SOCIEDAD › EL MODELO DE PREVENCIóN APLICADO EN URUGUAY QUE LOGRó EVITAR EL CONSUMO DE SUSTANCIAS MUY TóXICAS
La información brindada a consumidores de pasta base sobre los daños irreversibles que esa sustancia produce derivó en un cambio de hábito en la vecina orilla. Cómo determinaron que el paco no es pasta base, sino una variante de cocaína para fumar.
› Por Emilio Ruchansky
Durante los últimos años en Uruguay hubo gran campaña dirigida a quienes fumaban pasta base de cocaína (PBC), en la que se detallaba el daño irreversible que producen los solventes e hidrocarburos presentes en esa sustancia con la que se fabrica el clorhidrato de cocaína. “Se habló directamente y se dispuso toda la información al respecto, lo que le dio credibilidad al mensaje. Los usuarios tomaron la recomendación y hubo un cambio de hábito, los propios vendedores de drogas tuvieron que refinar lo que vendían. El que consume sabe, y no quiere comprar algo con olor a solventes”, asegura el investigador uruguayo Eleuterio Umpiérrez. Su informe, divulgado en 2006, fue clave para que de este lado del río se develara el misterio sobre la verdadera composición química del paco.
Umpiérrez es perito de la Corte Suprema uruguaya y trabaja en el Laboratorio de Análisis Orgánico de la Facultad de Química. Dice que la primera certeza de que lo que se conoce como “paco” en Argentina no era la basura derivada de los precursores químicos utilizados para la preparación del clorhidrato de cocaína, como suele decirse, se la dieron los usuarios: “Por lo que contaban, los efectos que les producía no eran nada parecidos al de aspirar solventes, como el kerosene”. El dato fue comparado con lo que se sabía en Francia sobre los usuarios de crack, y aunque no se trata de la misma droga, tenía aspectos en común: “Una adicción violenta, una necesidad de vuelta”.
A Umpiérrez le tomó un año demostrar que el paco era en realidad el alcaloide de la cocaína rebajado con cafeína, bicarbonato de sodio y anfetaminas (las mismas sustancias que se usan para rebajar el clorhidrato de cocaína). Y lo más importante, que no contiene solventes e hidrocarburos, sustancias no aptas para el consumo humano, porque son cancerígenas.
Esta información, valiosa también en el campo médico a la hora de dar tratamiento (ver aparte), fue corroborada en pruebas de laboratorio. “Analizamos más de cien muestras. Fue difícil conseguirlas y no obtuvimos todo lo que se incauta. Pedimos permiso al Poder Ejecutivo y al Poder Judicial para que autoricen una quita en las incautaciones. Descubrimos que lo que se vendía en Uruguay ya no era pasta base de cocaína (PBC), sino un producto más refinado: el alcaloide de la cocaína”, detalla el experto. Para llegar al PBC, el paso previo al paco, explica Umpiérrez, es necesario un proceso que comienza en los países cultivadores como Perú, Bolivia o Colombia. Primero se maceran las hojas de coca, luego se las rocía con solventes (carbonato potásico y kerosene) con lo que se obtiene un primer extracto de coca.
A esta primera pasta se le agrega ácido sulfúrico para conformar la PBC, que puede fumarse y se fuma en varios lugares, pero no es apta para consumo humano. La aparición de la PBC por estas tierras comenzó a fines de los ’90 y principios de este milenio. “Por las restricciones de ciertos productos químicos comenzaron a enviar la pasta base para que se la purifique en Uruguay, en Argentina o en España. Esto se corroboró cuando la Gendarmería incautó PBC en las fronteras”, comenta Umpiérrez.
Este fue el nacimiento de las “cocinas”, como se las conoce en la jerga policial. En esos laboratorios caseros se procesa la pasta base para fabricar paco y también clorhidrato de cocaína. La PBC contiene alcaloides y sulfatos, las sales generadas por los restos de los solventes e hidrocarburos utilizados. Si se les quita el sulfato y se deja el alcaloide puro se obtiene el paco, es decir, “un producto más purificado y menos dañino que la PBC”, dice el especialista.
¿Qué diferencia al paco del clorhidrato de cocaína? El clorhidrato involucra un proceso más refinado, por lo cual la pasta base se hace hidrosoluble. “Cuando se aspira el clorhidrato por la nariz, se disuelve en la mucosa nasal y se lo traga. Además se disuelve en sangre, también. Por eso la gente se pinchaba con cocaína. El paco se consume de otra manera. Por la contextura y porque no es soluble, se lo quema y se aspira el humo”, explica Juan Carlos Damín, jefe de Toxicología del Hospital Fernández. Este médico e integrante del Comité Científico que asesora al jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, fue quien cruzó el río con el informe de Umpiérrez bajo el brazo.
Damín llegó a la misma conclusión sobre la composición química del paco el mes pasado –como anticipó Página/12 a principios de septiembre–, luego de insistir para conseguir las muestras (alrededor de 20 dosis secuestradas por la policía en distintos barrios del conurbano). El análisis se realizó en los laboratorios de la Gendarmería Nacional y de la Policía Federal Argentina. “Cambiamos el protocolo de análisis porque ellos buscan saber si es cocaína o no para confirmar si es legal o ilegal –explica–. Cuando les daba cocaína positivo pero clorhidatro negativo era la PBC, pero la verdad es que no determinaban si era un sulfato (característico de la pasta base). Lo que hicimos fue agarrar un montón de muestras que tenían y nos dio sulfato negativo. Es decir que el paco era el alcaloide puro, no era pasta base.”
Sobre su aspecto, este toxicólogo asegura que “se parece al azúcar amarillo, tiene una contextura granulada y es pastosa, húmeda”. Uno de los típicos daños generados por fumar paco, agrega, es lo que se conoce como “pulmón de crack”. “Produce alteraciones muy particulares en la estructura del pulmón, como la gente que ha fumado mucho tabaco, pero de golpe. Le decimos ‘pulmón húmedo’. Los pacientes respiran corto, pierden la capacidad pulmonar, además daña mucho al sistema nervioso central”, detalla. Pero sostiene que sus efectos no son irreversibles, como los de la PBC.
Lo que distingue al paco del crack que se vende en Estados Unidos o Europa (y también se fuma) es que este último se produce a partir del clorhidrato de cocaína y no de la PBC. “En España es más caro el crack que la cocaína, lo cual tiene sentido”, dice Umpiérrez. El precio de cada dosis de paco va en aumento, en Argentina varía de 5 a 10 pesos, y por lo que comenta este especialista, el volumen de PBC que se destina a fabricarlo sigue siendo un buen negocio para quienes lo fabrican y trafican.
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