SOCIEDAD › POR PRIMERA VEZ UN CENSO BUSCA RECUPERAR LA IDENTIDAD DE LOS DESCENDIENTES DE PUEBLOS AFRICANOS EN EL PAíS
Dina Picotti, doctora en Filosofía y especialista en estudios afroamericanos, explica en esta entrevista la necesidad de reconocer a los afrodescendientes. Menciona los mitos que existen sobre ellos y las causas de su invisibilización.
› Por Nahuel Lag
“¿Usted o alguna persona de este hogar es afrodescendiente o tiene antepasados de origen afrodescendiente o africano?” Por primera vez, un censo nacional contará con la pregunta que permitirá dar cuenta de la tercera raíz identitaria de los argentinos, además de los pueblos originarios y de los europeos, que los trajeron como esclavos. Los censos de 1869, 1887 y 1895 contemplaron consultas por etnia, pero nunca de manera específica para los africanos o afrodescendientes y, desde entonces, se dio lugar a la invisibilización. “Desconocer a los afrodescendientes en el país es no reconocer nuestra identidad, es negarnos”, sentenció Dina Picotti, doctora en Filosofía, autora del libro La Presencia Africana en Nuestra Identidad y creadora de las especializaciones en Estudios Afroamericanos e Indoamericanos de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (Untref).
Las guerras internas posteriores a la Revolución de Mayo, la del Paraguay, entre 1865 y 1870, y la epidemia de fiebre amarilla en 1871 son argumentos históricos para sostener la supuesta ausencia de afrodescendientes en el país. “Aunque muchos negros murieron con las pestes y las guerras, porque vivían en las peores condiciones, muchos otros se mestizaron y están presentes. Esas afirmaciones simplistas pretenden ocultar la presencia `afro’ en nuestra población y nuestra cultura”, aseguró la directora de la Especialización en Filosofía Política y docente de Filosofía Política de la Cultura de la Universidad Nacional de General Sarmiento.
Una prueba piloto censal de captación de afrodescendientes realizada por el Indec y la Untref, con el apoyo del Banco Mundial, en 2005 en un barrio de la Ciudad de Buenos Aires y Santa Fe estimó que en la Argentina alrededor de dos millones de personas tienen ascendencia africana. “En el país, se utiliza el término ‘criollo’ para designar a los mestizos de europeos y pueblos originarios, pero hay muchos ‘zambos’ del mestizaje con el negro, con rasgos muy visibles todavía como la tez más oscura, el cabello rizado, ciertos rasgos en el rostro, por ejemplo los labios anchos, y el cuerpo”, resaltó la filósofa, de activa participación en el Movimiento de la Diáspora Africana en Argentina.
–¿Fue el modelo educativo del “ser nacional” impuesto en la década de 1880 el camino hacia la invisibilización de esas culturas presentes en nuestra identidad?
–Al conformarse los estados nación en el continente, intentaron a través de la educación alcanzar una homogenización ciudadana, haciéndolo sobre el modelo “civilizatorio”. Si bien no se justificaba era, en cierto modo, comprensible en ese momento. Lo que no es compresible es, como pedía Juan Bautista Alberdi, que no hayamos sabido adecuar luego nuestras instituciones a las exigencias de la población. Esa tarea requiere conocer y reconocer todos los factores que constituyen nuestra identidad, pero tenemos interiorizados modelos normativos que impiden o al menos obstaculizan percibir y valorar esa diversidad, ver “lo otro”.
–¿Cómo se traduce la invisibilización de lo “afro” en los estudios universitarios?
–Los programas de estudio de las universidades argentinas no son muy diversos a los programas de estudios europeos. No suele pensarse desde aquí, al menos en la dimensión en que debiera hacerse. En algunas universidades aparecen programas de estudios latinoamericanos, pero sea en grado como en posgrado los estudios africanos o afroamericanos no existen o sólo se dan en escasa medida. En Argentina, la historia africana está ingresando como novedad, pero aún no forma parte constitutiva de los estudios.
–¿Qué significaría continuar el camino del no reconocimiento?
