El dueño de la joyería del microcentro porteño donde la semana pasada un tallerista fue asesinado por ladrones murió arrollado por una formación de la línea B de subtes, en la estación Callao, a las 9.10 de ayer, y la policía considera a priori que se trataría de un suicidio. Según los testigos y el conductor del subte, la víctima se arrojó al paso del tren. El joyero debía presentarse ayer, cerca de esa hora, en los tribunales porteños para declarar en la causa por el asesinato cometido en su comercio, aunque se presume que por su “personalidad depresiva”, consideró otra salida luego de sacar boleto.
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