SOCIEDAD › UN NUEVO SISMO EN EL NORESTE DE JAPóN DEJó UN SALDO DE UN MUERTO Y DIEZ HERIDOS
Tres horas después de que sonaran las sirenas como homenaje a las víctimas del 11 de marzo, el suelo volvió a sacudirse. Hubo alerta de tsunami, que fue levantado luego. En Fukushima extienden el área de evacuación a 50 kilómetros de la central.
Ayer, a un mes del terremoto y el posterior tsunami que dejaron cerca de 30 mil víctimas, entre muertos y desaparecidos, un sismo de magnitud 7,1 en la escala de Richter sacudió el noreste de Japón cuando caía la tarde. El movimiento sucedió cerca de la ya comprometida central nuclear de Fukushima. Apenas la tierra comenzó a temblar, las autoridades activaron un alerta de tsunami que, sin embargo, fue levantado poco después. Los medios locales reportaron un saldo de un muerto y diez heridos.
De acuerdo con el Instituto de Geofísica de Estados Unidos, el epicentro del sismo se encontró a unos 10 kilómetros de profundidad, cerca de la región devastada por el terremoto de magnitud 9,0, sucedido el 11 de marzo. De hecho, unas tres horas antes del nuevo sismo, sobrevivientes y socorristas habían realizado un minuto de silencio en Fukushima, en memoria de las víctimas. A la hora exacta en que había tenido lugar ese temblor, sonaron las sirenas para indicar que era hora del homenaje.
Horas más tarde, tras el nuevo sismo, los empleados fueron evacuados, y la alimentación eléctrica de tres reactores (la planta tiene seis) debió ser cortada durante unos cincuenta minutos, explicó Tepco, la compañía responsable de la planta de Fukushima. “La empresa ordenó a los trabajadores que se fueran y que se refugiaran en un edificio que resiste los terremotos”, afirmó un portavoz de la compañía, quien también indicó que “la inyección de agua para enfriar a los tres reactores se detuvo cuando se cortó la alimentación eléctrica”. Poco después, la Agencia de Seguridad Nuclear japonesa anunció que la alimentación eléctrica había sido restablecida, y las autoridades de la planta aseguraron que no se habían producido nuevos daños.
Horas antes del sismo, el Estado japonés había decidido ampliar la zona de evacuación en torno de Fukushima, con lo cual el radio de 20 kilómetros se extendió a 50 y serán evacuados los pobladores de Iitate, Katsurao y Namie. Para tomar la decisión, explicó el vocero oficial Yukio Edano, el gobierno tuvo en cuenta “la influencia que los materiales radiactivos tendrían en la salud de quienes viviesen en esa zona entre seis meses y un año”. De todos modos, Edano había comunicado cierta tranquilidad, al anunciar que “el riesgo de que la situación en la central nuclear se deteriore y que desemboque en un nuevo escape radiactivo mayor se redujo considerablemente”.
Con ocasión de cumplirse un mes del gran terremoto, el primer ministro había agradecido a los países que ayudaron a Japón en la crisis, publicando una carta en varios diarios chinos, estadounidenses y europeos. “En un momento desesperado, gente en todo el planeta se unió a nosotros, inspirándonos esperanza y valor”, señala el texto firmado por Naoto Kan. “Apreciamos sinceramente los testimonios de amistad que nos enviaron nuestros amigos en todo el mundo y quiero agradecer a cada nación, a cada organización y a usted mismo desde el fondo de mi corazón.” Coincidentemente con el agradecimiento, el Departamento de Estado norteamericano informaba que el próximo domingo la secretaria Hillary Clinton visitará Japón, como expresión del apoyo que Estados Unidos brinda al país.
También ayer, Masataka Shimizu, presidente de Tepco, había viajado por primera vez a la región de la central, donde se disculpó por los “sufrimientos mentales y físicos” que provocó el accidente nuclear.
Un mes después, la situación sigue siendo muy difícil para las 150.000 personas que perdieron la vivienda en el sismo y el tsunami del 11 de marzo, muchas de las cuales no vislumbran una mejora a corto plazo.
El terremoto también se sintió en Tokio, a unos 170 kilómetros, donde los edificios temblaron y los registros marcaron un movimiento de 3,8 grados. En las ciudades de Iwaki y Sukagawa, unas 200 mil casas quedaron sin energía eléctrica. Algunos medios locales aseguraron, además, que una persona murió y diez resultaron heridas. Pero en las calles de Tokio, en cambio, los movimientos de la tierra no modificaron la nueva cotidianeidad: las calles, según relataron los cronistas, estuvieron llenas de personas que volvían de sus trabajos, indiferentes ante las vibraciones. En los bares y restaurantes, los clientes seguían por televisión las informaciones que llegaban desde Fukushima, y que señalaban que el nuevo temblor no había causado víctimas ni agravado la situación de la central nuclear.
Los temblores fueron anunciados por televisión con una anticipación de 30 segundos, y los conductores de TV encargados de ello lo hicieron usando casco blanco, que es una de las normas de seguridad a las que están habituados los japoneses.
Las réplicas del gran terremoto del 11 de marzo ya suman cerca de 500 y coinciden con una de las festividades más populares del Japón –el Sakura–, con el que se agradece la llegada de la primavera y el florecimiento de los cerezos, que adornan calles y paseos públicos. De momento, la cifra oficial de damnificados por la catástrofe es de 13.127 muertos y 14.348 personas desaparecidas, mientras otras 145.000 siguen alojadas en centros de emergencia.
Poco antes del nuevo terremoto, expertos en energía nuclear habían vuelto a advertir sobre los posibles efectos de las réplicas, porque la estructura de la planta de Fukushima se encuentra degradada. El gobierno, además, ya anunció que el primero de los seis reactores de la planta, construido en los años setenta, será cerrado definitivamente.
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