidad argenmex (es padrino del ex titular de la FUBA, Agustín Vanella), en México se vinculó con las más altas autoridades del PRI. Primero fue Don Fernando (Gutiérrez Barrios, quien manejó la inteligencia mexicana por muchos años), hoy es muy allegado al jefe del bloque del PRI en el Senado, Manlio Fabio Beltrones, y de Lázaro Cárdenas Batel, del PRD, hijo de Cuauhtémoc Cárdenas, fundador del partido. Siempre al costado de las luces, Abal Medina se imagina colaborando con una concertación entre sectores del PRI y el PRD para vencer al centroderechista PAN, hoy en el gobierno. Sus tareas más urgentes, sin embargo, podrían ser colaborar con el Presidente en la reorganización del Partido Justicialista. “Yo siempre voy a estar en los temas del peronismo. Yo me veo en esos aspectos, nunca quise tener cargos públicos”, dice en la entrevista con Página/12.
–¿Usted se definiría como kirchnerista?
–Yo soy peronista. El jefe del peronismo hoy es Kirchner. Si me podría decir kirchnerista, pero prefiero seguirme diciendo peronista.
–Hay cierto debate sobre la situación del peronismo, que sigue intervenido. ¿Qué es lo que se debería hacer con el PJ?
–Hay una enorme crisis de representatividad en la Argentina, y el peronismo sale de varias crisis. La crisis generada por la muerte del General nunca fue resuelta. El liderazgo de Menem fue desvirtuado, porque traicionó las banderas del peronismo, y quedó un peronismo atomizado, de caudillos locales, con formas de hacer política pre 45.
–¿Por qué “pre 45”?
–Porque Perón unificó el país. Con un fuerte poder central, un fuerte liderazgo nacional, y lo que en los cuarenta se llamaban “las situaciones provinciales” dejaron de ser importantes. Hoy vemos unos cuantos gobernadores con métodos paternalistas, con distintas formas de patrimonialismo político: son formas muy arcaicas de la política. ¿Por qué se dan? Porque no hay un proyecto común que convoque a los integrantes de ese partido. Esto es lo que le falta al peronismo. Organizar sus estructuras y que haya un proyecto que convoque. En los setenta reorganizamos el partido detrás de una idea fuerza: el regreso de Perón.
–Recién hablaba de las prácticas patrimonialistas de los gobernadores, ¿incluye a Kirchner en esas prácticas?
–No sé. La verdad es que no fue cómo fue el manejo en Santa Cruz. Evidentemente es una provincia donde hay una ebullición social muy notoria, como se ve en las manifestaciones que han habido. (Kirchner) no parece tener ese tipo de control. Sin embargo, tiene una adhesión que muestran las elecciones. Hablo de las zonas tradicionales del país, tanto el noreste como el noroeste. Las cosas se han vuelto a manejar como antes.
–¿Le parece acertado que Kirchner se ocupe del PJ?
–Sí. Yo creo que él debe presidir el Partido Justicialista, hay que reorganizarlo totalmente. Y tiene que haber lo que el General quiso hacer con nosotros en aquella época: un trasvasamiento generacional importante, tiene que integrarse a la juventud en todo esto. Pero todo esto tiene que tener como eje una definición doctrinaria.
–¿Y qué definición doctrinaria debe darse hoy el peronismo?
–Argentina tiene una oportunidad histórica. De hecho, ya estamos transitando un desarrollo formidable y creo que hay que generar políticas de largo aliento, políticas de Estado, que aprovechen a fondo esto, con un sentido fuertemente justicialista: o sea, con un fuerte distribucionismo desde ya. No esperar a crear riquezas futuras para ver cómo se reparte porque eso no se hace nunca. Eso no se hace nunca. Además, una de las formas de crear riquezas es distribuyéndolas.
–Con este dinamismo hay una inflación que parece fuerte.
