SOCIEDAD › LOS GRUPOS VIRTUALES QUE SE FORMAN EN TWITTER
Hay quienes organizan fiestas, otros se juntan para jugar al fútbol y hablar de política, están los aficionados a los cafés notables. Todo, vía Twitter. Cómo se organizan, cómo se conocen.
› Por Soledad Vallejos
Pasar horas y horas ante una computadora ya no es, necesariamente, sinónimo de reclusión solitaria. Es más: hasta podría llegar a ser indicio de una intensa vida social que transcurre, como algunos programas informáticos, en segundo plano, mientras suceden otras cosas. Todo, durante las horas de trabajo, mientras se lee el diario, se intercambian archivos o en medio del episodio de alguna serie. La vida online transcurre, por así decirlo, al mismo tiempo que la otra existencia más tradicional. También puede intervenirla y sumarle dimensiones.
Los usuarios insisten en que, después de horas y días y semanas y hasta meses de compartir anécdotas, historias, información, materiales, fotos con desconocidos cuyos nombres reales muchas veces se ignoran tanto como sus caras y sus voces, el impulso es natural. No queda otra que “desarrobar” los nombres: pasar de la pantalla (donde cada usuario lleva nombre real o de fantasía, pero necesariamente precedido por la @) al mundo en tres dimensiones.
Hace cuatro años trabajaba en un call center. Ahora, aunque se llama Facundo, más de tres mil personas lo conocen como @elfaco, uno de los organizadores de las fiestas Rispé. Entre un momento y el otro de su vida pasó la llegada a Twitter (TW), “lo primero que leo cuando me despierto y lo último que leo antes de dormir”.
El cambio le resultó tan natural que se le escapan los detalles. Tuiteando fue “conociendo amigos, gente. A mi novia. Y conseguí otro trabajo”. Por “conocer” virtualmente a periodistas, dejó de ser telemarketer y comenzó a trabajar en una empresa periodística. A los 24 años, @elfaco no puede imaginar su vida cotidiana sin TW. Tampoco su amigo @ati lael1, el dj cordobés que en el mundo no virtual se llama Gonzalo. Se conocieron, por supuesto, tuiteando: seis meses después, junto con otros tuiteros, empezaron los viajes entre Buenos Aires y Córdoba. Para conocerse primero, para verse con frecuencia después, porque “en TW se da mucho esto de gente de otras provincias que pega onda con los de acá y viceversa. Viajan, se hospedan en casa de otro”.
Ahora mismo, mientras los tweets van y vienen, @elfaco, @atilael1 y –-al menos– otras doscientas @ buscan dónde encontrarse una noche para charlar, verse las caras y brindar. La costumbre empezó en 2009: Facundo anunció su cumpleaños en TW, Gonzalo dijo que viajaba hasta Buenos Aires para pasar música en la velada; algunos se prendieron. “Pero fue un fracaso total: ese día granizó, éramos quince personas en un bar.” En febrero de 2010 probaron de nuevo, ya con el nombre de “Rispé”. “Vinieron 40, 50 personas. Cobramos entrada para cubrir el alquiler del local.” No alcanzó. En mayo repitieron; “ya vinieron 70, 80. Ahí sí cubrimos los gastos”. En octubre pasado fueron 140. “Al principio era como que la gente iba para encontrarse con otra gente de TW, a ver quiénes eran. Pero la tercera vez ya mucha gente se había conocido y traía amigos que no eran de TW”, o que online se habían construido otro circuito de contactos.
–¿Cómo saben quién es quién?
–Cada uno se presenta. Pasa algo muy gracioso en las fiestas y es que los que no tienen un avatar (la foto de usuario) o su nombre real, esa gente que no reconocés si te cruzás en la calle, avisa antes por TW: “voy a ser el que esté vestido así” o “el que esté colgado de un parlante”, “al lado del baño”, ese tipo de cosas. Ahora queremos hacer una cuarta. Tal vez a fines de febrero, principios de marzo. Tenemos que encontrar lugar.
