Mié 03.11.2010

SOCIEDAD  › INVESTIGAN SI UN JEFE NARCO SIGUE COMANDANDO SU BANDA DESDE LA CáRCEL

Marcos, siempre de regreso

Es Marco Antonio Estrada González, alias “Marcos”, preso por manejar una red narco en la 1-11-14, de Flores. Un juez ordenó allanamientos en varias cárceles y la villa. Cree que el hombre sigue dirigiendo sus negocios en la zona.

La Justicia sospecha que el peruano Marco Antonio Estrada González, alias “Marcos”, comanda desde la cárcel una red de venta de paco, cocaína y marihuana que funciona dentro y fuera de la villa 1-11-14, del barrio porteño de Flores. Por este motivo, y según señalaron ayer fuentes judiciales, el juez federal Sergio Torres dispuso allanamientos en la ex cárcel de Devoto, el Complejo I Ezeiza y la villa, entre otros. El plan era incautar cualquier aparato de comunicación, libreta o papel que pudiera haber utilizado Estrada o cuatro de sus supuestos cómplices, también presos, y que demostrarían la coordinación del grupo para vender drogas desde la prisión. Como resultado, fueron detenidas e indagadas 22 personas el miércoles pasado; al menos cuatro ya recuperaron su libertad.

Los operativos comenzaron la semana la semana pasada y bajo estricto secreto de sumario, luego de la denuncia de un “arrepentido”. La policía secuestró en total 16 celulares, que serían todos de Marcos, según fuentes policiales; aunque los abogados defensores de este último señalaron que se trata de otro preso, cuyo apellido sería Reyes Zubieta. Los aparatos pronto serán peritados a través de distintos entrecruzamientos y rastreos de llamadas. Según informó la policía, en la villa también se decomisaron 25 kilos de marihuana, 17 kilos de paco repartidos en seis mil envoltorios, una docena de armas, gran cantidad de municiones y dinero en efectivo: 102.454 pesos y 222 dólares.

Además de las cárceles y la villa, Torres también ordenó allanar la casa de Silvana Salazar, la mujer de Marcos, quien vive en un country de la localidad bonaerense de Ezeiza, donde cumple prisión domiciliaria, ya que se la acusa de ser cómplice de su marido. Sin embargo, según la defensa de Marcos, de allí los policías no se llevaron nada. Además el juez dispuso la incomunicación de Marcos, quien recientemente le habría dicho: “No sé si tengo más miedo de estar adentro que afuera, si ya me acusan de armar una banda acá dentro, qué dirían si salgo”.

Marcos se hizo conocido luego de la masacre ocurrida en octubre de 2005 durante la procesión del Señor de los Milagros, en la villa 1-11-14. Según se infiere de la causa judicial, el objetivo de la balacera era asesinar a Marcos. El supuesto enemigo y ex socio de Marcos, Alionzo Rutilio Ramos Mariños, fue condenado a 18 años por esta masacre en la que fallecieron cinco personas. Marcos viajó a Perú y luego a Paraguay, donde fue arrestado en noviembre de 2007 –y más tarde extraditado–, ya que se lo acusa del asesinato de Julio Chamorro Revollar y dos de sus sicarios en 1999 en la “canchita de los paraguayos” de la villa de Flores, en un supuesto ajuste de cuentas por el control de la venta de drogas.

En diciembre de 2009, la Justicia federal procesó a Marcos como jefe de una asociación ilícita que dirigía el negocio de las drogas en ese asentamiento. Marcos tiene, entre sus antecedentes policiales, una causa por tenencia de marihuana para consumo personal, que fue archivada por la jueza María Servini de Cubría y una condena de tres años y dos meses, el 6 de julio de 2004, por integrar una organización que operaba en la villa 1-11-14 “concretando un sinnúmero de delitos, extremo que acrecienta el riesgo procesal verificado”, según el fallo de esa condena.

Por estos días, el juez Torres recibió información de detectives de la División Operaciones Metropolitanas de la Superintendencia de Drogas Peligrosas que alertaba sobre “la existencia y actual permanencia de un importante e indefinido número de personas debidamente organizadas” para vender droga en la villa. Así consta en la resolución de Torres por la que ordenó los allanamientos y que detalla que entre los objetivos de esta organización está el de “mantener la hegemonía territorial de la zona”.

Puntualmente, sobre las personas detenidas recae la sospecha de que controlan la zona de “El Sendero” dentro de la villa (emplazada entre las intersecciones de las manzanas 13, 15, 16, 17, 18, 19, 20, 21, 22, 23 y 26). Según Torres, esta supuesta banda está organizada para recibir y vender drogas con “campanas”, guardias, dealers que venden al menudeo y la complicidad de remiseros para los envíos.

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