Jue 17.12.2009

SOCIEDAD  › LOS PRESIDENTES HUGO CHAVEZ Y EVO MORALES, EN LA CUMBRE DEL CLIMA EN COPENHAGUE

“El responsable es el capitalismo”

Ambos llamaron a un acuerdo que comprometa a los países industrializados. La cumbre termina mañana, pero hasta ayer no se vislumbraba consenso alguno. Japón ofreció 19.500 millones de dólares en ayuda a los países emergentes.

› Por Cledis Candelaresi

Desde Copenhague

Evo Morales, en conferencia de prensa, y Hugo Chávez, en el plenario de discursos públicos, pusieron ayer color latino a esta Cumbre Internacional por el Cambio Climático responsabilizando al capitalismo como sistema promotor de la contaminación. El presidente de Venezuela se ganó el gustoso aplauso de los representantes chinos cuando reclamó no tratar de un modo igualitario a los Estados Unidos y a China que, según subrayó, tiene el quíntuple de población pero demanda mucho menos petróleo. El frío y la nieve de Copenhague y sus alrededores contrastaban con la vehemencia de los manifestantes ambientalistas que presionaron por entrar al Bella Center hasta la detención policial. Pero se diferenciaba más aún de la temperatura que alcanzaron las negociaciones en el interior del centro de convenciones, progresivamente acorazado por vallas y detectores de metales, donde los negociadores se esmeraban por dar vida, siquiera, a un borrador que impida transformar al multitudinario cónclave de Dinamarca en emblema de un fracaso. Hay mucho esfuerzo puesto en juego, incluidos los más de 70 millones de dólares que desembolsaron los anfitriones daneses para el evento que culmina mañana, aún no se sabe con precisión cómo. Pero definir un documento que consagre una nueva forma de producir y consumir en el mundo está resultando mucho más complejo de lo que se previó hasta ahora.

Tanto Chávez como Morales llamaron a abolir el sistema capitalista para salvar al planeta de los efectos del cambio climático. “El cambio climático no es un problema de tecnología o de financiación –afirmó Morales–, es un problema de modelo de vida, es la causa del sistema capitalista, y si no entendemos esto seguramente nunca vamos a resolver estos problemas.” “Si el clima fuera un banco capitalista de los más grandes, ya lo habrían salvado los países ricos”, ironizó Chávez.

No hay dudas de que no alumbrará en Dinamarca un acuerdo en los términos que se previó en Bali hace dos años: que incluya a todos los países, que sea de cumplimiento obligatorio, que imponga a las naciones ricas la obligación de recortar drásticamente sus emisiones de carbono y, al mismo tiempo, de ayudar al resto del planeta a compensar el daño que produjo a la atmósfera su economía híper industrializada. Pero la presencia del centenar de mandatarios de gran talla tampoco se justificaría si de aquí no surgiera algo. A eso apuntan los negociadores con los mismos recursos que pueden replicarse en el cierre de un negocio millonario y complejo o en una disputa legislativa doméstica.

En Copenhague hay trasnochadas, chicanas y recelos. El grupo que trabaja sobre la base de un nuevo acuerdo (y no sobre la prórroga de Kioto) continuó hasta la mañana del miércoles sin demasiado rédito. Allí se instaló la idea de que los países industrializados podrían imponer un documento diferente al que sirvió de base a esas discusiones de madrugada, para forzar una firma apresurada. “No aceptamos ningún otro texto que no venga del Protocolo de Kioto y de la Convención. No se puede sacar un documento de la nada”, sentenció Chávez, ganándose el aplauso general de la concurrencia.

La ministra de Ambiente de Dinamarca, Connie Hardegaar, abandonó provisoriamente la presidencia del evento dejándola en manos del primer ministro de su país, Lars Rasmussen. Lo hizo argumentando que la llegada de numerosos jefes de Estado ameritaba ese traspaso. Sin embargo, en el colectivo negociador se lo interpretó como un esfuerzo por distender, ya que la funcionaria estaba sospechada de realizar maniobras muy burdas para favorecer el interés de los grandes.

Entre ellos está Estados Unidos, especialmente interesado en un acuerdo que incluya en la misma bolsa a todos, obligando también a los países en desarrollo a asumir compromisos de limpiar sus economías. El tiro va directo a China, con la que comparte el podio de las dos naciones más nocivas del planeta: cada una es responsable de poco más del 20 por ciento de los gases que horadan la capa de ozono y elevan la temperatura del planeta. A esa exigencia de Washington apuntó Chávez cuando relativizó la responsabilidad de los asiáticos.

Los europeos picaron en punta con su propuesta de reducir su nivel de contaminación un 20 por ciento para el 2020 en relación a 1990, tope que están dispuestos a elevar si el resto de los ricos hace una apuesta igualmente fuerte. Para empujar en ese sentido, días atrás el bloque propuso desembolsar 7200 millones de dólares en el próximo trienio para ayudar al resto del planeta que padece los efectos del cambio climático sin haberlo provocado. Ayer, Japón ofreció 19.500 millones de dólares. Pero uno y otro objetivo resultan insuficientes según el mandato científico. Aun así, Suecia ayer jugó fuerte asumiendo en el plenario de voces ilustres la vocería de Europa que quedó hermanada con la posición de Estados Unidos. Fue cuando reclamó un acuerdo que también impusiera metas sobre las naciones en vías de desarrollo. Un disparo que va directo a los grandes emergentes.

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