–Cuando una persona no se reconoce en su propia identidad no podrá ser nunca nadie, será “copia de”. Cuando las personas y los pueblos no se reconocen a sí mismos, se niegan los propios recursos. Con respecto a la invisibilización de la presencia africana entre nosotros, además de falta de verdad, se trata de autonegación, con referencia a culturas como las negras que son muy fuertes, muy interesantes y valiosas y que, a pesar de todo lo sufrido, siguen vivas. No sólo es necesario registrarlas sino valorarlas.
–Una de las cosas que se le reconocen a la cultura “afro” es la influencia musical.
–Su influencia musical no se da sólo en el tango, el malambo o el candombe, sino que todo nuestro folklore tiene el ritmo básico de 2 por 3, que caracteriza a la música negra. Además, candombe, zamba, tango son palabras de origen bantú, una familia de lenguas que se extiende desde el centro al sur de Africa, de la que eran portadores los esclavos africanos que en mayor cantidad llegaron al país. Para las culturas negras el ritmo musical es el ritmo de la vida, se danza como se vive.
–¿Y cómo eran los africanos que llegaron como esclavos al país?
–Ellos traían de sus lugares de origen una concepción comunitaria muy fuerte. Se nuclearon en cofradías, naciones y sociedades de ayuda mutua, tuvieron sus propios diarios. El sentido comunitario africano se diferencia mucho de la noción individualista moderna europea, para la que se hace necesario un pacto a fin de alcanzar la organización política. Tal sentido aportaría un elemento muy importante en una época en la que hay que repensar lo político en crisis.
–¿Otra enseñanza a rescatar?
–La concepción de vida en las culturas negroafricanas es la de formar parte de la naturaleza y convivir en armonía. Una concepción que aportaría mucho a la preocupación ecológica contemporánea y tanto más relacionada con el modo de pensar de los pueblos originarios que con las ideas adoptadas de la modernidad europea. Los africanos en sus panteones religiosos incluían deidades indígenas porque reconocían que no estaban en su propia tierra, sino que habían sido traídos aquí. Son pueblos que más fácilmente se comunicaban entre sí. El politeísmo que se les atribuía procedió en realidad del malentendido de una antropología eurocéntrica, dado que lo sagrado es único para todo pueblo, aunque se simbolice a través de diversas formas.
–Entonces, ¿qué importancia tendrá el registro de los afrodescendientes durante el censo?
–Significará una mayor igualdad ciudadana, un reconocimiento de los afrodescendientes como ciudadanos, una vía de apertura para superar una negación que se practicó hasta la actualidad. El registro de los argentinos afrodescendientes y la situación social y económica en la que viven pondrá atención sobre los problemas de documentación, de trabajo y de discriminación que aún sufren. La población negra continúa viviendo en las peores condiciones en todo el mundo.
–¿Y en lo simbólico?
–En los primeros censos no se preguntaba por el origen étnico de la persona y si las personas negras estaban en una buena posición económica se las anotaba como blancos o pardos. Esta inclusión permitirá que los que tengan procedencia “afro” comiencen a reconocerse y que la población argentina pueda valorar esa parte de su identidad.
–¿En qué se observa que la discriminación continúa presente?
–En el lenguaje, por ejemplo, se mantiene una forma, a menudo inconsciente, de discriminación. Se continúa diciendo “morocho” y no negro, lo que es un eufemismo. También hay expresiones del tipo “trabajé como un negro”. Esos clichés están presentes porque en algún momento se formaron para rebajar al negro y justificar lo injustificable: ningún ser humano puede ser reducido a servidumbre.
–¿Puede haber falencias en el autorreconocimiento de las personas como afrodescendientes?
–El modelo de hombre blanco europeo es el que se impuso hasta el momento, y lo que no obedece a ese modelo está desvalorizado. Ese tipo de colonización, presente en la sociedad, influye en que muchas personas no quieran reconocer lo que son. Por eso, son muy importantes las campañas de concientización y las conferencias de prensa previas al censo que realizaron las agrupaciones de afrodescendientes, en conjunto con el Indec y el Inadi, para sensibilizar a la población. Hay que resaltar el valor de percibir la propia identidad.
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