Vie 06.08.2010

SOCIEDAD  › LA AMIA CONSTRUIRA UNA SECCION SEPARADA EN LA TABLADA PARA LOS CONVERTIDOS CON RITOS NO ORTODOXOS

Un cementerio para judíos de segunda

El presidente de la AMIA, Guillermo Borger, anunció que en el cementerio de La Tablada habrá una sección especial para esos casos, que ahora no pueden ser enterrados en ese cementerio. “Esto continúa con la discriminación”, alertó el rabino Goldman.

› Por Raúl Kollmann

La AMIA, a través de su presidente, Guillermo Borger, hizo un anuncio polémico el lunes pasado: el inicio de la construcción de una nueva sección en el tradicional cementerio de La Tablada. En esa franja serán enterradas las personas que resolvieron convertirse al judaísmo, pero no lo hicieron por los ritos y la conducción de rabinos ortodoxos, sino bajo la guía de un rabino progresista. De esa manera, la AMIA considera que se le da solución al entierro de personas convertidas, a las que les está prohibida la sepultura en La Tablada, junto con todos los demás judíos. Para muchos, la iniciativa actual de la AMIA no mejora en nada la situación, sino que crea una especie de gueto al que serán derivados los convertidos, pero no certificados por la ortodoxia. “Esto continúa con la discriminación. Un esposo quiere ser enterrado en el mismo sitio que su mujer convertida al judaísmo. Y yo quiero ser enterrado con ellos”, le dijo a Página/12 el rabino de la comunidad Bet El, Daniel Goldman.

La construcción de la nueva franja de La Tablada, separada del cementerio tradicional, fue anunciada a la Agencia Judía de Noticias (AJN) esta semana. Guillermo Borger, presidente de la AMIA, que administra el cementerio, sostuvo que en veinte días comenzarán las obras y la nueva franja sería inaugurada antes de que Borger termine su mandato, en mayo de 2011.

En junio de 2008, este diario advirtió sobre tres casos concretos, también señalados por la comunidad Bet El. El primero era el de una persona convertida al judaísmo en 1948, en el gran templo de la calle Paso. Falleció en 2008, es decir que llevaba sesenta años de vida judía. El segundo caso era un integrante de la comunidad Bnei Tikva y el tercero era un rosarino, hijo de madre judía, pero “con apellido dudoso”. El reclamo fue hecho por las familias y lo encabezaron dos socios de la AMIA, José Scher y Juan Segal, junto con el rabino Goldman.

Los casos fueron graves porque uno de los cuerpos debió ser enterrado en la Chacarita, el otro fue derivado a Lomas de Zamora, a un sitio para “dudosos”, y se dice que el tercero insistió e insistió hasta que le permitieron el entierro en La Tablada. El punto es que, en general, se trata de familias que sostienen –con todo derecho– que su papá o su mamá querían yacer en el mismo lugar que su pareja de toda la vida, pero no lo permiten porque no hicieron la conversión con un rabino ortodoxo. La AMIA tiene un rabinato que es algo así como la voz oficial y entonces se sostiene que son inválidas las conversiones realizadas por los rabinos llamados conservadores y reformistas, que son las corrientes no ortodoxas.

La historia de las conversiones en la Argentina es curiosa y única. En las primeras décadas del siglo XX existió una organización mafiosa de judíos polacos, la Tzvi Migdal, que traía chicas muy jóvenes de Polonia para prostituirlas en la Argentina. Para evitar que los mafiosos no judíos se convirtieran al judaísmo, directamente se prohibieron las conversiones en la Argentina. La medida está avalada desde entonces por rabinos argentinos e israelíes. Ello derivó en un hecho asombroso: se acepta enterrar en cementerios judíos a los convertidos en Uruguay o Chile, pero no a los convertidos por rabinos no ortodoxos en la Argentina.

El rabino Goldman manifestó ayer ante este diario su rechazo a la construcción del nuevo cementerio para conversos. “Esta es una solución que no es una solución, sino que, por el contrario, consolida la discriminación. Un judío convertido es un judío y debe ser enterrado con todos los demás judíos. En lugar de existir un cementerio manejado por los ortodoxos, tiene que haber un cementerio donde puedan ser enterrados todos los judíos. Las familias tienen todo el derecho a estar en el mismo lugar que sus miembros que se convirtieron al judaísmo. Y yo también tengo derecho a estar enterrado en el mismo lugar que mis hermanos convertidos”, sostuvo Goldman. El rabino de la comunidad Bet El insistió también en reclamar que la AMIA no tenga un rabinato oficial, lo que excluye a las demás corrientes del judaísmo.

El vicepresidente de la AMIA, José Scaliter, de la corriente AMIA es de Todos, le dijo a la AJN que “si bien esta obra se votó en la mesa directiva, desde nuestro sector tenemos algunas reservas sobre cómo se va a reglamentar esta ampliación del cementerio. La construcción resuelve algunos problemas que son complicados, como el de dar sepultura a los conversos de cualquier corriente, que hoy no tienen lugar. Veremos en los próximos meses cómo consensuamos la reglamentación, para cuando llegue el momento de la inauguración”. Originalmente, durante la campaña electoral, AMIA es de Todos, agrupación fundada por el rabino Sergio Bergman, sostuvo que era inaceptable la construcción de un cementerio distinto para personas convertidas por rabinos de las corrientes no ortodoxas. Es más: Bergman –quien cobró notoriedad por su protagonismo en las marchas de Juan Carlos Blumberg– amenazó en su momento con iniciar una demanda contra la propia AMIA, acompañado por el constitucionalista Daniel Sabsay. Ahora parece que la agrupación admitirá el nuevo cementerio, pero consensuando la reglamentación. No será fácil. Quienes conocen el proyecto sostienen que en ese nuevo cementerio sólo podrán ser enterrados los cónyuges de una persona convertida, pero no los hijos. En cualquier caso, con una división de por medio, habrá un cementerio para judíos de primera y judíos de segunda.

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