Lun 19.05.2008

SOCIEDAD  › EL 44 POR CIENTO DE LOS MUERTOS EN ACCIDENTES ES GENTE QUE VA CAMINANDO

El peatón lleva la peor parte

Un informe de la Defensoría del Pueblo porteña revela que el riesgo de morir en un accidente se triplica para los peatones. La avenida con más cantidad de víctimas es Rivadavia. Recomiendan bajar la velocidad máxima en avenidas, para reducir riesgos.

› Por Pedro Lipcovich

Para los peatones porteños, el riesgo de ser víctimas de un siniestro de tránsito es “altísimo y alarmante”, según informes elaborados por la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires. Peatones son casi la mitad de los muertos y el 30 por ciento de los heridos y discapacitados en accidentes. Y el riesgo de morir se triplica para los peatones, con relación a los que van en el auto. El grupo más afectado es el de los peatones jóvenes, varones, de 19 a 39 años; le siguen el grupo de los niños menores de nueve años y el de los mayores de 80. Los barrios más peligrosos son Montserrat, San Nicolás, Balvanera, Constitución, San Cristóbal y San Telmo. Las arterias con más cantidad de víctimas son las avenidas Rivadavia (primera, cómoda), Corrientes, San Juan, Córdoba, Belgrano, Santa Fe y 9 de Julio. El informe señala también medidas para reducir el riesgo –que ya se aplican en otras ciudades del mundo–, como la reducción del ancho de las calzadas en esquinas de las avenidas más peligrosas.

De los 138 muertos en accidentes de tránsito que hubo el año pasado en Buenos Aires, 61 –es decir, el 44,2 por ciento– eran peatones; los automovilistas constituyeron el 14,5 por ciento de los muertos; los motociclistas, el 13 por ciento; el 10,1 por ciento viajaba en colectivo y el 5,8 por ciento iba en bicicleta. La cantidad de peatones heridos llegó a 3307, sobre un total de 11.733 personas con lesiones o discapacidades producto de siniestros viales. Además, la probabilidad de morir es mayor para los peatones, que registran 18,5 muertes por cada mil lesionados, contra una proporción de 7,5 para los que van en auto.

Estos datos están contenidos en el “Análisis estadístico de siniestros viales 2007” de la Defensoría del Pueblo porteña. Además, el organismo preparó un “Informe sobre la siniestralidad peatonal”, tomando en este caso datos de 2006. “Los varones de 19 a 39 años son el grupo con más alta participación”: exactamente una de cada cuatro víctimas está en ese rango. Además, al ser atropellados, “los menores de nueve años tienen tres veces más riesgo de morir que los adultos, y los mayores de 80 tienen siete veces más riesgo”.

“La mayor vulnerabilidad de los niños está relacionada con el tamaño de su cuerpo: el impacto de un vehículo sobre el pequeño cuerpo de un niño propicia traumatismos más severos.” En cuanto a los ancianos, “el mayor riesgo de muerte se explica por su menor recuperación y capacidad de sobrevida”.

El informe también determina “las zonas más críticas para la movilidad peatonal”. Establece que “Montserrat, San Nicolás, Balvanera, Constitución, San Cristóbal y San Telmo exhiben los peores índices de accidentalidad peatonal. En éstos sucedieron entre 40 y 80 atropellamientos por kilómetro cuadrado, cifras casi ocho veces superiores a las de barrios de la periferia como Devoto, Villa Pueyrredón, Versalles y Villa Lugano”. Claro que muchas de las víctimas no residían en el barrio donde fueron atropelladas, ya que las zonas más afectadas “padecen una alta concentración de personas, debido a que en ellas se localiza la mayoría de las actividades económicas y administrativas, con elevada presencia de peatones y vehículos en la vía pública”.

La mayor cantidad de peatones atropellados se registra en las avenidas: en Rivadavia hubo 200 víctimas; en Corrientes, 143; en la avenida San Juan, 78; en Córdoba, 77; en la avenida Belgrano, 70; en Santa Fe, 73, y en la 9 de Julio cayeron 65 peatones, según el relevamiento de la Defensoría.

El informe también examina las causas de los atropellamientos de peatones. La primera es la velocidad: “Los muertos se localizan en zonas donde son posibles altas velocidades. Estudios internacionales demostraron que pequeñas reducciones en la velocidad tienen incidencia importante sobre la mortalidad de peatones: un peatón alcanzado a 64 kilómetros por hora tiene 85 por ciento de probabilidad de resultar muerto; a 48 kilómetros por hora, ese riesgo baja al 45 por ciento; a 32 kilómetros por hora, al 5 por ciento”, según el documento.

Otras causas de muerte y discapacidad de peatones son las “largas distancias de cruce: la anchura de la vía influye de modo tal que casi el 70 por ciento de los atropellamientos se produce en intersecciones de una o más avenidas, ya que, mientras más larga sea la distancia de cruce, durante mayor tiempo se encuentra el peatón expuesto al tránsito vehicular”, además de que “en las avenidas se permiten mayores velocidades máximas”.

Otro factor, vinculado con el anterior, se refiere a los “amplios radios de giro: la realización de giros con amplios radios es una acción imprudente de los conductores en las intersecciones”: es el caso clásico (en Buenos Aires) del conductor que viniendo por un carril de la izquierda, ya sobre la bocacalle dobla hacia la derecha, o a la inversa. “Estas maniobras generan una irrupción brusca y repentina del vehículo, poniendo en peligro a los peatones que están cruzando la calzada”, explica el informe.

A partir de este diagnóstico, la Defensoría –a cargo de Alicia Pierini– propone medidas específicas “para mejorar la infraestructura vial”. Una de ellas es “reducir las calzadas en los puntos de cruce mediante la ampliación de las veredas”, lo cual a su vez permitirá “reducir los radios de giro”. También, el “desplazamiento de los cruces en las esquinas”, como ya sucede en varias donde la senda peatonal ha sido desplazada unos metros y la bocacalle se ha protegido con un vallado. También se requiere, para los semáforos, “tiempo diferenciado para el giro de vehículos y para el cruce de peatones”, de modo que, cuando el semáforo peatonal permite avanzar, no suceda que, de todos modos, un auto venga doblando. La Defensoría requiere también “elementos o disposiciones para aminorar las velocidades en las esquinas y lugares críticos”; y, en general, “mejorar y ampliar la infraestructura peatonal básica: semáforos peatonales, demarcación de cruces, islas y refugios”.

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