SOCIEDAD › UNA COMPETENCIA FEMENINA, ENTRE HOY Y MAñANA, EN LAS OLAS DEL FARO
Hasta no hace mucho, en las tablas había predominio masculino. Fue hasta que aparecieron las pioneras, que impulsaron la práctica entre mujeres, promovieron a una surfista entre las top ten del mundo y organizaron la competencia que se inicia hoy.
› Por Soledad Vallejos
Desde el agua, el mundo cambia. “Es otra la perspectiva. Vos estás en la tabla y desde ahí ves la orilla, contemplás todo de otra manera. Hacer surf es un antes y un después” en la vida, dice Lucila Gil, surfista “desde siempre”. Ella, que con sus hermanas, sus amigas y todas las cómplices de las olas que aparecieran armó Surf & Arte, una cofradía de chicas y chicos surfers con ganas de más, insiste en que atravesar la experiencia puede resultar fundamental. “Es algo particular, extraño”, insiste, y por eso celebra que este año setenta competidoras se hayan inscripto en Roxy Surf & Arte, el torneo femenino que entre hoy y mañana se celebrará en Honu Beach, a la vera del Faro Norte. Hoy “no va a haber olones, pero sí olas chiquitas, agradables, y el domingo posiblemente haya viento sur, pero el balneario está protegido. El clima nos acompaña”, celebra con una sonrisa y un leve movimiento de cabeza que hace bailar la corona de flores de plástico inmensas, coloridas, que lleva con una naturalidad pasmosa.
Habrá un momento de yoga para hacer el saludo al sol, una muestra y un kiosco de arte (“porque muchas de nosotras somos también artistas y pintamos, y además unas van a competir en Nueva Zelanda el 20 de enero y queremos recaudar fondos para ellas”), una mesa de frutas para las participantes, sesiones de masajes (“para ser las reinas de la playa”), clínica de surf para iniciarse. “Lo que no va a haber es música. Lo hicimos por primera vez el año pasado, y lo vamos a repetir porque nos encantó: la idea es escuchar las olas, el mar, la playa, no estar aturdiéndonos con parlantes”, señala Lucila, que describe como excepción “un corner con instrumentos de percusión, un bongó, una pandereta”, para quien se deje inspirar en algunos momentos. Ante todo, se trata de “que la naturaleza no tenga que amoldarse a nosotros, sino de que nosotros nos amoldemos a ella”. Por eso, también, al promediar la tarde de hoy y mañana la delegación argentina de la Surfrider Foundation llevará adelante, como parte del evento, la caminata educativa Playas Limpias, que incluirá charlas educativas sobre preservación del medio ambiente.
“Más que una dependencia es un estilo de vida”, corrige Lucila Gil cuando escucha que las rutinas del surf suenan absorbentes a oídos profanos. Todos los días de su vida, “salvo en invierno si hace mucho frío”, sube a una tabla para bracear, treparse, perderse en el mar. Hace exactamente un año no pudo compartir una salida con las competidoras porque estaba a poco de parir a su tercer hijo y “tenía la panza así”, pero hasta el cuarto mes de embarazo no hubo quien la disuadiera de hacerlo. “No sé cómo explicarlo. Es así. Es como que empiezo a surfear y se me acomoda todo. Hay una conexión con el presente, pero también es diversión, dejás todas tus preocupaciones. Te conectás con la naturaleza y te divertís.” Habla con una pasión irrefrenable, aunque no pueda datar cuándo empezó a sentirla, porque sólo sabe que su primera vez arriba de una tabla sucedió hace mucho. “Era chiquita”, explica, y con timidez agrega que su padre es “Daniel Gil, uno de los pioneros”, cuando en realidad debería decir el primero en introducir las tablas (y con ellas las primeras prácticas marplatenses) en Argentina. De modo que el amor al mar tal vez venga en los genes, porque una de sus seis hermanas y también uno de sus dos hermanos son nombres habituales de la escena surfer: Moira participa de la gestión de Surf & Arte, y Daniel, también como ellas, interviene habitualmente en competencias.
Para ella y sus hermanos, salir a surfear era tan natural que mientras iba creciendo no pudo menos que notar una gran ausencia: la de las chicas. Ahora, con 33 años, recuerda que con sus hermanas y amigas de sus hermanas hacían salidas especiales para buscarlas. Y cuando las encontraban, agendaban citas semanales para no perderse de vista y seguir reconociendo que estaban en una comunidad de pares. “Y cada año, desde el 21 de septiembre, nos encontramos los viernes”, cuenta, mientras recuerda que aunque ésta sea la tercera edición de la competencia bajo los auspicios de la firma surfer Roxy, ellas vienen organizando competencias femeninas desde 1998. ¿Por qué? “Porque el surf femenino estaba frenado, como reprimido. Era como que había ganas, pero no avanzaba”, tal vez porque los varones asumían como exclusivamente propias las olas, pero también posiblemente porque “mientras el hombre se impone, nosotras podemos ser un poco retraídas”, especula como desentendida de su propio trabajo, que también incluye, por ejemplo, haber fomentado y alentado el talento de Ornella Pellizzari, la surfista argentina rankeada en el top ten mundial (el WQS).
Largarse mar adentro y sostenerse, dice Lucila, no es imposible. “Dependés un poco de tu fuerza: tenés que ir a encarar el mar. No siempre es fácil, pero se puede.” Y cada vez más chicas se dan cuenta de que es posible. La competencia de Surf & Arte crece en convocatoria cada año, da puntaje para el ranking nacional (ASA), tiene premio en efectivo y apoyo de nombres venerados de la especialidad, como el de Fernando Aguerre, presidente de la International Surfing Association (ISA), que viajó para la ocasión. “Es bueno que haya más chicas haciendo surf, cambia la energía, hace bien”, arenga Aguerre, que tiene entre sus preocupaciones inmediatas demostrar que la proporción de surfers varones y mujeres ya permite insistir en postular al deporte para categoría olímpica. A sus 51 años, “hace cuarenta años que lo practico”, y por eso se permite abonar el terreno para fanatismos. Hace poco, por caso, en la fiesta de una ONG para recaudar fondos, habló tanto y con tanto entusiasmo de su deporte de cabecera que al promediar la noche “una señora pudiente, de 65 años” se le acercó para contarle que después de escucharlo había cancelado la cita para la liposucción que tenía programada al día siguiente; “en lugar de eso –recuerda Aguerre que le dijo la señora–, voy a empezar surf mañana”. ¿Cuál puede ser el encanto? “Es que no importa la edad, si se hace bien, se hace mal, nada de esas cosas que importan en otros deportes. Porque en la mayoría de los deportes, si sos malo no disfrutás, y hasta podés pasarla mal. Pero en surf, seas bueno o malo, siempre te divertís.”
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