El clima acompañó, y al caer el sol las calles de Buenos Aires se llenaron de personas ávidas por encontrarse con las 400 propuestas habilitadas en 170 sedes por la Noche de los Museos. Los recorridos prácticamente no dejaron barrio sin explorar, y miles de personas supieron aprovecharlos en una noche templada y especialmente estrellada, que debutó con un espectáculo de danza aérea, tango y DJ en la vieja cervecería Munich, en Costanera Sur. El peregrinaje continuó hasta las tres de la madrugada, es decir, una hora más tarde de la habitual para este evento.

Este año, la Noche de los Museos sumó 39 nuevas sedes y se desparramó en 26 barrios, entre los cuales se incorporaron –por primera vez– Pompeya y Villa Crespo. Aunque algunas sedes que pudieron verse el año pasado permanecieron cerradas para esta edición, el Gobierno de la Ciudad estimaba que los paseantes dispuestos a consumir historia, arte y arquitectura serían algo más de medio millón, y al menos cincuenta mil de ellos serían turistas. Todos, o al menos quienes cupieran, pudieron hacer uso de los dos buses turísticos puestos a disposición para recorrer “la milla de los museos”, como el gobierno porteño la denomina –al estilo neoyorquino–: la milla de los museos: el Malba, el Palais de Glace, el Museo Nacional de Bellas Artes y el Centro Cultural Recoleta.

En su séptima edición, las actividades más concurridas y demandadas de la fecha volvieron a situarse en la zona tradicionalmente asociada a los museos de arte: Palermo, Recoleta y Retiro. Pero la disponibilidad de transporte amplió el repertorio de posibles visitas, al facilitar el desplazamiento entre zonas de la ciudad.

Algunas de las 78 líneas de colectivos habilitadas para transportar gratuitamente a quienes mostraran los pases impresos (podían bajarse de Internet) también llevaban a otros destinos no tan conocidos. En Barracas, por caso, el remozado Centro Metropolitano de Diseño ofreció visitas guiadas; en San Telmo, los claustros del Museo Penitenciario cobraban otra vida en los recorridos a la luz de la luna. Hubo, también, espectáculos teatrales, y algunos establecimientos educativos se sumaron como escenarios en los que proyectar films inéditos y mostrar objetos recuperados por alumnas y alumnos. Al cierre de esta edición, las actividades se encontraban en pleno desarrollo, por lo que los organizadores no disponían aún de cifras sobre participantes.