SOCIEDAD › SOSPECHOSOS HURTOS Y OCUPACION EN UN PREDIO DONDE FUNCIONA UN CLUB VECINAL
Página/12 contó la historia de un grupo de chicos y padres que armaron un club cuyo nombre, El Che, era resistido por el municipio de José C. Paz. Tras la nota, el lugar fue saqueado y ocupado por personas que aducen tener autorización municipal.
› Por Nacho Levy
Tras ser saqueado la semana última, el baldío donde funciona el club El Che, en el límite entre San Miguel y José C. Paz, se colmó ayer de personas que llegaron organizada y sorpresivamente para establecer un asentamiento sobre el potrero. Dos semanas atrás, PáginaI12 relató las dificultades que tuvieron los fundadores del club en la Liga Municipal para sostener el nombre del equipo, al que finalmente debieron inscribir como Elche. De fisonomía no partidaria e ideales guevaristas, el grupo de padres que emprendió en 2001 la lucha por defender el derecho a jugar de los chicos debatía anoche con los nuevos ocupantes del predio, que en busca de una vivienda digna aseguraban tener “autorización” de alguien de la Municipalidad.
Nunca había tenido respaldo económico, ni voz ni voto. El club El Che nació como una respuesta comunitaria a la crisis de 2001, sobre la tierra de un baldío, a la sombra de un mural. Se mantuvo marginado durante años, sin ningún apoyo de ningún tipo, brillando sólo por el esfuerzo colectivo de los vecinos, que no aceptaron cambiar el nombre del equipo cuando la Liga Municipal se los impuso.
Tanta organización popular convirtió el predio en un espacio respetado por el barrio, para la contención y formación de más de cien pibes que se juntan semanalmente para jugar o para repasar tareas del colegio. Tanta lucha a la sombra salió a la luz en una nota de este diario el pasado 28 de agosto, en la cual Omar Sosa destacó las bases ideológicas del club y las trabas institucionales que había encontrado para su desarrollo. “Desde ese día, comenzaron a faltarnos cosas”, denuncia Javier Fernández, otro de los referentes del club. “Lo que pasó es simple –agrega–. A partir de haber contado nuestra historia en el diario, empezaron a pasar cosas raras. El jueves último nos robaron lo poco que teníamos, que eran los postes para cercar el predio y los arcos. Después nos rompieron todo el baño y, finalmente, entre cuatro o cinco personas, que aparecieron de noche y drogadas, terminaron de desmantelar el club.”
Hasta el miércoles, la preocupación por el robo dolía y generaba sospechas entre los padres que sostienen la actividad de El Che, pero ayer todos los presagios parecieron confirmarse. “Da mucho que pensar, que a tan poco tiempo de haber aparecido en un diario, se complique tanto todo, de golpe –enfatiza Fernández–. Este club nació sobre un baldío que estaba abandonado hace al menos diez años y, de repente, no sólo lo saquean, sino que además llegan personas para instalarse supuestamente autorizadas por algunos funcionarios.”
Mientras la mayoría de los padres se encontraba trabajando, ayer al mediodía, la canchita de Pichincha y Rivadavia empezó a colmarse de gente, que poco a poco iba marcando sus porciones de lote, pero el llamado de los chicos pidiendo auxilio puso un freno, por ahora temporario, al asentamiento. “A mí me llamaron a mi trabajo y me vine corriendo, pero cuando llegué encontré que ya estaban armadas estas casillas y había tres patrulleros. Entonces, lo que hice fue llamar al presidente de la Liga, Humberto Portella, quien me dio a entender que esto se trataba de una jugada política. Le pedimos que se comunicara con Rodolfo Pino, que es el director de Deportes de José C. Paz, pero hasta ahora no nos dio respuestas”, aseguró Fernández. Su compañero, Gustavo Alarcón, expresó que “nosotros luchamos por una vivienda digna para los vecinos, y también por un espacio de recreación para que niños y jóvenes ejerzan sus derechos, que deben estar garantizados por el Estado. Por eso, los responsables de este conflicto son los funcionarios públicos de la Municipalidad de José C. Paz, y no los vecinos. Desde que El Che tomó conocimiento público, más chicos se acercaron y hasta una señora donó la plata necesaria para las camisetas. Pero desde la Liga, que es municipal, empezaron a amedrentarnos. No bien publicada la nota, ya le habían reprochado a un compañero que hubiese contado cosas que suceden acá. La mano viene por el lado político, porque quieren borrar un club que proviene de la lucha social”.
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