Dom 27.12.2009

SOCIEDAD  › DISCOTECAS DE BARILOCHE PROPONEN LIMITES A HORARIOS Y AL CONSUMO DE ALCOHOL

Qué noche, Bariloche

Un grupo de empresas modificó el paradigma de la noche para los viajes de egresados: entran a las disco a medianoche, salen a las 4, y se controla el consumo de alcohol.

Levantarse sin resaca, no tomar alcohol en la “previa”, entrar al boliche a la medianoche e irse poco después de las 4, bailar sin parar con poco alcohol en el organismo y atenerse a un acuerdo de convivencia para evitar comportamientos violentos. No son ideas que se asocien a las salidas nocturnas de los jóvenes y menos a los viajes de egresados. Pero desde Bariloche, las discotecas con las pistas más gastadas del país, por el paso de 120 mil estudiantes cada año, propusieron cambiar el paradigma y plantear esas condiciones para mostrar que “hay otra posibilidad de divertirse, lejos de las peleas y el alcohol”.

En su quinta noche al hilo, Rodrigo seguía en pie en la pista del segundo piso de la discoteca Rocket. Abajo, en la pista principal, unos 200 egresados –de entre 17 y 18 años– saltaban, bailaban, coreaban; el disc jockey no les daba descanso, un hit atrás de otro. El joven cordobés había esquiado en el cerro Catedral durante toda la tarde y a las 2 miraba el reloj con ansias de almohada, pero insistió: “No me puedo ir, es muy temprano. Entramos a las 12 y la noche se hace muy larga”.

Es que en San Francisco, donde cursa su último año de la secundaria, la noche arranca con una previa –amigos y alcohol– a la madrugada y recién a las 4 los boliches abren las puertas, de donde nadie sale hasta las 7, con unos cuantos “fernés” de más. “Los chicos vienen con prácticas distintas desde sus ciudades y nosotros tratamos de ofrecerles otra manera de divertirse”, explicó Roberto Bruzzone, gerente comercial de Alliance, empresa que maneja las discotecas Rocket, By Pass y Cerebro, tres de las cinco más visitadas por los egresados y que desde hace unos años comenzaron a cambiar las pautas de organización para modificar la imagen de la noche a orillas del Nahuel Huapi.

La iniciativa privada, que sus precursores ven como un “cambio de paradigma”, comienza en la Central de Reservas, donde las empresas de turismo estudiantil acuerdan con meses de anterioridad en qué boliche pasarán cada noche los estudiantes. “Con el sistema de reservas, podemos decirle por teléfono a un padre dónde está su hijo y ponerlos en comunicación”, resumió Bruzzone.

El segundo paso está en el contrato de convivencia entre las discotecas –que dejan de lado esa carátula por la de Circuito Turístico Nocturno– y los coordinadores de los grupos de estudiantes. Además del horario tope de entrada, en el contrato se conviene castigar con la prohibición de entrada, en las siguientes noches, a aquellos estudiantes que protagonicen hechos de violencia. Antes de tomar tal medida, Bruzzone resaltó que “lo primero que se trabaja es la prevención. El personal de seguridad (conformado por agentes de civil) habla con los chicos, que vienen a pasarla bien y cuando comienzan a pelearse lo único que quieren es que alguien los venga a separar”.

Jaquelina llegó desde Santa Fe para celebrar que el año próximo comenzará la facultad en Rosario. Contó que en su semana de celebración sólo se interpuso una pelea. Desde una de las escaleras que sale de la pista principal y desafiando los decibeles que alcanza un tema de Los Auténticos Decadentes, aseguró que el único día que vio algunos empujones “se paró la música, se prendieron las luces y dijeron que si seguían peleando, se terminaba la noche”.

El exceso de alcohol parece ser una realidad en retroceso en las noches barilochenses. Basta consultar a los egresados sobre los precios de la cerveza y los tragos –que sólo pueden comprar quienes tienen 18 años–- para recibir una respuesta unánime: “Para ponerte en pedo necesitás como 200 pesos”.

La reducción del etílico en el organismo de los egresados se debe a otros dos factores: el horario de entrada a los boliches y el estricto control sobre el ingreso de alcohol a los hoteles (¡revisan hasta las cajas de chocolate!) que busca evitar la “previa”, pesadilla de las madres y los padres de los adolescentes. “Los casos de coma alcohólico bajaron de tres por semana a tres por temporada”, ejemplificó el gerente de Alliance. Algunas madres, desconfiadas, tomaron el rol de acompañantes de viaje y miraban a sus hijos desde el panóptico en el que se transformó la pista del tercer piso de Rocket. Por suerte, para un grupo de egresados de Las Flores, Buenos Aires, la mamá fue suplantada por Guillermina, la “profe” de italiano, pero que también llegó para cuidarlos: “Los chicos entendieron que sin emborracharse pueden divertirse igual, y a la mañana siguiente disfrutar de las excursiones. Es el viaje más importante de sus vidas, estar borrachos y no acordarse de qué hicieron no es la mejor decisión”.

Dos pisos abajo, los pibes aplauden. No se presentó ninguna banda de música, ni acaban de presenciar un show de láser, de baile, de humor, de nada. Las palmas suenan luego de que, por dos minutos, todos los ojos estuvieran puestos en un video de seguridad –en pantalla gigante–: cierre de los baños, cada una hora, para desinfección (post gripe A, a los estudiantes los persiguen con alcohol en gel hasta abajo de la cama), ubicación de la sala de primeros auxilios y salidas de emergencia. Esas medidas, y otras tantas, permitieron que las tres discos sean las primeras –según la entidad privada– en conseguir y renovar las certificaciones de seguridad ISO 9001 y Ohsas 18001.

Otros aplausos se escucharán cuando el locutor arengue a los jóvenes nombrando su lugar de origen o la escuela a la que pertenecen. Quienes fueron quedando sin fuerzas en su manos para aplaudir o en sus piernas para bailar, le dieron sus nombre a los “coordinadores de salida” y se tomaron el micro que los lleva directo al hotel. Y si alguno de los habitantes de Bariloche, que se quejaba de que los egresados “sólo traían problemas” y “espantaban a otros turistas”, pasa por la puerta y ve irse un micro, pensará que no salen de un boliche sino de la escuela nocturna.

Informe: Nahuel Lag.

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