SOCIEDAD › MILES DE JóVENES SE REUNIERON A FESTEJAR, PESE A LA OPOSICIóN DEL CLIMA
Los grupos se concentraron en Palermo, Costanera Sur, Reseva Ecológica. En el Rosedal, alrededor de un centenar de jóvenes se enfrentaron a golpes y botellazos. Un herido de arma blanca. El día, gris, frío y lluvioso, no logró congelar los ánimos juveniles.
El pronóstico anticipaba para ayer un día gris y con probabilidad de lluvias en la ciudad de Buenos Aires y alrededores. Pero el aviso no impidió que miles de jóvenes festejaran el Día de la Primavera. Con particularidades. En el Rosedal de Palermo, por ejemplo, dos grupos de pibes decidieron tomar el festejo a las piñas y botellazos. Saldo de la particularidad: unas cien personas (jovencitos) fueron asistidas por el SAME. Mientras, en otro sector distante, la Costanera Sur, otros chicos y otros grupos decidieron por festejos más circunscriptos a la fecha. Allí, floggers, emos, cumbios, hip-hopperos y unos pocos rolingas (tribu urbana en peligro de extinción) convivieron pacíficamente.
Eso sí, “fue una odisea encontrar un baño. Recorrimos toda la Costanera y los pocos que encontramos estaban sucios. De tanto recorrer llegamos al bar de la UCA”, ubicada en Alicia Moreau de Justo al 1300, relata Estefanía, una jovencita de 20 años de San Justo, acompañada por sus dos amigas, Carla y Laura, también de 20 y de La Matanza. A pocos pasos, una adolescente vestida de manera andrógina, con un pantalón chupín celeste, un suéter de escote en V azul oscuro, zapatillas All Star de arpillera y anteojos de sol de gruesos marcos blancos (como los que utilizaba Victoria Ocampo), celular en mano, fotografiaba a dos amigas (aclaración, floggers) frente a un puesto de choripanes y hamburguesas.
En el Rosedal, un chico de 17 años sufrió una herida “de arma blanca”, informó Alberto Crescenti, titular del SAME. Anoche el pibe permanecía internado en el Hospital Fernández. A ese establecimiento llegó un joven con una fractura en el brazo. En el Hospital Santojanni, fue atendido un chico fracturado, mientras en el Argerich un pibe con una luxación. Todos llegaban de la batalla campal palermitana.
La batalla de los pibes, unos cien, ocurrió durante la tarde frente al Museo Eduardo Sívori. Durante la pelea, no hubo policías, ya que, según consideró un oficial del operativo de seguridad, “la presencia de uniformados suele ponerlos más violentos”. “Un grupo atacó a otro, éstos los corrieron y se dispersaron. De a ratos se provocaban y volvían a pegarse y uno tenía heridas en la boca”, contó un joven testigo a la prensa.
Además del Rosedal y la Costanera Sur, la Reserva Ecológica, el Parque Sarmiento (Saavedra) y Plaza Francia fueron otros de los epicentros de los festejos. En Plaza Francia, la banda El Kuartito ofreció un show al ritmo del ska-punk, la cumbia y el reggae. Frente a la plaza, a la altura de Posadas al 1700, Arbolito brindó un recital de folklore y rock. Según relató un grupo de chicas a los medios, dos bandas de pibes de la zona oeste fueron quienes se golpearon. “Un joven disparó al menos un tiro y entonces comenzó una pelea, incluso con botellas”, contaron las pibas.
En una de las entradas al anfiteatro de la Costanera Sur, un grupo de cuatro cumbios, con un poco de paranoia, armaban un porro. “Ehhhhhh, ¡mirá!”, ¡mirá!”, ¡mirá!”, “Ohhhh, le comióoo la boca”, se escuchaba a un grupo de cumbios gritar, mientras veían a dos botelleros besarse, tras recoger algunas botellas plásticas de gaseosas, arrojadas en la vereda de la Costanera.
A unos 300 metros del anfiteatro, los jovencitos y no tan jóvenes disfrutaban de un recital a la gorra. Bandas indies de ska y jazz se alternaban frente al puñado de público, que también rotaba. Mientras tanto, del otro lado de la avenida, un morocho de unos 30, vestido con ropa deportiva holgada, unas “llantas” (zapatillas) Nike blancas, un gorro blanco, y ambos antebrazos tatuados, pasaba reggaeton desde su 4X4 camuflada con colores militares, similares a los uniformes de los soldados que invaden Irak. Allí, dos parejitas perreaban (baile de los reggeaton), entre beso y beso. A la Reserva Ecológica también llegaron los pocos especímenes de los otakus, tribu urbana fana del animé y del manga. “Somos pocos y estamos esparcidos por el mundo”, bromean Silvia y Luciana, con un look neogótico y piercings, casi como emos pero otakus.
Con el correr de la tarde, alrededor de las 18, y la caída de las primeras y únicas lloviznas, algunos chicos comenzaron a marcharse de la Costanera. Fueron unos pocos: la mayoría permaneció allí hasta quién sabe qué hora. Por ejemplo, sentados sobre unos escalones de la Costanera Sur, Laura (17), Beatriz (20), Yésica (18) y Daniel (26), tomaban mate, saborizado con cáscaras de pomelo. Llegaron de Quilmes y Avellaneda en un Fiat Fiorino de color blanco. Su plan: permanecer hasta la noche.
Informe: Esteban Vera.
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