SOCIEDAD › ES DEL SIGLO XVIII Y ESTABA A SIETE METROS DE PROFUNDIDAD
Es la primera embarcación de la corona española hallada en las costas de Buenos Aires. Fue hallada por arqueólogos porteños ayer, en una excavación realizada por una empresa para construir un edificio. Planean rescatar todos los elementos del navío.
Un galeón, o el esqueleto de un galeón español, o una goleta según las versiones –con cañones y vasijas y sogas y demás, pero sin un duro en su interior– fue hallado a siete metros de profundidad, ahí nomás de donde para los capitanes del galeón era tierra firme. El galeón o goleta fue hallado sobre la avenida Vera Peñaloza, continuación de la calle Estados Unidos, al 400, en un enorme descampado, el último de Puerto Madero, frente al Dique 1. La nave, de más de 20 metros, había sido atada y olvidada en los muelles traseros de la ciudad el tiempo suficiente como para que, como señaló el subsecretario de Planeamiento Urbano, Héctor Lostri, le pasara la historia por encima.
Habrá que decirlo de una buena vez, el galeón fue hallado de pura casualidad, aunque no tanta: dos arqueólogos tuvieron la intuición de que por debajo de la cota de seis metros de profundidad se podrían encontrar vestigios de actividad colonial. “Hicieron un acuerdo con una empresa constructora que trabajaba en levantar un moderno complejo en la última parte de Puerto Madero que queda sin edificar”, explicó Lostri. El sector está comprendido por el paseo Vera Peñaloza y las avenidas Lanteri y Dealessi, justo frente al Dique 1.
“No se estaba buscando ningún galeón –dijo el subsecretario–. Ellos iban verificando en cada pozo que se excavaba si se encontraban restos. La empresa había aceptado y llegaron a encontrar cerámicas rotas, pedazos de cabos.” El terreno, en ese lugar, bordeaba la parte trasera del puerto de Buenos Aires y allí eran arrojados o quedaban perdidos, objetos de uso cotidiano. “Pero no imaginaban encontrar semejante navío.”
Marcelo Weissel, uno de los arqueólogos, de la Comisión para la Preservación y Patrimonio Histórico Cultural de Buenos Aires, consideró que la nave, de más de 20 metros de eslora, se había hundido antes de 1750. Al parecer, había quedado amarrada al puerto y se había hundido bajo el oleaje de los días y ahí quedó, inexplicablemente hundida como barco de riachuelo, inexplicablemente porque el abandono, a más de dos siglos y medio de distancia, no tiene otra explicación que lo inexplicable.
Se le han encontrado las cuadernas, el esqueleto del barco, en bastante buenas condiciones, cinco cañones en estado de conservación, vasijas en las que se cree que llevaban aceite de oliva y piedras para el lastre.
“Suponemos que se trata de un galeón español del 1700. Hasta ahora han aparecido varios cañones, un par de vasijas en las que estimamos se transportaba aceite de oliva y maderos del barco”, explicó el arquitecto Gonzalo Valenzuela. Weissel advirtió que no se encontrarían objetos de valor ni monedas, como se suele encontrar en todo galeón hundido, por el simple motivo de que entre el barco y la entonces gran aldea había escasa distancia, tan escasa como para comprender que si había quedado abandonado, antes los dueños habrían retirado todo lo que fuera de valor, y después otros curiosos no habrían perdido la oportunidad de saquearlo.
Durante una conferencia de prensa in situ, desde abajo alguien pegó un grito. Acababan de descubrir las dos vasijas prácticamente intactas, las que supuestamente utilizaban para transportar aceite de oliva. El hallazgo fue recibido con vítores y aplausos de los expertos.
“Hemos encontrado dos vasijas prácticamente intactas. Estos restos son un tesoro en sí”, festejó Weissel. “Se puede observar el gran tamaño de la excavación y estimamos que los restos están enterrados a siete metros de profundidad”, afirmó el experto, al tiempo que destacó la importancia de preservar el patrimonio histórico.
Ahora queda una tarea tan difícil como la de la búsqueda: se debe delimitar el área, establecer los límites de la superficie del navío, completar las excavaciones, sacar los elementos, inventariarlos y analizarlos individualmente.
El acuerdo con la empresa constructora permite desarrollar el trabajo arqueológico sin temor a que se pierda. Como el terreno tiene base fangosa, antes de excavar se colocan cantidad de pilotes que sostienen los bloques de tierra para que no se vengan encima de los obreros. La tarea de excavación es lenta y, por ese motivo, permite que no se dañen piezas que de otro modo se hubieran alterado. “Los especialistas estiman que en unos dos meses podrían extraerse los restos”, dijo Lostri. Aún no está definido a qué jurisdicción pertenecen, si es terreno del río o de la ciudad. Por las dudas, Macri se apresuró a decir que el hallazgo pertenece a todos los vecinos de la ciudad.
“En términos de coyuntura, todavía no salimos del asombro con el hallazgo –explicó el subsecretario–. Todavía no se está analizando a quién pertenecen legalmente los restos. Pero lo que hay que recalcar es que desde el punto de vista del patrimonio cultural, es una construcción de todos los vecinos. Y lo interesante es que es la primera vez que un hallazgo arqueológico hace referencia al puerto, lo que le da la identidad porteña.”
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