SOCIEDAD › EL CAOS COMO MENSAJE DE LA CAMORRA AL NUEVO GOBIERNO DE BERLUSCONI
Los intereses de la mafia en el negocio de la basura afloraron en toneladas de residuos en las calles. Alarma por el riesgo sanitario.
› Por Miguel Mora *
Desde Roma
“La inmundicia es riqueza”, se dice en Nápoles. Para demostrarlo, 4200 toneladas de basura inundaban otra vez la ciudad. Las hogueras humeaban en el centro, la periferia y el campo. La población volcó contenedores, cortó calles y vías ferroviarias e incendió un centenar de montañas de desperdicios. Grupos de guerrilla urbana lanzaron piedras contra los bomberos y la policía. Aunque la empresa de basuras recogió 2000 toneladas en las últimas horas, la situación es terrible en la capital y la provincia. El caos preside la ciudad y un olor nauseabundo lo impregna todo.
“Esto es horrible. Aunque están recogiendo, la basura se está pudriendo con el calor y el olor es insoportable’, explicaba Elvira Zingone, una agente de viajes de estudios que vive y trabaja en Nápoles. “La sensación es apocalíptica, de abandono total. Ya no es la sensación de vivir en el Tercer Mundo, es peor que eso. Los niños no pueden ni respirar.” El Colegio de Médicos advirtió que la situación higiénica está al límite de lo tolerable.
Los fuegos y el desorden son la enésima señal de protesta que lanza al mundo una población desesperada, que se siente abandonada por sus gobernantes. Pero la metódica organización de los incendios y de la consiguiente guerrilla, subrayada por los responsables policiales, hace pensar que la Camorra está detrás de la revuelta.
Nápoles sufre hace quince años la llamada “emergencia de los residuos”, que es vista como una consecuencia directa de la incapacidad de los políticos italianos, de todas las ideologías, para poner orden en un sector económico controlado, como tantos otros en la provincia, por la mafia napolitana. La Camorra lleva treinta años descargando ilegalmente y a bajo precio millones de toneladas de residuos tóxicos, producidos por las empresas del rico norte de Italia, en la región de Campania. El progresivo envenenamiento del territorio, que aumentó la incidencia del cáncer en la zona en un 20 por ciento, produjo el lógico pánico entre los habitantes, que se niegan a dejar que se construyan más vertederos e incineradoras. De manera que ya no hay sitio donde eliminar la basura fresca y ésta debe ser exportada, pagando cantidades millonarias, a países como Alemania o Suiza.
El nuevo gobierno de Silvio Berlusconi prometió que resolverá el problema como sea. Durante la campaña, anunció que celebraría su primer Consejo de Ministros en Nápoles para simbolizar su voluntad de reparar antes que nada la “arruinada imagen del país”. Esto sucederá mañana. El recibimiento preparado por los napolitanos invita a pensar que el gobierno tiene ahora problemas adicionales.
Ayer, el gobernador de la región de Nápoles, Antonio Bassolino, del Partido Democrático, tendió la mano a Berlusconi para colaborar y resolver el problema. “La única posibilidad que tenemos está ligada a la colaboración con el gobierno –dijo–. Tampoco a Berlusconi le interesa que se desestabilice la situación en Nápoles.” La solución, añadió Bassolino, es terminar la incineradora que se está construyendo –hay una en Acerra–, mejorar la recolección diferenciada y abrir los vertederos “creando a continuación leyes y ordenanzas”.
En Nápoles se dice que la revuelta es un mensaje camorrista al nuevo gobierno: si Berlusconi realmente piensa trabajar tres días a la semana en Nápoles, como prometió también en la campaña, tendrá que hacerlo con la nariz tapada. Si quiere arreglar el problema de la basura, tendrá que pactar con nosotros.
* De El País, de Madrid. Especial para Página/12.
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