SOCIEDAD › LA ODISEA DE UN JOVEN HERIDO EN EL BEARA QUE TODAVíA SUFRE LAS CONSECUENCIAS
Tiene 24 años, es venezolano y no tiene familia aquí. Dice que trabajaba como mozo en el boliche de Palermo, pero la empresa no lo reconoce. En el derrumbe se le cayeron la escalera y varias personas encima. Ya salió del hospital, pero no puede hacer ninguna actividad.
› Por Carlos Rodríguez
Néstor Orlando Carrillo Arias es venezolano, tiene 24 años, y llegó a la Argentina en marzo pasado, dispuesto a quedarse un tiempo, para estudiar en el IUNA (Instituto Universitario Nacional del Arte). Sus sueños, por ahora, quedaron truncos porque desde el 10 de septiembre quedó limitado a guardar reposo permanente, al menos hasta mediados de diciembre. Néstor fue uno de los heridos en el derrumbe del boliche Beara Lounge, de Palermo. Parte del concreto del entrepiso que se desplomó lo golpeó en la espalda y la cintura, mientras que otro desprendimiento le provocó la fractura de la muñeca izquierda. El peso de los materiales, más el aplastamiento que sufrió cuando cinco personas se le cayeron encima, obligaron a una operación de “fijación de columna lumbar” mediante la colocación de una prótesis. Desde el 17 de septiembre tiene orden médica de “reposo permanente”, con utilización en todo momento de un corset plástico para impedir cualquier movimiento brusco. Ahora, desde su lecho, Néstor está alegando ante la justicia civil para que la firma El Viejo Sabio S.A., que administraba el Beara, lo reconozca como empleado y le pague una indemnización por lo sucedido.
“Néstor llegó en marzo al país y consiguió un trabajo fijo en un call center, pero casi al mismo tiempo ingresó, el 27 de marzo de 2010, como empleado en negro en el Beara. Trabajaba todos los viernes y sábados, de 22 a 6.30, más los feriados y dos jueves por mes”, explicó a Página/12 su abogado, Hugo Jasovich, quien lo representa en la causa civil y también en la penal, donde, por su estado de salud, todavía no ha sido llamado a declarar. “Estaba trabajando cuando se produjo el derrumbe, pero ahora la empresa no lo reconoce como empleado y niega toda relación laboral.”
Según Jasovich, su representado se desempeñaba como “adicionista, mozo de mostrador y barman. Hay testigos que van a corroborar ese vínculo laboral, por el que recibía una remuneración de 1500 pesos, más unos 750 pesos mensuales de propinas”, explicó el abogado. “Néstor afirma que los dueños del Beara eran también dueños del boliche que está al lado (Caramel), porque muchas veces, cuando el Beara se llenaba, los dos se intercomunicaban y la gente se pasaba para uno y otro lado, algo parecido a lo que ocurría en Cromañón.”
El abogado sostuvo que “las irregularidades que se cometían en el Beara, que no podía haber sido usado como bailable o para recitales, se debe a que los inspectores de policía de trabajo, rol que cumplen los funcionarios del gobierno porteño por delegación de la Nación, nunca hacen su trabajo en horas nocturnas. ¿Cómo van a detectar irregularidades si nunca van a la hora indicada? Ese planteo lo vamos a hacer en la causa penal, en la que estamos pidiendo ser querellantes”.
La noche del derrumbe “Néstor estaba trabajando y justo en el momento del siniestro estaba pasando por debajo del entrepiso. El golpe más fuerte lo recibió sobre la cintura y un bloque de cemento le cayó también sobre el brazo izquierdo, quebrándole la muñeca. Además, según el relato que me hizo, se le cayeron encima cinco personas que también resultaron heridas. Lo que pasó es que se encontraba cerca de la escalera por la que se subía al entrepiso”. Los que se le cayeron encima serían personas que estaban bajando o subiendo por la escalera.
Después del derrumbe, los médicos del SAME, junto con otros heridos, lo llevaron al Hospital Durand, donde los médicos comprobaron que tenía la obra social Osecac. “El otro trabajo, en el call center, era en blanco y tenía la obra social. Aunque ya había renunciado a ese empleo, la cobertura tenía vigencia por un tiempo más. Lo malo es que después se le venció y tuvo que afrontar todos los gastos y sin poder trabajar. Ahora vive en casa de un muchacho del que se hizo amigo acá y que le está prestando el departamento. Tiene la suerte de que desde Venezuela, a través de la embajada en Buenos Aires, el gobierno de su país le está pagando un subsidio, hasta que pueda volver a trabajar. Su madre lo vino a cuidar durante un mes, pero este chico ahora está solo con su amigo.”
A través de su abogado, Carrillo Arias inició una demanda contra la firma El Viejo Sabio S.A. Luego de hacer un reclamo por haberes caídos y por no tener cobertura social por estar en negro, se dio por despedido y ahora pide “una indemnización por el accidente laboral sufrido”. Ya se hizo una primera audiencia, a la que no concurrió la parte empresaria, que hasta ahora sólo respondió a través de una carta documento (ver aparte), en la que rechaza todo vínculo laboral con el joven venezolano.
Una de las pruebas que podrían ser claves, en la causa civil, es que a Carrillo Arias “le retuvieron el documento de identidad, que quedó adentro del local. El llegó ese día y dejó todas sus cosas en el sector donde estaban los empleados. Por eso nosotros pedimos a la Justicia que le repongan el documento, porque es una prueba vital de su relación laboral”. El local, por ahora, sigue clausurado porque todavía no finalizaron las pericias para determinar las causas del derrumbe.
El estado actual de salud de Carrillo Arias fue constatado, a los fines del juicio, por el perito médico legista Hugo Uchitel. Allí se deja constancia de que fue auxiliado porque fue aplastado por parte del entrepiso y que su mano izquierda fue golpeada por un “trozo de mármol”. Primero fue derivado al Hospital Durand, donde le sacaron varias radiografías y constataron su estado. Con posterioridad, al constatarse que tenía la obra social Osecac, lo derivaron a la Clínica Sagrado Corazón, donde le hicieron una resonancia magnética nuclear de columna, con la que confirman la lesión lumbar.
“El 15 de octubre fue operado en dicha institución (Sagrado Corazón), realizando fijación de columna lumbar. Es dado de alta el 17 de octubre de 2010 con indicación de reposo absoluto durante 90 días, con utilización de corset plástico permanente.” En la actualidad, según esa pericia, “se encuentra en reposo con yeso en antebrazo y muñeca izquierda y corset de plástico. (El paciente) manifiesta que tiene sensación de adormecimiento y también de pasaje de corriente eléctrica en la cadera y glúteo derecho, en forma reiterada”. Hoy tiene una incapacidad parcial “del 43,56 por ciento”. Su abogado dice que, por ejemplo, “nunca más podrá practicar algunos deportes como el fútbol u otras actividades que requieran un gran esfuerzo físico”.
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