Dom 11.07.2010

SOCIEDAD  › LA MUERTE DE LA ESTUDIANTE DE PERIODISMO PUSO EN ESCENA EL DRAMA DE LOS NOVIAZGOS VIOLENTOS

Las otras Marianelas

El crimen en Balvanera de la joven de 19 años, por el que está preso como sospechoso su ex novio fueguino, desnudó la situación de violencia que viven muchos noviazgos. Al menos doce chicas fueron asesinadas en el país en 2010. Las escasas experiencias en prevención. Los testimonios de víctimas. Cómo detectar las situaciones antes de que sea tarde.

› Por Mariana Carbajal

Al menos doce adolescentes fueron asesinadas en lo que va del año en distintas partes del país a balazos, apuñaladas, degolladas o estranguladas, y en los hechos el principal sospechoso es su novio o un ex novio. Cuatro chicas más resultaron gravemente heridas, una de ellas por golpes de martillazos, otra después de que le quemaron el rostro. Los casos son la cara más extrema de los noviazgos violentos, un fenómeno que empieza a visibilizarse pero al que todavía se le presta muy poca atención en las escuelas para trabajar en su prevención. El caso de Marianela Rago, la estudiante de periodismo de 19 años, que murió asfixiada, golpeada y prácticamente decapitada, puso el tema en el centro de la escena mediática.

La violencia en una pareja adolescente suele quedar enmascarada por un excesivo control a través del celular, en el chat o sobre el tipo de ropa que viste, advierte Patricia Escariz, trabajadora social del Centro Municipal Vivir sin Violencia, de Morón, donde están realizando talleres en dos escuelas secundarias con la temática y, además, ofrecen una capacitación anual a mujeres para que puedan identificar en sus barrios la violencia entre jóvenes. Apretones, empujones, tirones del pelo, palmadas, pellizcos, insultos, son algunas de las formas que adquiere la violencia en los noviazgos. Con el paso del tiempo, va en escalada y puede terminar en golpes. La violencia en el noviazgo puede ser el inicio de una vida en pareja y posteriormente en familia marcada por el maltrato. Pero las chicas no han aprendido a reconocer los diferentes rostros de la violencia. “La conducta violenta no es percibida ni por las víctimas, mujeres en su mayoría, ni por quienes ejercen la violencia, los varones en general. Al contrario, muchas veces es entendida como una expresión de interés y cariño, de manera que por ‘amor’ se tolera el maltrato. La violencia en el noviazgo pasa inadvertida también porque el abuso se asocia a las parejas casadas y con hijos y no se reconoce, principalmente por la desvalorización de las relaciones amorosas entre adolescentes, que son consideradas como exageración o ‘cosas típicas de la edad’”, apunta Laura Rozados, docente e investigadora de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de Entre Ríos, desde donde impulsó durante varios años un proyecto dirigido a prevenir los noviazgos violentos en la ciudad de Paraná.

La violencia en el noviazgo, explica Escariz, aparece disfrazada a través de exigencias. “Ellos les dicen que si las quieren, tienen que hacer tal o cual cosa, por ejemplo, no usar preservativo en las relaciones sexuales, como una forma de demostración de fidelidad. Después, aparece la violencia física. A veces se agrava con el consumo de alcohol y drogas. El problema es que hay mucha naturalización de la violencia y hasta que no llegan a situaciones graves no la perciben como violencia”, agrega la trabajadora social. Desde el municipio de Morón, Escariz está coordinando talleres en dos escuelas del sur del distrito. En una técnica, con alumnos y alumnas de 4º año y en una media, con un curso de 2º. “Las chicas cuentan que los novios no las dejan tener amigos. Se genera mucho debate. Hay algunos que justifican cualquier cosa si uno es infiel, incluso matar. Hay muchos temas musicales de cumbia, que ellos escuchan, donde esto se justifica”, apunta Escariz.

