SOCIEDAD
Un policía retirado entre los que secuestraron al padre de Echarri
El ex sargento de la Federal está detenido. Su hijo, también acusado, está prófugo junto a por lo menos otros dos miembros. Sospechan que todos los presos son parte de la misma banda.
› Por Carlos Rodríguez
El sargento retirado de la Policía Federal José Luis Di Cugno, de 51 años, fue detenido por el secuestro de Antonio Echarri, padre del actor Pablo Echarri. El ministro de Seguridad, Juan Pablo Cafiero, confirmó que Di Cugno fue el que brindó a los investigadores la dirección de la casa de Burzaco en la que estaba cautivo Echarri padre, custodiado por Ezequiel Di Cugno, hijo del suboficial, que se encuentra prófugo junto con al menos otros dos miembros de la banda. La actitud del sargento de denunciar a su propio hijo hace dudar sobre si participó o no en el hecho, pero el juez Manuel Blanco y los investigadores policiales están convencidos de que el suboficial “es una de las piezas clave de la organización”, confió a Página/12 una fuente de la investigación. Los seis detenidos del miércoles y Di Cugno padre serían miembros de la misma organización, aunque los dos primeros en declarar ante el juez Blanco juraron que sólo participaron en la “mejicaneada” del dinero y no en el secuestro.
Una fuente judicial confirmó anoche que dos de los siete detenidos aseguraron que nunca formaron parte de la banda y que sólo se quedaron con el dinero del rescate, luego de engañar a Pablo Echarri. Los que dieron esa versión ante Blanco fueron Juan Carlos Casigal, de 33 años, y Germán Ferrand Luna. La historia suena poco creíble, porque el primero dijo que propuso a su cómplice ir en busca del dinero y que la cita fue a sólo dos cuadras de donde vivía su madre, también detenida en la causa.
Para desvirtuar la versión, uno de los investigadores recreó a Página/12 lo ocurrido en la noche del miércoles. “Cerca de las 21 hubo una comunicación entre los secuestradores y la familia durante la cual se cerró el acuerdo en una suma cercana a los 200 mil pesos, aunque faltaba acordar los últimos detalles”. En la casa de Sarcione 792, en el barrio Corimayo, de Burzaco, el custodio de Echarri padre le anunció así la buena nueva: “Vaya a bañarse y vístase que ya se termina todo”. Minutos después de la llamada anterior, la familia tuvo un nuevo contacto con los secuestradores que demoró la liberación hasta la noche del jueves.
“Llamó una persona –relató uno de los investigadores– que tenía la misma voz o muy parecida al hombre con el cual Pablo Echarri había acordado una cifra que oscilaba entre los 180 y los 200 mil pesos. El actor terminó de cerrar el acuerdo, porque el hombre con el que habló la segunda vez siguió de manera perfecta el hilo de la conversación anterior. Esto indica que los dos grupos de detenidos estaban al tanto del secuestro y de la negociación final. En caso contrario, los supuestos oportunistas tenían que tener pinchados los teléfonos”.
El vocero consultado por este diario consideró que “es virtualmente imposible que se hayan enterado de cómo estaba la negociación si no eran parte de la misma banda”. Sin embargo, al recordar ayer esos momentos dramáticos de la noche del miércoles, trascendió que Antonio Echarri contó que los que lo custodiaban “empezaron a insultar y a decir que los habían cagado”. Una alternativa, según el investigador, es que “por razones que se desconocen se haya producido un cortocircuito en la comunicación entre las dos células de la misma banda”.
Lo cierto es que anoche, ante el juez Blanco, Casigal juró que aceptó la propuesta de ir a recuperar la bolsa de consorcio que contenía el dinero y que había sido dejada junto a un árbol, en la calle Pichincha, en el barrio porteño de Congreso. Contó que luego de recoger el dinero compró una cerveza y se detuvo unos minutos a charlar con un amigo con el que se encontró de pura casualidad. Sostuvo que cuando llegó a la casa de su madre, Josefina Agüero, de 52 años, también detenida, estaban allí Ferrand Luna, Eduardo “El Uruguayo” Wilson, de 30 años, la pareja de éste, Vanessa Castro, y Dionisio Furtado.
La declaración de Casigal coincidió en algunos aspectos con la que hizo su madre. La mujer sostuvo que cuando vio tanto dinero, le dijo a su hijo: “Sacá esa plata de acá”. De todos modos, en la casa quedaron 30 mil pesosy se llevaron consigo otros seis mil. La mujer, su hijo, y el resto de los nombrados se fueron a festejar al Bingo de Caballito, hasta donde los siguió la policía, para finalmente detenerlos. La fuente allegada a la investigación confió que si se logra la detención de uno de los prófugos -serían dos o tres– “quedaría demostrado en forma irrefutable que había conexión entre los dos grupos porque forman parte de la misma banda”.
Casigal vive en la localidad bonaerense de Temperley, en una casa que le prestó su padre, pero toda esta semana estuvo instalado en la casa de su madre, en Congreso, donde se pagó el rescate. Ezequiel Di Cugno fue el último de los miembros de la banda que abandonó la vivienda del barrio Corimayo, donde Antonio Echarri pasó una semana secuestrado. Cuando llegó al lugar una comisión de Investigaciones Complejas y Narcocriminalidad, el papá del actor Pablo Echarri estaba solo, sentado en una silla, desatado, sin comprender lo que estaba pasando.
Hasta ayer, la policía había recuperado 192 mil de los 199 mil que Pablo Echarri pagó como rescate en la noche del miércoles. La mayoría del dinero estaba en poder de los detenidos. También fueron secuestrados algunos objetos comprados con una pequeña parte del dinero. Uno de los detenidos tenía ropa nueva que había pagado 500 pesos en un comercio de La Matanza.
Ayer también hizo su aparición Paula Gallegos, la pareja del prófugo Ezequiel Di Cugno. Habló con el periodismo y se manifestó consternada por la noticia. Entre sollozos le pidió perdón a la familia Echarri. “Mi marido me mintió, me dijo que se iba de viaje y que yo fuera a lo de mi mamá porque iba a estar segura, ya que éste es un barrio muy peligroso”. De esa manera, asegura, la sacaron de la vivienda de Burzaco utilizada para ocultar durante una semana a Antonio Echarri. En esa casa vivían ella, su esposo ahora prófugo y el pequeño hijo del matrimonio.
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