Mar 14.01.2003

SOCIEDAD  › DESMORALIZACION EN LA CAUSA GARCIA BELSUNCE

Una investigación a oscuras

Los investigadores admiten que la pesquisa está empantanada. Y que las pericias no llevarán a nada. Pidieron al fiscal que se busque el arma asesina en un arroyo que cruza el country.

Por Horacio Cecchi
y Raúl Kollmann

Cuando ya promedia el tercer mes desde el asesinato de María Marta García Belsunce, el caso parece pasar por su peor momento. La inercia y la ausencia de adrenalina empujan a un punto muerto muy cercano a la desmoralización. Los investigadores lo admiten, pero a regañadientes. Como motivos, citan las escasas probabilidades adjudicadas a las pericias: “Lo del vello púbico no existe porque no hubo delito sexual”; “las pericias hemáticas no van a conducir a nada porque hubo 200 personas en el lugar”; “las huellas, salvo que sean de un killer famoso, no llevan a nada, y ya se sabe que no son de alguien con antecedentes”. Habrá que agregar que de las pericias contables aún no surgió nada. Para colmo, las relaciones entre los investigadores de la Bonaerense, el fiscal Diego Molina Pico y la Policía Judicial no pasan por su mejor momento, si es que alguna vez lo hubo. Las únicas expectativas parecen correr por una especie de manotón de ahogado: una propuesta elevada ayer al fiscal para que se rastree el arroyo que cruza el Carmel en busca de la disparadora de pitutos.
Ayer trascendió el protocolo de autopsia realizada al cuerpo de María Marta. De allí surge que, además de los disparos, la mujer presentaba equimosis (hematomas) en la frente, el pómulo y las piernas, fractura de la tercera costilla y los pulmones sin agua, lo quedesmorona la teoría de que se ahogó en la ducha. De todas formas, ese protocolo no modificó nada en la causa. “Empezamos otra semana de ninguneo.” Así describió el estado de ánimo a Página/12 uno de los investigadores del caso. El experto se refería a las escasas medidas tomadas por el fiscal: hasta el momento, pericias hemáticas, dactiloscópicas, contables y cruces telefónicos. De ninguna de ellas se aguardan resultados reveladores. Las pericias hemáticas no ofrecerán demasiado más que el factor sanguíneo de la propia víctima.
La huella de media palma y tres dedos de una mano izquierda de mujer no corresponde a nadie localizable por el momento. “Solamente tiene valor si correspondiera a la de un killer famoso. Pero ya cotejamos con más de dos millones de huellas y no corresponde a nadie con antecedentes”, lamentó el investigador. La semana pasada, Molina Pico ordenó ampliar el sondeo dactiloscópico a las 408 manos izquierdas de la totalidad de habitantes del Carmel. Tras el paso de 200 personas por el lugar del crimen, nadie tiene demasiadas expectativas de que conduzca a un resultado positivo. “Lo del vello púbico (levantado del sillón de la antesala) no tiene sustento. Su presencia no indica nada. No hubo delito sexual”, aclaró, lapidario, el investigador.
La semana pasada, la SIDE entregó un informe sobre los movimientos de cuentas locales de toda la familia. “No vimos nada raro en relación al crimen”, aclaró un 007. Tampoco surgió nada de las escuchas telefónicas.
Ayer se chequeaba la coartada de Nicolás Pachelo, el principal sospechoso en la hipótesis familiar. Aunque es algo endeble, tampoco surge nada que oriente la causa en su contra. “Hay pruebas más contundentes contra el entorno más estrecho de la víctima que contra ese vecino acusado por violento. Igual, no lo descartamos”, aseguró la fuente. Dos chicos del Carmel aseguraron haber visto a Pachelo conversando con un vigilador a la hora del crimen. El vigilador no trabaja en el country, lo que también es sugerente. Pero esas declaraciones resultaron muy dudosas.
Los únicos amagues de indagatoria que surgen de la Fiscalía apuntan contra la actuación policial: el “sacame la policía de encima” reclamado por Horacio García Belsunce (h.) al comisario Angel Casafús. Está prácticamente comprobado que lo realizó el mismo día en que asesinaron a su hermana. Ahora se intenta determinar si tras el llamado, un patrullero fue desviado de su camino. Aunque los amagues no se extiendan al fiscal amigo de la familia y de Casación, Juan Martín Romero Victorica, las incógnitas sobre su actuación se agregan al misterio. Sus dudas sobre el accidente fueron las que llevaron a Molina Pico y Degastaldi al country. Pero al llegar fueron recibidos por el mismo Victorica, quien bajó los decibeles a un simple accidente. “Si hubiera dicho su sospecha de que la mataron a fierrazos como dijo dos meses después, tendría que haber empujado sus dudas de otra forma”, sospechó un investigador.
El caso García Belsunce está en una meseta depresiva. Ayer, se propuso al fiscal rastrear el arroyo que cruza el Carmel y pasa por detrás de la casa de los Carrascosa. “Las huellas no se borran con el agua. En el crimen todo fue muy casero así que el o la asesina bien podría haberse despegado del arma arrojándola al arroyo”, se esperanzó sin demasiado fervor un investigador. Como viene ocurriendo, la muerte de María Marta sigue deparando sorpresas. En este caso, lo sorprendente es que a 46 días de la autopsia, recién se contemple la posibilidad de rastrear el lugar más obvio para despegarse de la disparadora de pitutos.

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