SOCIEDAD › PSICóLOGOS Y MéDICOS OPINARON SOBRE EL MATRIMONIO GAY EN EL SENADO
El psicoanalista Alfredo Grande se refirió en esos términos a la necesidad de reemplazar “el miedo por la alegría”. La decana de Psicología de la UBA, Sara Slapak, pidió “diferenciar posiciones religiosas de prejuicios”.
› Por Soledad Vallejos
A dos semanas de que se dictamine el proyecto de ampliación del matrimonio civil, la mañana y la tarde de ayer congregaron en el Senado a psicólogos y psiquiatras. Celebridades mediáticas y de la academia se alternaron con profesionales identificados con ámbitos confesionales y hasta un pastor que omitió presentarse como tal. La jornada, inevitablemente fragmentada y atravesada por el partido de la Selección, reunió tantos argumentos favorables nuevos como repetidos en contra, ante una Comisión de Legislación General algo mermada (además de la presidenta, Liliana Negre de Alonso, sólo la senadora María José Bongiorno estuvo presente).
En el principio, el abogado de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), Pedro Paradiso Sottile, ratificó que esa ONG “apoya desde el principio de este debate el proyecto de modificación de la ley de matrimonio” y recordó que había solicitado “públicamente a las y los legisladores que retiraran los proyectos de unión civil porque el objeto del presente debate es el matrimonio”. La aclaración vino a deslindar opiniones, puesto que la semana pasada la jueza Graciela Medina, al recomendar el proyecto de unión civil en lugar del de matrimonio, se presentó ante el Senado vistiendo remera de la CHA y recordando que oficia allí de asesora.
Poco después, el psicólogo mediático Gabriel Rolón (“con quien hemos compartido la mesa de un conocido programa de televisión, el de Mirtha Legrand”, recordó Negre) indicó que la mención a Dios que hace la Constitución Nacional “no debe funcionar como una atadura” para “el pensamiento libre”. En una intervención que enumeró, minuciosamente, las diferencias entre la sexualidad instintiva de los animales y la sexualidad humana, atada al placer y no exclusivamente a la procreación, Rolón no se privó de ejemplos: “Cuando tenemos relaciones para procrear, nos permitimos contarlo. Uno va a una reunión y ella dice a sus amigos: ‘Con Alberto hace dos meses que estamos buscando’. Todo el mundo le dice: ‘Qué bien, qué bueno’. Nadie dice ‘con Alberto estamos buscando un orgasmo’, que es el motivo de la mayoría de los encuentros sexuales”.
Rolón insistió en que el matrimonio es más que una búsqueda por procrear, por lo que el nombre del matrimonio entre personas del mismo sexo “no puede ser otro que el que se usa para matrimonios heterosexuales”. Si el término tiene acepción exclusivamente religiosa, “no se lo robemos” a la Iglesia Católica, “busquemos otro para todos los matrimonios civiles”. Respaldó la adopción por parte de matrimonios integrados por personas del mismo sexo y, como también haría luego el psicoanalista Alfredo Grande, observó el argumento según el cual eso sería en detrimento de niños y niñas porque sus pares los discriminarían. “Se quiere hacer cargo a los sujetos de las culpas de la sociedad. Yo he escuchado: ‘¿Y cómo lo van a tratar a ese chico en el colegio?’. ¿Es culpa de ese chico? ¿Es culpa de los padres del chico? ¿O es culpa de los padres de los compañeros, esos que por ser diferentes los van a tratar distinto?”
Para “un país que ha sufrido el terrorismo de Estado”, Alfredo Grande reclamó el ejercicio de la “ternura de Estado”, una categoría definida como una nueva legalidad inclusiva, en la que “buscamos pasar del miedo a la libertad a una libertad vivida con alegría. Se trata de la “batalla cultural más hermosa de todas”, insistió, en la que “seremos todos vencedores y no habrá ningún vencido”.
Servirse de cifras de supuestos estudios para referir datos “científicos, y no hablar desde la psicología, como Rolón”, fue la estrategia de Gerardo Perazzo, quien razonó: “Soy médico urólogo y hago bioética”. Entre personas del mismo sexo, “no hay unión, sino usos desnaturalizados” del cuerpo, afirmó, antes de reeditar afirmaciones curiosas acerca de la mayor tendencia a la promiscuidad, las enfermedades mentales y físicas, entre otros males, que sufrirían gays y lesbianas. Lo mismo hicieron, por la tarde, la directora del Instituto para el Matrimonio y la Familia de la UCA, Zelmira Bottini, la docente de la UCA Viviana Duarte, la catequista y psicóloga de la USAL Beatriz Boato y la directora del Centro para la Defensa de la Vida y la Familia de la Ucalp, Elcira Nazar Espeche.
En idéntico sentido, pero imprimiendo fuerte emotividad a su intervención, habló Gabriel Flores Ciani. Fue presentado como “médico psiquiatra”, pero omitió aclarar que también es pastor y fundador de la Iglesia JNS Fuente de Vida. Entre menciones a Dios y referencias a “queridos muchachos” que se acercan a él para contar sus sufrimientos por ser gays sin desearlo, afirmó que la homosexualidad es una “parafilia”, una “conducta sexual inadecuada” como “la zoofilia, la pedofilia, la necrofilia, la coprofilia”. La enumeración estremeció a un grupo de señoras, que no pudieron contener un sonoro “hmmm”.
Todas esas afirmaciones fueron rebatidas a lo largo de la intervención de la decana de la Facultad de Psicología de la UBA, Sara Slapak, quien además de aportar argumentos y estudios referenciables, ratificó el apoyo que, días atrás, el Consejo Superior de la UBA brindó a la ampliación del matrimonio civil. Hay que diferenciar, dijo, “entre las posiciones religiosas y filosóficas y los prejuicios”, que “son tóxicos” y acarrean “decisiones hipócritas y abusos de poder”.
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