SOCIEDAD › LUIS ALBERTO QUEVEDO HABLA DE LA MOVILIZACION QUE GENERO EL FUNERAL DE KIRCHNER
El sociólogo sostiene que quienes se movilizaron “salieron a decir que el ciclo no está terminado”. Destaca también la variada “composición social y etaria de esa multitud” y la sorpresa que significó la masiva presencia de jóvenes.
› Por Soledad Vallejos
La muerte de Néstor Kirchner sembró una incógnita inmediata: qué iba a pasar en el velatorio. Eso opina el sociólogo Luis Alberto Quevedo, remarcando de tanto en tanto, como si la alerta pudiera puntuar las frases, que todo análisis es, todavía, “en caliente”. La multitud en las calles, los rostros jóvenes, las familias, el acompañamiento hasta el último minuto posible: todo está, sí, “en caliente”, pero las imágenes no dejarán de repetirse ni de pedir imperiosamente, más que alentar, interpretaciones. “La calle es escenario de un dolor político, no sólo del dolor por la muerte del líder y el acompañamiento de su cuerpo”, señala Quevedo, antes de indicar que a la incógnita no la sació una respuesta, sino tres sorpresas.
–La primera de las sorpresas fue la masividad de la respuesta. Y digo que fue una sorpresa porque sucedió contra todos los diagnósticos que hablaban del fin del ciclo kirchnerista y que insistían sobre la desconexión entre el Gobierno y la sociedad, a los que se sumaban los diagnósticos de que la gente se acercaba porque se les paga, se los acarrea, se los obliga. En lugar de todo eso, apareció una masividad militante. Es el aluvión.
–¿Cuál fue la segunda sorpresa?
–Sin duda la composición social y etaria de esa multitud. Asombró porque era realmente una muestra de transversalidad: estaban todos los sectores sociales, y eso también implicaba una transversalidad territorial. A la Plaza de Mayo llegó gente de todos los rincones del país. Sorprendió la cantidad que viajó desde el interior. Y en cuanto a lo etario, la sorpresa fue encontrarse con mucha preeminencia de jóvenes: pibes de veinte años, treinta años, que no conocieron a Perón, que no lo tuvieron como referencia de la experiencia política. Son jóvenes de la democracia, porque alguien que tiene 20 años hoy no es un pibe de los ‘70.
–¿Por qué cree que salieron a la calle?
–Creo que todos fueron a decir algo que la derecha no soporta y es que están interesados en la política, pero en esta manera de ver y vivir la política que se identifica con Kirchner: el compromiso, el salir a la calle, la defensa de ideas muy específicas vinculadas con el crecimiento económico, la redistribución de la riqueza, los derechos humanos, la independencia de los organismos internacionales. Quiero decir: no es la política en un sentido general lo que les interesa, sino una manera de vivir y ver la política. Por eso apareció en escena un sector del pueblo invisibilizado por los grandes medios de comunicación, y que se presenta como una minoría consistente. Era decir: “Nosotros tenemos a Néstor Kirchner como referente y venimos por ese modelo y esas ideas políticas”. Al recorrer la calle, subyacía la idea de que la gente había ido a despedir a un tipo corajudo de la política. Políticos hay muchos, corajudos tal vez también, pero no hay muchos a los que la gente vaya a despedir así: en actividad militante, ocupando la calle por las ideas. Por eso digo que la calle volvió a ser escenario de la política. La capilla ardiente en Casa Rosada fue una tribuna de expresión popular. En ese sentido, me interesó el clima que se vivía en la cola, entre el silencio respetuoso y la consigna militante.
–¿Tiene hipótesis acerca de por qué estaban ahí?
–Creo que la idea que los llevaba ahí, lo que los unía, era la respuesta al modo de enamorar que tuvo Kirchner, al volver a hacer creer en la política. Eso es lo que me parece que demostraba, y no la idea de que estaban por vivir en tal barrio o pertenecer a tal agrupación o movimiento. La gente fue por Kirchner y le fue a rendir homenaje a alguien que los hizo volver a creer en la política.