Cada semana, los players se encuentran en la cancha cuyo bar, durante el tercer tiempo, se convierte en Unidad Básica. En el Abasto juega la UB “Evita Carrilera”; en Chivilcoy, la UB “Que florezcan mil Florencios” (por el ministro del Interior, nacido allí, y cuyo hermano organiza los partidos); en Rosario, la UB “Cooke al arco”; en zona norte, la UB “Jauretche de 9”; en La Plata, la UB “Walsh enganche”; en zona oeste, la UB “Todos atrás y Néstor de 10”; en Flores, la UB “Volveré y seré stopper”. “Cada uno tiene su UB virtual y arma los partidos, saca las fotos, arma las crónicas y sube todo a la web”, explica Víctor Taricco, el usuario que sí lleva su nombre real en TW y recomienda pedir más datos al creador de la movida del Picado nac&pop. Es que esta red de conocidos virtuales unidos por el fútbol y la política en la vida real nació también en TW, por insistencia de @berenje nal, conocido en el mundo 3D como Ernesto, un geólogo de 27 años que “no era de tener muchos amigos”.
“En TW empecé a encontrar, y calculo que les pasa a muchos otros, gente piola que no había en mis otros círculos cotidianos. Cuando empezamos a encontrarnos, todos decíamos: ‘No puedo hablar de política con gente del trabajo, con la familia, con amigos’. Había una necesidad en ese sentido.” El primer partido fue en septiembre del año pasado y “todo se intensificó después de la muerte de Néstor” Kirchner. Pero a lo simplemente político-emotivo se sumó “una necesidad personal, trivial, que era jugar al fútbol”, cuenta @berenjenal a horas de la contraparte menos atlética de esas veladas: la fiesta del Picado Nac&Pop.
Cuando, en lugar de bailar, se juega, el tercer tiempo se convierte, para esas cerca de veinte personas y algunos invitados no deportistas, en espacio de discusión y “transferencia de experiencias, de argumentos. Porque se encuentra gente con distintos niveles de militancia y eso vuelve más interesantes los intercambios”. Tal vez tenga que ver con algo propio de TW, y que Ernesto define como al pasar: “Una suerte de inteligencia colectiva”.
Ahora “nos vemos todas las semanas. Y muchos reconocemos que se genera una identidad, una pertenencia. Es lo atractivo y lo que hace que cada vez se acerque más gente”. Y es que la idea de los encuentros, como las publicidades exitosas del mundo digital, se expandió en modo viral y ya es web (www.abramos lacancha.com) en el club virtual para todas las UB, que permite –decálogo y manual de instrucciones mediante– nuevos picados, como la rama femenina, en zona norte, o los equipos mixtos.
Ernesto cree que Internet, con sus plataformas sociales, “une gente”, pero que este tipo de experiencias “está más viva, conecta gente de modo que la hace interesarse en dar el salto a la vida real. A conocerse, hacer otras actividades. Es muy horizontal, es uno a uno en TW”.
“Empezó por gusto y placer, y el grupo se formó tuiteando. Sin TW no hubiera sido posible”, dice rotundamente Italo Daffra, alma de @54bares, un grupo de porteños y porteñas aficionados a los cafés tradicionales. Cincuenta y cuatro son los establecimientos designados como “bares notables” por el gobierno porteño, y 54 es la meta a alcanzar a fuerza de café y medialunas. Ya pasaron por 34 desde la Semana Santa de 2010, cuando comenzó la recorrida en las mesas del Tortoni. “Ahora, en febrero, volvemos a encontrarnos. Este año llegamos seguro”, dice Daffra, para quien las reuniones por afinidades son cosas que pasan “cuando compartís algo en una plataforma en la que te leen 500, 100 personas, los que sean. A un comentario siempre alguien se puede subir, tirar una idea, decir me prendo”.
Así pasó: una noche Italo se quejó de la preferencia juvenil por las grandes cadenas de cafetería. “Comenté que para mí el bar es otra cosa.” Y entre comentarios del estilo alguien googleó la lista completa de bares notables. “Y veo que conozco el Tortoni, Los Angelitos, alguno más. Pero me dio curiosidad: ¿cómo será el de García, el de Devoto, o uno de Barracas? No los conozco.” La meta estaba allí. Se sumaron desconocidos, amigos, más o menos conocidos, su novia. En el Tortoni fueron menos de diez. “De los que venían, sólo conocía a un colega. Y después me paré cerca de la mesa, como buscando a alguien con la vista. De uno que estaba sentadito mi novia decía que tenía cara de avatar y era uno de los que venía. Así nos fuimos reconociendo.”
–¿Cómo rompen el hielo?
–Con la tecnología: cada uno está con su teléfono en la mano y nos une hablar de aplicaciones. Es un ciclo: contar que llegamos, mirar quién llega tarde, quién avisa que está complicado... Después terminamos hablando de fútbol, de política, de sexo. Una charla de amigos en el café, bah.
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