SOCIEDAD › CUATRO JóVENES CAYERON CON SU AUTO AL AGUA Y MURIERON EN EL ACTO
Habían dejado a un quinto amigo en su casa del country. Iban a volver a San Martín, donde vivían. Pero el auto quedó fuera de control y terminó en el lago. Se sospecha que iban a 180 km p/h.
Cuatro jóvenes de entre 21 y 26 años murieron en la mañana de ayer cuando el auto en el que viajaban se descontroló y cayó en uno de los lagos internos del country Nordelta, del partido de Tigre. Según la investigación policial, el auto había alcanzado los 180 kilómetros por hora, cuando se provocó el descarrilamiento. El accidente ocurrió cuando los cuatro jóvenes, que no vivían en el lugar, regresaban de un bar ubicado en el centro comercial que está dentro del barrio privado y al que fueron invitados por residentes del complejo.
Al llegar a la entrada del country, cercano a la Panamericana y Camino del Buen Ayre, en la localidad bonaerense de General Pacheco, el Volkswagen Cross Fox negro se detuvo en la garita de seguridad. Los cuatro jóvenes esperaban para ingresar el visto bueno de un amigo que reside en uno de los 12 barrios que componen el predio. Después del registro –que permitió la identificación tras el accidente– se dirigieron al extremo norte del country, donde se encuentra el Centro Comercial y el bar donde pasaron la noche.
Casi a las 6.30, el Volkswagen se puso en marcha nuevamente para regresar al partido de San Martín, de donde eran oriundos los jóvenes. El amigo de las víctimas “volvió a la casa porque estaban en autos distintos, y ellos (por los otros jóvenes) siguieron adelante”, aseguró el gerente general de la Asociación Vecinal de Nordelta, Pedro Segura.
Cuando el auto se dirigía por el boulevard De Los Lagos, la avenida central, de doble mano, hacia la salida para la ruta 27, comenzó el despiste. El auto avanzaba a la altura del barrio Las Glorietas por el carril derecho cuando el vehículo habría golpeado contra un cordón y el conductor perdió el control.
“El auto se desestabilizó unos 250 metros en línea recta y unos 70 hacia la izquierda hasta caer en el lago. En esa trayectoria en diagonal, saltaron el boulevard que separa ambas manos y dos lomadas que separan la avenida del lago”, contó ayer a la mañana a la prensa el presidente de la Asociación Vecinal de Nordelta.
Tras el accidente, el personal de seguridad del lugar alertó a la policía, los bomberos y luego arribó personal de la Prefectura Naval. “La gente de seguridad sintió el ruido del auto, vio que cayó al lago y a partir de ahí empezamos a revisar las filmaciones de las cámaras. Así descubrimos el auto que era y que se trataba de cuatro personas”, relató Segura.
El jefe de la comisaría segunda de Tigre, comisario Sergio Rodríguez, apuntó que aún no se podía establecer la verdadera causa del accidente, pero voceros de la pesquisa resaltaron que el auto habría alcanzado los 180 kilómetros por hora.
En ese sentido, Segura indicó que la velocidad máxima permitida en la avenida De Los Lagos “es de 60 kilómetros por hora, está señalado en toda la cartelería. Esta gente, no hay ninguna duda, que venía muchísimo más rápido”.
Cuando los buzos de Bomberos de Tigre e integrantes de Prefectura Naval hallaron el auto, a doce metros de profundidad en la laguna, los cuatro jóvenes ya estaban muertos. Según las pesquisa, la muerte fue instantánea.
“Los cuerpos fueron rescatados entre los hierros del vehículo. Dos de los jóvenes tenían astillas de vidrios en el cuerpo a causa del fuerte impacto que dieron contra el fondo del lago profundo”, señaló un bombero de Tigre mientras continuaba el peritaje bajo las órdenes del fiscal Gonzalo Aquino.
Las víctimas fueron identificadas como Alexis Fraccia, de 26 años, que era el conductor del auto y trabajaba en la empresa Cencosud; Darío Fassano, un almacenero de 22 años; Sebastián Cabirta, de 21 años, que trabajaba en la empresa de zapatos de su familia, y su primo, Eduardo Cabirta, de 25 años.
El exceso de velocidad que produjo el accidente de los jóvenes ya era parte de los reclamos de los vecinos del complejo, incluso para las calles internas de cada barrio en las que existen lomas de burro y el máximo de velocidad no supera los 20 kilómetros por hora para proteger a las 12 mil personas que viven en la ciudad-pueblo, a las que se les sumarán otras seis mil, y las diez mil que entran a trabajar todos los días en el centro médico, el centro educativo y otros espacios.
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