–¿Y la tercera sorpresa a la que hacía referencia?
–Fue encontrarse con un entierro militante. Mientras que el entierro de Ricardo Alfonsín fue el entierro de un pedazo de historia argentina, éste fue un entierro que se hizo mirando al futuro. Fue una multitud ocupada en hablar del futuro, y eso se sintetizó en las consignas “Gracias Néstor” y “Fuerza Cristina”. Fue un mensaje con vista al futuro, y no la despedida de un hombre que fue gobernante entre 2003 y 2007. Negar esa carga de futuro sería hacer una lectura mezquina y pobre de una plaza que fue a reafirmar su apoyo. Esas lecturas según las cuales ha muerto el líder y el hombre de coraje, incluso la lectura de que el kirchnerismo murió porque murió Kirchner son pobres y negadoras. De esas lecturas, lo que más indigna es la anulación que hacen de Cristina Fernández. Estando ella, que además todavía es la Presidenta, no puede decirse “se cierra el ciclo”, “se murió el líder”. Creo que la calle fue a decir “estamos acá para despedir a Néstor, pero también para defender el modelo, y creemos que el modelo está representado en Cristina Kirchner. Ella es la Presidenta y la bancamos”. Es la diferencia, enorme, entre una multitud que simplemente lloró a un líder. Acabamos de asistir a un entierro político, no solamente de homenaje, como sucedió con el de Alfonsín, que era claramente un hombre del pasado. En estos días, la gente salió a decir que el ciclo no está terminado. Y eso para la derecha es insoportable.
–¿Y por qué sorprende que haya sucedido todo esto? ¿Por qué no era tan fácil de prever?
–Primero, creo que realmente hubo en Argentina grandes medios de comunicación responsables de la invisibilización del fervor K. Creo que hay un efecto mediático de mostrar a este hombre en el fin de su historia. La sorpresa es encontrarse ante el sentido que dio la gente a esta muerte. Es algo que sorprende a todo el mundo. De hecho, guiándose por lo que fueron los diagnósticos de los últimos tiempos, uno debería decir que Kirchner formaba parte de la Argentina del odio y el rencor. Y, sin embargo, se lo despidió como el hombre que construyó un liderazgo a fuerza de tener ideas políticas y querer sostenerlas. Era muy impresionante oír las cosas que la gente gritaba en la capilla ardiente, muy impresionante notar la fuerza que querían darle a Cristina, no como esposa sino como Presidenta de la Nación con un proyecto político.
–Podría decirse que una idea terminó de cuajar esta semana, como si la muerte hubiera permitido hacer un click.
–Sí, por lo que se escuchaba en la calle, mucha gente se dio cuenta de todo lo que respetaba, quería y deseaba para la Argentina que tenía en sus manos Kirchner, al saber que ya no está. Pero eso sucede en caliente. Va a decantar en mucha gente en estos días. Pero en caliente, lo que hizo la gente cuando fue a la Plaza, fue más bien pararse para decir “yo no tengo ninguna duda de que el lugar donde tengo que estar es acá; no necesito unos días para darme cuenta del lugar en que debo estar”. Y creo que estos días, la muerte y lo que siguió van a hacer madurar a mucha gente. Creo que se está abriendo un debate hoy sobre la necesidad de no mirar a Kirchner simplemente como un ex presidente. La derecha quiere interpretar su política como un ciclo que terminó y muere con él. Pero en la sociedad el de-safío es una pregunta que toda la ciudadanía tiene que hacerse: ¿querés que siga el proceso o tiene que ocurrir la muerte de una política? Esa pregunta la responde lo que decanta de estos días y toda esa gente en la calle. En cierta forma, esa multitud dijo “siempre estuvimos acá”. Eso es lo que sorprende. ¿Son todos ésos? Sí, todos ésos.
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