Mar 23.09.2008

SOCIEDAD  › UNA JORNADA DE FúTBOL Y DERECHOS HUMANOS TRAS LA OCUPACIóN DE UN CLUB DE JOSé C. PAZ

El día que todos jugaron para El Che

El club de chicos saqueado y ocupado tras una nota de PáginaI12 fue visitado por otros equipos y organismos de DD.HH.

› Por Nacho Levy

Para garantizar su derecho a jugar, más de cien chicos del barrio de Zavaleta de Barracas y de la villa 31 de Retiro se movilizaron hasta José C. Paz con el fin de expresar su solidaridad con los jugadores infantiles del club El Che, que sufrieron recientemente el saqueo y la expropiación de su predio. Organismos de derechos humanos y organizaciones sociales de Capital y Gran Buenos Aires se sumaron a los pibes del barrio, para darle vida y color a la tierra de la calle Pichincha, lindera al asentamiento que funcionaba como potrero, que fue cortada por la tarde con arcos improvisados y pies activos que hacían deporte, bailaban cumbia o aprendían capoeira, mientras las familias que ahora ocupan el predio y las que fundaron el club reflexionaban en ronda acerca de cómo exigir juntos la vivienda digna y el respeto al espacio para la contención de los chicos.

Luego de una nota publicada por PáginaI12 el 28 de agosto, en la cual Omar Sosa relató la historia de la lucha social que dio a luz al proyecto y las diferencias con la municipalidad de José C. Paz, el club sufrió varios destrozos y terminó el jueves último poblado de personas que se instalaron en el terreno aduciendo tener autorización del municipio. “Los dirigentes políticos de la región proponen un enfrentamiento de pobres contra pobres”, denunció Antonio Fernández, miembro del Servicio de Paz y Justicia. Su compañera Ana Almada agregó que “es una aberración que los políticos utilicen las necesidades básicas de las personas para enfrentarlas en función de sus intereses”.

Ante la noticia de la ausencia de El Che en las dos ligas de fútbol donde juega, los demás clubes de barrio suspendieron la actividad. En vez de jugar los partidos programados se congregaron el fin de semana en las calles que rodean el potrero para que los pibes pudieran jugar y hacer más fuerte el reclamo tanto por la vivienda como por la conservación del único espacio de esparcimiento que tienen los chicos en la zona. “Vinimos a dar nuestro apoyo porque lo sentimos y porque el día de mañana nos puede pasar lo mismo en la canchita de Iriarte y Zavaleta, y en ese caso nos gustaría sentirnos respaldados por los chicos de otros barrios”, explicó Robin, de 15 años, mientras que Matías, de 16, expresó que “todo esto es injusto, muy injusto, y nosotros queríamos bancar a los chicos de José C. Paz”. Javier Farías, entrenador de una categoría en El Che, destacó que “la presencia de los compañeros de otros barrios es algo que valoramos enormemente porque sabemos que todos estos equipos viven a pulmón. Acá, más de una vez, alguno ha servido un plato de menos en su mesa para poner plata en el club, porque eso nos hace felices”.

La angustia por el avance de las casillas sobre el césped del club y la nula respuesta del municipio se convirtió en emoción cuando una caravana de chicos empezó a asomar con bombos, pelotas, redoblantes y una bandera que decía “Jugamos todos para El Che”. Minutos después, Gustavo Alarcón, también referente del club, manifestó: “En este momento sentimos alegría, la alegría de saber que somos muchos los que nos podemos encontrar en la lucha por los derechos humanos”.

Los adultos que siguen levantando la bandera del club denuncian que varios sufrieron amenazas en los últimos días: “Hacemos responsable al gobierno municipal de la integridad física de la gente del club y de los que están ocupando el predio, exigiendo una vivienda digna. Queremos una solución para ambos casos”, expresó Sosa.

Presente en la jornada, con pañuelo y emoción, Elia Espen, de las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, exigió que “aparezca el intendente, que evidentemente es un traidor de su gente y de su pueblo, para dialogar con los vecinos”. Mirando de reojo el partido de fútbol, aseguró: “Cada día que pueda, voy a juntarme con la gente del club, porque esta gente está luchando por lo mismo que luchaba mi hijo y otros que ya no están. Semejante atropello es una barbaridad. Si el pasado es el presente, el presente es el futuro, y la posibilidad de estudiar que tienen estos pibes está sustentada en la supervivencia de este club”.

Construidas con palos, lonas y maderas, las casillas que ocupan el sector del baldío que le corresponde a El Che están habitadas por familias de diferentes barrios que aducen haber sido autorizadas por funcionarios municipales, mientras que otras precarias viviendas fueron colocadas por vecinos de la zona que se manifiestan también a favor de la reconstrucción del Club Social y Deportivo El Che.

Cerca del atardecer, una enorme ronda de grandes y chicos le puso fin a la jornada, cuando los pibes de Zavaleta y El Che intercambiaron una camiseta y varios abrazos. Entonces, hubo cantos en José C. Paz y sonrisas de los dos lados del alambrado: “Palo bonito, palo eh, jugamos todos para El Che”.

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