SOCIEDAD
› UN POLICIA PELEO CON UNA PROSTITUTA
Siete tiros al cafiolo
El bonaerense tuvo sexo con una prostituta en Luis Guillón. Y a la hora de pagar, terminó discutiendo por el precio. Allí apareció el cafiolo, que terminó acribillado por el policía.
› Por Carlos Rodríguez
Del amor pago, por horas, al crimen que puede pagarse con hasta 25 años de cárcel. Esos fueron los escenarios que transitó, en apenas un par de horas, un policía bonaerense que ahora está detenido y acusado de homicidio simple. El episodio ocurrió en el sur del conurbano bonaerense y es una típica historia del bajo fondo, con tiros, putas y cafiolos que lavan sus culpas con sangre. El policía Leandro Cristian Aguirre estaba franco de servicio, al volante de un Fiat Palio y con ganas de ponerle un toque de color a su vida gris de funcionario. Aunque cumplía servicios en una seccional de La Matanza, en la tarde del martes Aguirre andaba por la rotonda de Luis Guillón y levantó en su auto a una prostituta con la que intimó lo que dura un turno de hotel. De nuevo en la calle, pájaro que comió voló, Aguirre comenzó a regatear el dinero previamente pactado y la chica se quejó a grito pelado. Apareció en escena el cafiolo, se envalentonó, y el policía, finalmente generoso, le metió siete balazos.
La historia, que Página/12 conoció en la misma noche del martes aunque entonces faltaban chequear algunos datos, provocó conmoción en la Departamental de Lomas de Zamora, a cargo del comisario Claudio Smith, quien recibió llamados provenientes de La Matanza, donde Aguirre cumplía funciones en la comisaría undécima. “No estoy para nadie”, se le escuchó decir a Smith, un hombre que sabe de gatillos fáciles. “Yo me voy, no vaya a ser cosa que vengan los de ‘Punto.Doc’”, dijo el comisario aludiendo al programa de América TV que suele hablar de corrupciones policiales. Las fuentes dijeron a este diario que la presión sobre Smith era “para que dibujara un enfrentamiento”, algo que no ocurrió porque la detención de Aguirre tuvo un trámite inusual, por lo rápido, tratándose de un policía.
Antes del traspié, Aguirre había tirado hasta la gorra. El solcito pegaba sobre el Palio, levantando la temperatura ambiente, cuando el policía transitaba por el cruce de Camino de Cintura y la calle J. Wieman, en Luis Guillón. La vio por la calle, joven y bonita, y el deseo lo perdió. La única alternativa era compartir un turno completo en el Hotel Colonial, ubicado a pocas cuadras. Después de una hora de sexo, la pareja salió del telo en el Palio del policía, pero la conversación fue derivando hacia las cuestiones materiales. La chica tenía su precio y Aguirre comenzó a pedir rebaja como en una tienda del Once.
“Lo más probable es que el policía no haya querido pagar nada porque hasta le habría pedido que le devolviera el anticipo que le había dado”, comentaron fuentes allegadas a la investigación. La versión que suelen dar las chicas es que acostarse con policías siempre trae complicaciones. La joven se puso firme en el reclamo y Aguirre, según las fuentes, “sacó el arma reglamentaria, aunque estaba de civil, y se la puso en la cabeza”.
Los gritos alertaron al “novio” de la joven, Gustavo Aclaand, nacido en el Uruguay, quien trató de copar la parada y se acercó resuelto al auto del policía, manejando un Fiat Uno. La Justicia encontró en el lugar un arma que estaba en poder del cafiolo, pero lo cierto es que ni siquiera tuvo tiempo de usarla. Aguirre, sin bajarse del auto, sacó el arma, una 9 milímetros, y le pegó siete balazos a quemarropa. La chica, que en algún momento estuvo en medio del fuego, salió ilesa y presentó la denuncia. Desde entonces, para Aguirre todas fueron malas: quiso escapar, pero los nervios le hicieron volcar el auto a las pocas cuadras. Resignado, se presume que hizo algunos llamados a sus compañeros de armas, pero resolvió volver a la esquina trágica y se entregó a sus pares. Aguirre se negó ayer a prestar declaración indagatoria ante el fiscal de Lomas de Zamora Lorenzo Latorre, pero ya está todo dicho. Siete disparos que dan todos en el blanco son la peor respuesta.