Jue 16.01.2003

SOCIEDAD

El arma no apareció y la causa parece estancada

Los investigadores revisaron el arroyo que cruza el country, donde esperaban encontrar el arma, pero no obtuvieron ningún resultado.

› Por Horacio Cecchi

El arroyo que pasa junto al chalet de los Carrascosa, donde fue asesinada María Marta García Belsunce, ayer acaparó toda la atención del caso. En ese arroyo –que más que arroyo es un zanjón de 50 centímetros de ancho por no más de medio metro en los sectores más profundos–, los investigadores pretenden hallar el revólver calibre 32 largo con el que balearon a María Marta. Pero, ayer, el arma no apareció. Siete investigadores revisaron el lugar y a la una del mediodía el calor y la ausencia de resultados dieron por terminada la tarea. Que el arma se encontrara en el zanjón era una de las últimas cartas con que contaban para desentumecer el caso, que a casi tres meses de ocurrido parece deslizarse hacia un final de estantes en algún archivo judicial. Otro grupo de investigadores recorrió el chalet para tomar nuevas fotografías. La Policía Judicial intentó chequear la extraña versión del cartonero que sostiene haber recibido un paquete con un arma de manos del marido de la víctima, Carlos Carrascosa. Igual que en el zanjón, la supuesta arma recibida por el supuesto cartonero jamás apareció. La señal más concreta sobre el estado de la investigación salió de la propia fiscalía: el próximo 20, Diego Molina Pico tomará sus vacaciones.
El zanjón corre en el límite del Carmel y el predio de la Villa Marista. Es muy angosto, en algunos sectores apenas es una hilacha de agua y en otros alcanza un ancho de no más de medio metro y otro tanto de profundidad. Corre a unos veinte metros del chalet de los Carrascosa. La sospecha de los investigadores es que allí puede haber sido arrojada el arma apenas fue asesinada María Marta. O era. Porque durante el rastrillaje no apareció y nada indica que vaya a aparecer. Ni que se vuelva a rastrillar. Durante la mañana, siete hombres de la Bonaerense recorrieron arbustos y tantearon la zanja con palos. Al mediodía se retiraron anunciando que a las cuatro de la tarde se reanudarían las tareas. No ocurrió. Los motivos eran visibles: ya no había dónde buscar.
Poco después de finalizadas esas tareas, la otra cara de la investigación, la Policía Judicial, volvió a la casa de los Carrascosa. Tomaron algunas fotos del escenario del crimen. Lo hicieron inducidos por el nuevo cuadro que aparece tras las pericias hemáticas, que determinaron que las supuestas manchas de sangre fuera del baño no eran tales. Al retirarse, el caso volvió a dar una sorpresa: por primera vez desde que una autopsia determinó que María Marta fue baleada en el cráneo, las puertas y ventanas del chalet fueron fajadas, supuestamente con la intención de preservar el escenario lavado, pisoteado por 200 personas y abierto al mundo durante 80 días.
La fiscalía ayer se dedicó a chequear la veracidad de la versión de un cartonero que declaró haber recibido dinero y un paquete de manos de Carlos Carrascosa para que se deshiciera de él. El cartonero aseguró que antes de enterrarlo en un descampado a unas diez cuadras de Carmel, abrió el paquete y encontró un revólver ensangrentado. Los investigadores, conducidos por el cartonero, buscaron en diferentes sectores del descampado pero el paquete jamás apareció.
Tampoco parece arrojar ningún resultado la pericia sobre el arma secuestrada al vigilador Norberto Mato en su casa de Grand Bourg. En realidad, el revólver estaba oxidado y en desuso hace mucho tiempo.
El caso parece dirimirse entre internas entre la Policía Judicial y la Bonaerense, y entre ésta y el fiscal, más que en avances en la investigación. La pauta de ello la da una información surgida del mismo ámbito judicial. Según fuentes del caso, el fiscal Diego Molina Pico a partir del próximo lunes 20 tomará sus suspendidas vacaciones anuales.

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