SOCIEDAD
› ENCUENTRAN UN CADAVER SIN LOS BRAZOS
Las marcas de la mafia
El cuerpo fue hallado en un descampado de Benavídez con una soga al cuello, el rostro en una bolsa negra y un balazo en la nuca. Una hipótesis apunta a la participación de policías.
› Por Horacio Cecchi
El primero en verlo fue un grupo de obreros. Después, un patrullero. Más tarde, instructores judiciales. Siguieron peritos, especialistas, altas jerarquías policiales. Todos concentrados durante horas, en un paraje pantanoso y sin nombre a la vera de un camino de tierra, al fondo de Benavídez. La atención de todos era convocada por un cuerpo. No fue la primera vez que en un descampado aparece un cuerpo. Pero no con las connotaciones que tuvo éste: el cadáver de un hombre relativamente joven, con el rostro envuelto en una bolsa de plástico negro, con una soga al cuello y un disparo en la nuca dan al caso un tinte mafioso. El cuerpo llevaba un mensaje escalofriante: sus dos brazos habían sido amputados a la altura de los hombros. “Es la primera vez que veo algo semejante”, describió un veterano experto en crímenes. Aunque no se descarta ninguna hipótesis, hay una que apunta a transformar el caso en uno más entre tantos casos policiales. O sea, no descartan la participación de manos uniformadas.
El hallazgo se produjo el lunes, durante la mañana. Cinco obreros de la empresa Pentamac Química se trasladaban en el acoplado de un camión, por un camino de tierra sin nombre que según la cartografía vendría a ser algo así como la continuación de la calle Italia, que converge con la ruta provincial 27, al fondo de Benavídez. En la zona, todo es descampado salvo, un arroyo que corre a pocos metros del camino y que transforma la escenografía en un pantano. Kilómetros más al norte se encuentra Dique Luján y el río que le da nombre. Pese a que se encontraba a un metro y medio del camino, los obreros no vieron el cuerpo porque estaba oculto en la maleza de más de un metro de altura. Lo divisaron “por el olor nauseabundo que despedía”, reveló a Página/12 un investigador policial.
No llamó la atención que se tratara de un crimen sino la lectura de lo que los autores habían escrito en ese mismo cuerpo: “Tenía la cabeza cubierta con la remera y con una bolsa negra de plástico. La sujetaba al cuello una soga bastante gruesa, que daba vueltas alrededor de él y también envolvía el tórax. Le pegaron un tiro en la nuca”, confió el investigador y tragó saliva antes de continuar describiendo lo que tiene toda la connotación de un mensaje: “Le amputaron los dos brazos a la altura de los hombros. Un corte plano, con sierra o algún instrumento semejante”.
No fue lo único que llamó la atención de los investigadores. Las vestimentas indicaban una posición social sin problemas económicos, con lo que inicialmente se consideró que se encontraban frente a un secuestro. Desde la tarde del lunes hasta la madrugada del martes, se concentraron en el lugar autoridades judiciales, policiales y peritos, intentando determinar la identidad de la víctima. La ausencia de sus brazos complicó la búsqueda. El clima no ayudó. El calor abrasador y la zona pantanosa favoreció la descomposición. “Es absolutamente irreconocible –describió el investigador–. A tal punto que a simple vista no podemos saber siquiera la edad”. Mediante pericias dentales se intentará determinar la identidad. Más tarde, los forenses dieron una aproximación: se trataría de un hombre de alrededor de 30 años, y su muerte se produjo cinco o seis días antes de que los cinco obreros se toparan con el cadáver.
El caso abrió diferentes hipótesis. “No descartamos nada –aclaró la misma fuente–. Aunque las vestimentas (remera, jeans y zapatos de marca) dejaban pensar la posibilidad de un secuestro, no hay indicios en ese sentido. ¿Para qué le amputaron los brazos si lo que hace falta es desprenderse de un cadáver?”. En cambio, hay más señales que aproximan el crimen a un mensaje con tono de mafia. “La amputación de los brazos no fue hecha para ocultar la identidad. Le habrían desfigurado el rostro. Hubieran ocultado el cadáver. Pero lo arrojaron al lado del camino, cuando a pocos metros hay un arroyo que transforma el lugar en un pantano, con lo que al cuerpo lo hubiera tragado la tierra”. Aunque oficialmente lo niegan a rajatabla, en riguroso off los investigadores no descartan la hipótesis de una represalia de alguna banda integrada por uniformados de alguna fuerza de seguridad. “La capucha y el disparo en la nuca son bastante típicos. Hay una intencionalidad en ese mensaje, pero el código para descifrarlo lo tiene la identidad de la víctima”.
–¿Tienen alguna aproximación?
–Sí, pero no estamos en condiciones de revelarla –aseguró el experto, amparado en el secreto de la investigación y en las derivaciones del caso.