Lun 19.10.2009

SOCIEDAD  › DESPUéS DE CIEN AñOS, SE SABRá CUáNTOS AFRODESCENDIENTES HAY EN EL PAíS

“Hacer visible la diáspora”

El censo nacional de 2010 indagará sobre el origen africano de los argentinos. Desde 1896 no se consultaba ese dato. Ahora, la Asociación Africa y su Diáspora logró que se incluya de nuevo. Busca revertir la invisibilización de los afrodescendientes en el país.

“¿Usted o alguna persona de este hogar es o tiene antepasados de origen afrodescendiente o africano (padre, madre, abuelos/las, bisabuelos/las)?” La pregunta sobre el origen poblacional “afroargentino” será un nuevo interrogante incorporado al censo de 2010. En 1896 fue la última vez que las comunidades con raíz africana fueron incluidas dentro de las estadísticas estatales y en noviembre próximo será la primera oportunidad que tienen para protagonizar una prueba piloto en un censo de población. “Fundamentalmente, las tareas de sensibilización y visibilización nos permitirán llegar a otros descendientes que nunca se han preguntado sobre su identidad o la ocultan producto del racismo y la discriminación sufrida durante épocas.” Pese a lo español de su nombre, Carlos Alvarez es uruguayo, secretario general de la Asociación Africa y su Diáspora, y las palabras que pronuncia delatan de pies a cabeza su herencia.

“Estamos convencidos de que sólo la lucha, la organización y la unidad nos permitirán, en este nuevo marco, conquistar la concreción de políticas públicas afirmativas para nuestra comunidad.” En diálogo con Página/12, Alvarez relató la búsqueda por “encontrar y valorizar nuestros antepasados”. Según estadísticas afroargentinas, son casi dos millones las personas que con raíces africanas habitan suelo argentino. Pese a que en 1810 uno de cada tres porteños era afrodescendiente, “no hay que suponer que la fiebre amarilla o las guerras aniquilaron nuestra herencia de una vez y para siempre”, dijo el hombre.

No obstante y como “la diáspora argentina no es visible hace mucho tiempo, buscamos revertir la situación”. Como primera medida, la asociación de Alvarez y otras diez organizaciones de afrodescendientes se contactaron con el coordinador general del Consejo Consultivo de la Cancillería nacional, Oscar Laborde. La explicación del migrante uruguayo es simple: “Como Laborde tiene rango de embajador, le pedimos que interviniera con las gestiones en el Indec (Instituto de Nacional de Estadística y Censos) para que se incluyera (dentro la cédula censal) nuestra pregunta”.

Aunque todavía no se reconoce socialmente la influencia africana en el tango, el idioma, la religión o el carnaval, “el Censo 2010 es un muy buen primer paso para conocer nuestro origen”, argumentó Alvarez. El hombre y sus cinco hermanos son la cuarta generación de descendientes africanos en su Uruguay natal y “gracias a la segregación originada por la esclavitud nunca supimos en qué región del continente vivieron nuestros antepasados”. La falta de una clara identidad originaria fue fundamental a la hora de construir en “forma conjunta” el múltiple choice del cuestionario censal. “Además de si y no, incluimos el ‘ignorado’: en Argentina muchas personas suponen ser afrodescendientes, pero no lo saben con exactitud producto de años de invisibilización”, explicó Alvarez a este medio.

La iniciativa se enmarcó en las acciones llevadas a cabo por la mayoría de los países del Mercosur. Porque, desde hace años, “Uruguay o Brasil incorporaron a las comunidades africanas a sus censos y, entonces, Argentina no podía seguir bajo el mito de que no existen los pobladores afrodescendientes”. Según la explicación de Alvarez, el trabajo entre las asociaciones, el Consejo Consultivo y el Indec “fue una práctica verdaderamente participativa y democrática, que esperamos sirva de modelo para evitar el racismo institucional ejercido por otros organismos del Estado”.

En un principio, sin embargo, de un lado como del otro primó el prejuicio. Con la mitad de la carrera de Sociología cursada, Alvarez reconoció sus propias limitaciones: “Cuando empezamos a participar de las reuniones con la directora general del Indec, tuve temor de que los estadistas nuevamente nos tomaran como objetos de estudio y no como sujetos de derechos –dijo Alvarez e, inmediatamente relató la situación del otro lado–. Pero también, desde la institución no nos entendían, nos decían que éramos muy reiterativos y generales a la vez”.

De todas maneras, el diálogo fue más fuerte. Además de la pregunta censal, las comunidades de afrodescendientes “pudimos comprometer al Indec para que desarrollemos un programa de sensibilización y difusión previo y durante el desarrollo del Censo 2010 que se incorporará a la publicidad oficial”, explicó Alvarez. “Saber cuántos somos y en qué condiciones vivimos nos permitirá plantear el desarrollo concreto de políticas públicas afirmativas para revertir centenares de años de exclusión e invisibilización”, concluyó Alvarez.

Informe: Mariana Seghezzo.

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