“Cuando hay un problema en los hospitales o en los colegios públicos nadie los quema, entonces por qué nos incendian los trenes si los trenes son de todos”, gritó ayer el delegado Horacio Caminos, en diálogo telefónico con PáginaI12. Pocas horas antes, junto a sus colegas del gremio de maquinista La Fraternidad, el sindicalista votó el paro de trenes por 24 horas dispuesto para hoy, en reclamo de mejoras en la seguridad laboral de sus compañeros y mejoras estructurales. El disparador fue un nuevo incendio intencional de un vagón, registrado la noche del lunes, en Bella Vista, cuando un grupo de jóvenes increpó a un maquinista por la extensa demora del servicio y prendió fuego la unidad.

“La gente se entera del 20 por ciento de lo que sufren los trabajadores. A los maquinistas los escupen, les pegan, los insultan, los culpan de todo”, enumeró anoche Diego Serrano, uno de los voceros de La Fraternidad, en un clima de bronca que nadie disimulaba. La medida incluirá a todas las líneas de pasajeros que operan en el país, pero no afectará a los trenes de carga. Entre los pedidos figuran el tratamiento, sanción e implementación de Ley Federal de Transporte y la conformación de la Superintendencia de Seguridad Ferroviaria, abolida durante el menemismo.

“Esto no quiere decir que queremos militarizar el servicio”, aclaró Caminos. “Pero tampoco entendemos que haya plata para custodiar a las barras bravas cuando hay fútbol y no haya plata para cuidar a los pasajeros”, se quejó el delegado. Los últimos ataques y quemas contra las formaciones ferroviarias pusieron en alerta al gremio, donde subrayan el valor simbólico de este paro, que constituye “un mensaje para la sociedad”, ante agresividad sufrida diariamente por los trabajadores. “El sistema de Eventuales (que provee la Policía Federal como adicional) no da para más”, agregó el secretario general del gremio, Omar Maturano.

Según explicó, esto sucede porque los efectivos involucrados que asisten al servicio lo hacen tras “cumplir 24 horas en las comisarías y no se encuentran incentivados, ni físicamente descansados para garantizar la seguridad” en los trenes. Cuando se desencadenó el ataque del lunes, había dos gendarmes en la formación, aunque no pudieron contener a los pasajeros, que discutieron en términos poco amistosos con el maquinista y el guarda, antes de prender fuego el vagón de una formación que estuvo tres horas detenida en la estación Bella Vista, en el ex Ferrocarril San Martín.

En el último mes, dos formaciones del ex ferrocarril Sarmiento también fueron incendiadas en Merlo y Castelar (los hechos fueron atribuidos a organizaciones de izquierda por el ministro Aníbal Fernández).

El paro de hoy será activo, por lo que todos los maquinistas concurrirán a su lugar de trabajo aunque no se suban a las locomotoras y fue anunciado ayer por la tarde durante una conferencia de prensa encabezada por Maturano. Además, desde el sindicato se abrió la posibilidad de que durante la próxima semana se realicen otras medidas de fuerza como “interrupciones sorpresivas” en los servicios o “paros rotativos” de 24 horas, si no reciben propuestas de seguridad “necesarias ante la emergencia”, coincidieron varias fuentes consultadas.

“Venimos siendo testigo de reiterados ataques a las estaciones y al material tractivo. Por eso decidimos no esperar a que aparezca un usuario o un ferroviario muerto para reaccionar”, apuntó Maturano. También aseguró que existen “carencias estructurales” en las empresas concesionarias “para hacer frente a la creciente demanda de servicios”, y que esta situación “afecta la normal prestación”. Tanto Maturano como Caminos insistieron con la idea de la presencia de “intereses económicos y políticos tendientes a exaltar a la opinión pública” y “justificar los desmanes y actos de violencia”.

Detrás de este complot, según arriesgó Caminos, hay “un pool monstruoso” integrado por varias empresas relacionadas con el transporte automotor, pero fundamentalmente por las petroleras. “Nadie habla de cuánta plata cuesta el sistema carretero, de lo que cuesta mantener los semáforos, el asfalto, la policía caminera, por ejemplo. Mientras tanto, no hay un verdadero control sobre los subsidios que el Estado les da a las empresas de trenes. Queremos que la gente sepa esto.” La reactivación de la economía, continuó Caminos, hizo que se invierta la situación del 2001 y la gente demande más y mejores trenes para trabajar. “Es un cóctel mortal –sentenció–, porque tenemos más demanda y los mismos trenes.”