Mié 16.04.2008

SOCIEDAD  › UNA NUBE OSCURA INVADIó LOS CIELOS PORTEñOS PRODUCTO DE LA QUEMA DE PASTIZALES EN EL CAMPO

El día en que Buenos Aires se hizo humo

El fenómeno provocó el corte de las rutas 9, 12 y 14 durante buena parte del día. El Gobierno convocó a las tres provincias involucradas para evitar más incendios. Fueron detenidas dos personas.

› Por Horacio Cecchi

Ni nieve, ni Oesterheld, ni niebla. La experiencia de ayer, que podrá continuar hoy si el alerta meteorológico es exacto, fue la de una verdadera cortina de humo, un dejame ver que no veo nada, una sensación extraña y desagradable de olor a quemado que rodeó a los porteños.

La situación ayer por la mañana era preocupante, pero distante de la ciudad. Una intensa humareda avanzaba a la misma altura de la ruta 9 donde la semana pasada se había protagonizado una tragedia encadenada de choques y más choques con cuatro muertes y 25 heridos, casi frente a Zárate.

La experiencia, que siempre es tardía, derivó en una especie de piquetes atmosféricos con el corte de la ruta 12 entre Zárate y Ceibas, y las rutas 9 y 14, por parte de Vialidad Nacional y la Gendarmería. Entretanto, el Servicio Meteorológico Nacional lanzaba un alerta rojo meteorológico para el sur de Entre Ríos, el Río de la Plata interior, Delta del Paraná, Noroeste de Buenos Aires y nada menos que Capital Federal. El fenómeno fue definido por el SMN como “reducción de la visibilidad por la presencia de humo” y sostenía que era identificado en imágenes de satélite y de radar. La explicación concreta y técnica describía la situación por efecto de los vientos que empujaron al humo desde la zona de Rosario hacia la ciudad de Buenos Aires, lo que produjo visibilidad a escaso kilómetro y medio.

Más tarde, el humo se abrió o se corrió (hacia Capital) y permitió la reapertura más tarde, pero en cuidadosos grupos de cien vehículos acompañados por alguna camioneta de Gendarmería.

Pero, como en toda cortina de humo, el problema no se solucionó sino que quedó tapado, para la ocasión por el mismo humo, porque el viento lo impulsó hacia la Capital, lo llevó a cruzar nada menos que la General Paz para invadir el territorio porteño, no sólo con baja en la visibilidad que intranquilizó a los ciudadanos, sino que volcó un mal olor que algunos pudieron definir como un “tenue olor a quemado”.

“El problema está generado por la antigua costumbre de quemar pasturas –reveló a este diario un vocero del Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible (OPDS)–. El primer incendio lo desató un productor rural del Delta a la altura de Entre Ríos que pretendía eliminar una plaga de garrapatas y preparar el campo para la siembra de pasturas.”

El campo del productor tiene 750 hectáreas pero el incendio, ya sea por chispas que llevó el viento, ya sea porque otros productores también incendiaron por el cambio, lo cierto es que se desparramó más de lo imaginable y ayer, a la hora en que se cortaban las rutas el fuego, técnicamente, se había desmadrado y ocupaba ya 66 mil hectáreas.

“La zona está limitada a las islas Lechiguanas, La Talavera, las islas frente a Zárate y Baradero –agregó la misma fuente–. El humo es el mismo que había la semana pasada. No se disipó porque el viento es escaso.”

A todo esto, la secretaria de Ambiente nacional, Romina Picolotti, alrededor de las cinco de la tarde, convocó a los gobernadores de Entre Ríos, Santa Fe y Buenos Aires, Sergio Urribarri, Hermes Binner y Daniel Scioli, a una reunión que coordinara un plan de gestión para que el fuego no se propague en todos los fuegos.

“Lo que busca es que el plan contemple la capacitación de personal, la coordinación y el control de la zona”, reveló un vocero de la Secretaría. Hasta el momento, y tras el pedido de ayuda del gobernador bonaerense, Picolotti echó mano al Plan Nacional de Manejo del Fuego y envió un helicóptero y dos aviones hidrantes, que hacen base en Zárate donde cargan agua para atacar los diferentes focos.

El humo, entretanto, siguió en avance, sobre la buena fe de los porteños, que vieron así oscurecer tempranamente la tarde pero con olor a humo y pastizal quemado. Tanta preocupación movilizó al Ministerio de Ambiente y Espacio Público porteño a aclarar que el humo no contenía las cantidades de monóxido de carbono suficientes para ser consideradas nocivas, con lo que los porteños pudieron respirar tranquilos aunque no libremente, habida cuenta de que a los colectivos no los disipa el viento.

Por la tarde, además, parecía cerrarse el capítulo cuando los representantes de la ley detuvieron a dos personas que prendían fuego a los pastizales.

–¿Eran productores rurales?

–No –contestó una fuente de la investigación–, eran dos empleados.

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