Por ahora son escasísimos los grupos de ayuda mutua para adolescentes con parejas maltratadoras: entre las pocas jurisdicciones que se ocupan particularmente del problema, se destacan el municipio de Morón y la ciudad de Buenos Aires, que viene trabajando sobre el problema desde hace ya varios años. En 2009, en el ámbito porteño atendieron a 178 chicas, de un promedio de 18 años, informó la directora de la Mujer, Guadalupe Tagliaferri. La funcionaria aclaró que es un problema de todos los sectores sociales. “Muchas veces las que consultan en primera instancia son las madres, porque las adolescentes no alertan sobre el noviazgo violento que están viviendo”, comentó la funcionaria. Este año decidió abrir dos grupos de ayuda mutua más para jóvenes en noviazgos violentos: uno en el Centro Integral de la Mujer de Lugano y otro de Villa Devoto, que se sumó al que ya estaba abierto en Piedras 1281. Para asesorarse o pedir ayuda, se puede llamar al 0-800-666-8537.

Como la violencia machista es consecuencia de los patrones socioculturales que promueven y sostienen la desigualdad de género y las relaciones de poder sobre las mujeres, en la medida en que no se trabaje en los ámbitos educativos para desarmar esa matriz, es difícil que se puedan prevenir los noviazgos violentos, advierte Esther Mancera, de la Fundación Alicia Moreau de Justo, una ONG que brinda asistencia en la Ciudad de Buenos Aires a mujeres golpeadas. “Hay que trabajar con políticas de igualdad desde la escuela. En España empiezan en el nivel inicial con el desarmado de los estereotipos de género y van avanzando a lo largo de la escolaridad. Me he encontrado en España con nenas de 8 o 9 años que hablan de que ellas tienen que ser respetadas como mujeres”, cuenta Mancera.

En el programa de contenidos mínimos curriculares de educación sexual integral, aprobados por todas las provincias, hay ejes específicos desde el jardín de infantes hasta la secundaria que apuntan en ese sentido. Pero todavía no se aplican en la mayoría de las escuelas. Mirta Marino, coordinadora del Programa Nacional de Educación Sexual Integral, adelantó a este diario que están preparando un cuadernillo especial para docentes secundarios con lineamientos para trabajar puntualmente la temática de noviazgos violentos en las aulas.

Desde la sanción, un año atrás, de la Ley 26.885 de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres en los Ambitos de sus relaciones Interpersonales, se puede denunciar situaciones de violencia en los noviazgos. Antes, la mayoría de las legislaciones provinciales sólo tomaban como violencia doméstica si la mujer convivía con el victimario. Y no estaban previstas medidas de protección hacia la mujer si el agresor era un novio o ex pareja.

En la ciudad de Buenos Aires pueden pedir asesoramiento y realizar la denuncia en la Oficina de Violencia Doméstica de la Corte Suprema de Justicia. Las menores de 18 años son atendidas sin que sea necesario que vayan acompañadas por una persona adulta. Desde que abrió la OVD, en septiembre de 2008, recibió un promedio de 10 denuncias por mes en las que el agresor es un novio: en total, hasta el 30 de junio último, se hicieron 227 denuncias de esa índole.

El femicido de Marianela Rago, la estudiante de periodismo de 19 años, que murió asfixiada, golpeada y prácticamente decapitada por el corte que sufrió en la garganta con una cuchilla de su cocina, puso en los últimos días el tema en el centro de la escena mediática. Su ex pareja, Francisco Amador, está preso como principal sospechoso de ser el autor del homicidio. La madre de la joven confirmó en la Justicia, el viernes. que Amador había amenazado a su hija cuando terminaron la relación, unos diez meses atrás, en Tierra del Fuego, de donde eran oriundos. Allí, Marianela lo había denunciado en los primeros meses del noviazgo por lesiones, pero la causa había quedado archivada. Terminado el noviazgo, Amador la seguía hostigando, con amenazas, y hasta le había pegado.

Pensar a la mujer como parte de su propiedad es una de las características de un hombre que entabla un vínculo violento. No aceptar que lo pueda dejar, es otra. Tal vez el mayor problema para denunciar la violencia en un noviazgo y tomar distancia del maltratador es que las propias adolescentes no suelen identificarla como tal, especialmente si vivieron en un hogar violento y “aprendieron” que ésa es una forma de amar y relacionarse amorosamente.

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