Lun 18.11.2002

SOCIEDAD

De cómo las feromonas estimulan la actividad sexual de los hombres

Un estudio realizado en Lisboa revela que la producción de testosterona crece como respuesta a las secreciones femeninas.

› Por Pedro Lipcovich

“¡Yo soy varón porque quiero!”, dijo el guapo, y tenía razón. Recientes estudios destacan la importancia del deseo o, si se quiere, de los “factores psicológicos” en la producción de las hormonas que determinan la respuesta sexual masculina. La última investigación mostró cómo, en parejas que buscan el embarazo, los niveles de testosterona en el varón tienen picos de intensidad coincidiendo con los días fértiles de la mujer. Estos resultados vuelven a señalar la acción de las feromonas, sustancias secretadas por el organismo que inciden en la respuesta sexual del partenaire. Un delicioso experimento con seres humanos –que se narra más abajo en esta nota– demostró cómo la “copulina”, incluida en las secreciones vaginales de las chicas, incide en la conducta de los muchachos (pero sólo de aquellos cuyo “órgano vomeronasal” está en condiciones de apreciarla).
Veintisiete varones, todos los días a lo largo de tres meses, le brindaron su saliva a Katherine Hirschenhauser, para que el equipo dirigido por esta investigadora –en el Instituto de Psicología Aplicada de Lisboa, Portugal– midiera los niveles de testosterona, registrables en ese fluido. Al mismo tiempo, se solicitó a esos hombres que registraran los detalles de su vida sexual, incluyendo la “intensidad” de su encuentro y si éste se efectuaba o no con su pareja habitual.
Los resultados –publicados en la revista especializada Hormones & Behaviour– mostraron que, en todos los hombres examinados, se registraban a lo largo del tiempo picos y caídas en los niveles de la hormona sexual masculina (testosterona). Particularmente en los hombres que con su pareja buscaban un embarazo, la elevación de la testosterona coincidía con períodos de actividad sexual intensa: “Esto tiene un sentido biológico, ya que los aumentos de la testosterona desencadenan a su vez cambios hormonales que incrementan la producción de espermatozoides, haciendo así más probable la concepción”, según los investigadores.
Pero, puntualizó la doctora Hirschenhauser, “los hombres, subconscientemente, pueden influir sobre sus niveles hormonales”. Es que “los hombres responden a sus parejas sólo si realmente quieren hacerlo”. Osvaldo Mazza –profesor titular de Urología en la UBA– explicó a este diario que “la secreción de testosterona en el hombre se halla regida por el hipotálamo, que a su vez es altamente influido por factores psicológicos ambientales: así, por ejemplo, la situación de estrés puede originar una depresión hipotalámica que conduce a una caída en la secreción de testosterona, manifestada como menor requerimiento de actividad sexual”.
En el caso publicado por la Universidad de Lisboa, las causas podrían no ser, linealmente, el deseo de tener un hijo: “Cuando una pareja decide buscar un embarazo, deja de lado los métodos anticonceptivos, pierde el temor al embarazo, en fin, puede producirse en la pareja una especie de liberación, que en el hombre conlleva el aumento en la secreción de testosterona. Algo suele suceder en la luna de miel o en los viajes... o con los cambios de pareja”.
En un comentario al trabajo publicado en Hormones & Behaviour, Jim Pfaus –investigador en Neurobiología sexual de la Universidad de Montreal, Canadá– estimó que “los hombres que desean ser padres responden a las ‘feromonas’ de sus parejas en forma tal que sincronizan sus más altos niveles de testosterona con el lapso del ciclo menstrual en el que ella tiene más disposición a quedar embarazada”.
La incidencia de feromonas femeninas en la producción de testosterona por el varón fue señalada para la feromona felizmente llamada “copulina”, que puede estar presente en las secreciones vaginales. “Se embebieron hisopos de algodón, primero en esas secreciones y enseguida en alcohol; otros algodones fueron impregnados sólo con alcohol. A un grupo de voluntarios se les dio a oler unos u otros; el olor percibido era el mismo, a alcohol, para los hisopos con o sin copulina. Pero sucedió que,en los hombres que habían olido el hisopo con la feromona, los niveles de testosterona aumentaban entre el 100 y el 150 por ciento”, contó Mazza, y aclaró que “esto valía sólo para aquellos voluntarios que tuvieran en buenas condiciones el ‘órgano vomeronasal’, que detecta las feromonas y en muchas personas se halla atrofiado”.
Esas feromonas también actúan entre las mujeres mismas, produciendo un fenómeno para el que recientemente se planteó una interesantísima hipótesis evolutiva. Se trata del hecho de que, en mujeres que conviven en la misma habitación, suelen ir alineándose los ciclos menstruales, de modo que ovulan hacia la misma fecha, por acción de las feromonas. “Pensemos en una comunidad de primates –propone Mazza–: los machos salen a cazar en grupos y se ausentan durante varios días; cuando vuelven, la prioridad de acceso a las hembras es para los dominantes; éstos toman algunas hembras y las demás quedan para los machos de menor rango. Bien: el hecho de que todas ovulen a la vez permite que también los de rango inferior puedan fecundar, y así garantiza una mayor variabilidad genética; si ovularan escalonadamente, existiría el riesgo de que sólo los pocos machos dominantes, con prioridad de acceso a ellas, tuvieran descendencia.”

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