–No creo que sea tan fuerte. Se puede administrar. Yo prefiero crecimientos de arriba del 9 por ciento, con el 10 de inflación. Pero para aprovechar a fondo esta coyuntura tenemos que deshacer todo lo que se hizo en los ’90. Y yo tengo el orgullo porque esto lo dije a los quince días que asumió Cavallo: íbamos al desastre. Era una locura, las políticas de esos años fueron una locura. Todas, no sólo las económicas.
–¿Qué otras políticas fueron erradas además de las económicas?
–Toda la política de salud, toda la política de educación. Toda la política que significó descentralizar fue un desastre. Esa es la política del Banco Mundial y es la política que destruyó la educación pública en la Argentina. Desgraciadamente muchos siguen teniendo que ver con aquello.
–¿Por ejemplo?
–No, no. Sin hacer nombres. Hay unos cuantos nombres. El tema es que muchas de estas cosas tienen rango constitucional. El centro de todos estos errores es esa Constitución desastrosa, la peor Constitución que Argentina ha tenido en esta historia.
–De eso se desprende que Cristina tendría que convocar a otra reforma constitucional.
–Si yo tuviera poder, yo convocaría a una reforma constituyente. Pero derogar el primer día la Constitución vigente, y al mismo tiempo como alguna Constitución tiene que haber poner en vigencia la Constitución del ’49 y hacer las reformas sobre la Constitución del ’49. Pero este mamarracho del ’94 hay que quitarlo de inmediato del medio. Con esa Constitución la Argentina no fue gobernada por los argentinos sino por el pensamiento único, el Fondo y el Banco Mundial sobre todo.
–¿Por qué?
–Porque en la Constitución están las provincializaciones.
–Pero la provincialización de los recursos de hidrocarburos benefició a Kirchner, a su carrera política.
–Probablemente sí. Pero yo digo qué haría yo. Yo estoy absolutamente en contra de la privatización de los hidrocarburos como de la provincialización.
–¿Habría que estatizarlos?
–Yo sí, yo tendería, aunque eso no se hace de la noche a la mañana, no hay que espantar a nadie. Pero haber regalado la Argentina es una locura que estamos pagando muy cara. En cualquier país serio del mundo el petróleo lo maneja el Estado. Como le gusta decir a la señora Carrió, los bananeros no manejan su petróleo. Los países serios manejan su petróleo.
–¿Hay posibilidades de que Slim participe en una compra de Repsol-YPF?
–A mí lo que me digan de Slim lo creo. Pero no he escuchado nada de esto. El está entrando en estos negocios. El no tenía nada que ver con estas áreas, lo más parecido sería con minería. Hace años que está en minería. Pero ahora entró al negocio de gran obra pública donde hay mucha cosa de petróleo y entró a la construcción de plataformas petroleras.
–¿Con qué empresa?
–Ideal creo que se llama. Es el nombre de la tienda de su padre en el centro de la ciudad de México. Pero ahora Ideal significa Impulsora al Desarrollo y el Empleo en América Latina.
–¿Podría invertir en la exploración de la plataforma continental?
–No sé. Pero yo estoy seguro de que Argentina tiene reservas mucho más importantes que las probadas. El talud continental es seguro zona petrolera. Las más grandes reservas están allí. No quiero ser ingeniero, soy abogado, pero he trabajado en temas de energía todos los últimos años y sé bastante de todos estos temas. Todo esto requiere inversiones muy importantes. Yo creo en la participación del capital privado, y del capital extranjero también, pero en una rectoría del Estado absoluta. Y la propiedad de las reservas debe ser del Estado. Hay que volver atrás.
–¿Ve voluntad en el Gobierno de volver para atrás?
–Yo creo que sí. Veo voluntad de ir avanzando en esta dirección. De un Estado fuerte, etcétera. No hemos llegado a los puntos en concreto. Pero tiene lógica con lo que es su modelo de Argentina.
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