SOCIEDAD › PARA EL VATICANO, SE PUEDE CREER EN DIOS Y EN DARWIN AL MISMO TIEMPO
La primera aceptación la había hecho Juan Pablo II en 1996. Ayer, el Vaticano dio un paso más al sostener que la idea creacionista no se contradice con la teoría de la evolución de las especies. Un seminario para acercar ciencia y fe.
La teoría de la evolución de Charles Darwin no corre a Dios del lugar de creador del hombre y de la Tierra, aseguraron miembros de la Academia de Ciencias del Vaticano durante un encuentro al que asistieron científicos, filósofos y teólogos con el objetivo de intentar achicar las distancias entre los relatos de la línea creacionista católica y los postulados de la teoría evolucionista.
El cardenal William Levada, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, sostuvo que “el Vaticano considera que hay un espacio suficientemente amplio para la fe en la base científica de la evolución y en aquella para Dios creador”. Las declaraciones formaron parte del discurso de apertura de la Conferencia Internacional “Biological Evolution Facts and Theories” organizada por la Pontificia Universidad Gregoriana y la universidad estadounidense de Notre Dame.
Es la rama creacionista de la religión católica la que sólo considera verdaderos los postulados que adjudican a un ser divino, Dios, la creación de la Tierra y de todos los seres vivos que la habitan.
Sin embargo, las palabras del cardenal no son el primer reconocimiento, por parte de miembros del Vaticano, de que Darwin no estaba tan errado. El primero en hablar públicamente sobre el tema fue el papa Juan Pablo II, que en 1996, y por primera vez en el catolicismo, deslizó que el evolucionismo “era más que una hipótesis”. En un discurso público reconoció que el tratado tenía “ciertos argumentos significativos a su favor”.
Casi quince años después del primer paso dado por Juan Pablo II, Levada resaltó que “lo único que el Vaticano rechaza como absurdo es la concepción ateísta”, posición sostenida entre algunos científicos que forman parte de la Conferencia inaugurada ayer. El presidente del Pontificio Consejo de Cultura, monseñor Gianfranco Ravasi, bajó un poco más aún el tono de los roces que, desde hace siglos, separan a la Iglesia de la ciencia –el caso de Galileo Galilei, a quien la institución eclesiástica obligó a abjurar del heliocentrismo por considerarlo una doctrina opuesta a la Biblia– al sostener que, “hasta ahora, no hubo confrontación verdadera entre ciencia y religión”.
Aun así, abogó por que “en el futuro inmediato el problema del diálogo entre ciencia y fe se afronte incluso en el plano didáctico, con lo que los adolescentes de las escuelas podrían saber qué es la teología”.
El organismo a cargo de Ravasi es uno de los patrocinadores del seminario de Roma, organizado en coincidencia con el 150º aniversario de la publicación de El origen de las especies y los 200 años del nacimiento de Darwin, que llamó la atención del resto del mundo debido al debate de expertos de todo el mundo en torno de la disputa entre religión y ciencia.
Son muchos los expertos en diferentes ramas de la ciencia que apoyan la postura darwiniana. Uno de los más críticos es el biólogo Richard Dawkins, que radicalmente concluyó que “la evolución prueba la inexistencia de Dios”. Menos duro fue su colega estadounidense Francisco Ayala, al opinar que “Darwin tuvo el mérito de demostrar que existe una explicación científica para las características de los organismos”, aunque consideró con buenos ojos el acercamiento, ya que “es fundamental que ocurra en la sociedad moderna: es una confrontación entre ciencia y valores morales”.
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