SOCIEDAD › EN LA ULTIMA AUDIENCIA, GRASSI LEYO DURANTE 35 MINUTOS Y PIDIO LA ABSOLUCION
El cura, acusado por 17 casos de abuso y corrupción de menores agravados, dijo sus últimas palabras ante el tribunal, previas al veredicto, que será el 10 de junio. La querella presentó una denuncia contra los defensores por “agraviar a las víctimas”.
El cura Julio César Grassi leyó ayer “sus últimas palabras” antes de que se conozca el veredicto el próximo 10 de junio, en el extenso juicio oral por los 17 hechos de abuso sexual y corrupción de menores que se le atribuyen. Habló solo media hora y dijo, con la rigidez que lo caracteriza, que a pesar de no demostrar dolor. lo siente, y remató: “Disimular me permite seguir adelante con mi obra”. Luego pidió la absolución aduciendo una confabulación en su contra. Su abogado, Daniel Cavo, confió en una sentencia favorable aunque adelantó que en caso contrario apelará la medida. Juan Pablo Gallego, abogado querellante, aseguró a Página/12 que si Grassi es condenado será “muy difícil revertir” la decisión judicial.
Sentado en el sala de audiencias del Tribunal Oral Criminal Nº 1 de Morón, Grassi torció el micrófono para mirar de frente a los jueces y dirigiéndose exclusivamente a ellos dijo: “Jamás le hubiera hecho algo malo a los chicos. Que el Espíritu Santo ilumine a los jueces”.
Ayer se anunció que el fallo se conocerá el 10 de junio próximo, aunque se aclaró que si se anticipa la fecha, los jueces Luis Andueza, Jorge Carrera y Mario Gómez, notificarán a las partes, 48 horas antes de la audiencia.
La media hora que usó Grassi para hablar ante el tribunal consistió en contar que su vida estuvo guiada por la vocación sacerdotal, lo que es “ser sacerdote para los niños y jóvenes más pobres y abandonados”, según él mismo contó a la prensa cuando salió de la última audiencia antes de la sentencia. “Solo veo mi absolución”, aseguró Grassi y calificó de “injusta” la denuncia que lo llevó al banquillo de los acusados en un juicio oral y no público que duró más de nueve meses, en el tramo final de una causa que empezó en el año 2000.
“Yo soy inocente y por eso mis frutos son buenos. En este juicio fui respetado. Pido para ustedes la luz del Espíritu Santo para pedirles mi absolución”, afirmó al exponer por última vez ante los jueces que deben dictar un veredicto.
Durante 35 minutos Grassi leyó un breve discurso en el que remarcó que la gravedad de las acusaciones en su contra le afectan. “A pesar de no demostrar dolor, lo siento, y disimular (que el caso no lo afecta) me permite seguir adelante de mi obra”, dijo, según relataron testigos de la audiencia. Insistió en su condición de sacerdote: dijo que desde su adolescencia se imaginó ser cura y hasta afirmó que predica en los medios de comunicación “como lo habría hecho San Pablo si hubiera estado en nuestra época”.
El fiscal Alejandro Varela, por su parte, afirmó que volvería a hacer la misma acusación, en la que pidió 30 años de cárcel, y cuestionó a la defensa, que “basó su estrategia en repetir sus argumentos anteriores de hablar del complot”. “Volvería a hacer la misma acusación. Además la defensa ha pasado una línea en su alegato de la que no se vuelve. Usted puede creerle o no a un testigo, pero no burlarse o hacer referencia a que ese denunciante era huérfano”, cuestionó ante los periodistas.
Por su parte, el abogado querellante Juan Pablo Gallego, quien pidió para Grassi una condena a 37 años de prisión, afirmó que el cura se mostró como un “un monstruo que trató de emocionar sin suerte al tribunal”. El abogado, quien actúa en nombre del Comité de Seguimiento de la Convención por los Derechos del Niño, en representación de los tres jóvenes denunciantes, confió en que el 10 de junio el cura “salga esposado para que sea el comienzo de la reparación para las víctimas que tanto sufrieron”.
Grassi está acusado por 17 hechos de abuso sexual y corrupción de menores cometidos contra los jóvenes identificados como “Luis”, “Gabriel” y “Ezequiel”. Tanto el fiscal como los querellantes consideran que los delitos tienen el agravante de que fueron cometidos por quien que estaba a cargo del cuidado de los chicos, internados en la Fundación Felices los Niños.
A pesar de no ser menores en la actualidad, los jóvenes denunciantes fueron protegidos durante el juicio, por lo que no se permitió en ingreso de los medios de comunicación al juicio, que fue oral pero no público. Las mismas características tendrá la lectura del veredicto.
El fiscal manifestó su satisfacción por “el gran éxito de este proceso ya que, a pesar de las trabas e impedimentos que hicieron peligrar la continuidad del juicio, el debate llegó a su fin con las palabras finales del imputado, como debe ser”. No obstante, se mostró indignado y apuntó contra los defensores del cura, cuya intervención calificó de “patoteril, de mal gusto y desubicada”, al atacar directamente a los jóvenes denunciantes, y en particular a uno de ellos, de quien “mencionó su condición de huérfano para humillarlo”.
Varela informó que, de haber una condena, el tribunal decidirá si dispone la inmediata detención del cura o, en su defecto, determina que se efectivice la prisión cuando salga la sentencia firme. Grassi sólo estuvo detenido durante unos días, ya que fue beneficiado con una excarcelación, con la condición de que no mantenga contacto con los niños internados en la Fundación y que sólo ingrese a sus instalaciones de día y acompañado.
Al término de la audiencia, los abogados querellantes Jorge Calcagno Quijano, Sergio Piris, Luis Paglietti y Juan Pablo Gallego, presentaron un escrito para denunciar la “palmaria extralimitación en que ha incurrido la defensa” de Grassi en su alegato. Dijeron que “se ha agraviado, e injuriado innecesariamente a las víctimas, con descalificaciones y un trato degradante que ninguna relación guardan con los hechos de la causa y la prueba producida en el debate y que sólo agregan y profundizan su revictimización”.
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