SOCIEDAD › DOS VERSIONES SOBRE UNA SITUACIóN DE NERVIOS CON UNA AMBULANCIA
› Por Horacio Cecchi
La información se montó sobre el vacío de información. Allí donde no había ambulancias hasta ayer a la noche, la hubo. Curiosamente la misma 31 que disparó la ausencia de cobertura sanitaria en villas y asentamientos porteños fue el escenario del ingreso de una ambulancia correctamente acompañada por un patrullero y golpeada (pateada) por familiares de un herido visiblemente nerviosos por la situación. La tensión estresó a la médica, que sufrió un ataque de hipertensión y fue internada preventivamente, sin más riesgos. El caso, que habitualmente no saldría en las breves policiales de ningún medio porque se trata de una villa, ahora amenaza con transformarse en titulares de escándalo. Distintos medios televisivos transformaron el caso en una violenta agresión con palos y piedras y una tremenda agresión a la médica. El gobierno porteño salió a respaldar el mensaje de inseguridad. La agresión a la ambulancia se cruza en la realidad dos días antes de que el mismo gobierno quede expuesto ante los delegados de todas las villas de la ciudad, para exponer un plan de atención de emergencias en salud que contemple a los sectores de menores recursos.
Alrededor de las ocho de la noche, sobre la calle 5, en el barrio Güemes y dentro de la Villa 31, un muchacho fue asaltado. Le quisieron robar la mochila. Al intentar defenderse sufrió un corte en el cuello. Los vecinos y familiares llamaron al SAME. La ambulancia llegó acompañada no por uno, sino por dos patrulleros. A partir de allí la historia se bifurca según la relate el gobierno o los vecinos de la villa.
Según informó el subsecretario de Salud porteño, Néstor Pérez Baliño, la ambulancia “sufrió la agresión de al menos 30 personas, que con palos y otros objetos provocaron destrozos en el vehículo. No es un hecho aislado –afirmó Baliño–. El objetivo es atemorizar a quienes asisten las emergencias en la villa”. La versión que Salvador Crescenti, director del SAME, dio a este cronista es que “el patrullero, que es más angosto, pasó por un pasillo y la ambulancia debió retroceder y en ese momento fue rodeada por un grupo de personas, que tenían un herido y se lo subieron a la fuerza. La médica lo atendió, pero entre los tironeos y empujones tuvo un pico de hipertensión”. El herido que subieron a la fuerza a la ambulancia terminó siendo el paciente al que habían ido a buscar.
–¿Roturas de vidrios? ¿Arrojaron piedras, palos? ¿Qué daños sufrió?
–No..., le patearon el paragolpes y habrá que reponerlo –dijo Crescenti.
–¿Pero golpearon a la médica?
–No, sufrió un ataque de nervios, taquicardia paroxística, hipertensión. La internaron y está bien.
La historia de la parte oculta de la sociedad argentina no coincidió, como tantas veces, con la historia oficial.
Delegados de los vecinos aseguraron por su parte a Página/12 que “son todas mentiras. El único herido es el paciente. Nadie atacó a la ambulancia. Los parientes estaban nerviosos y pueden haber querido subir y haber un forcejeo para hacerlo. Pero nadie agredió a nadie. Nosotros conseguimos que hubiera una ambulancia por un fallo judicial, no porque quisieron. Y ahora vienen a inventar una historia de violencia cuando no existió”. Esta curiosa bifurcación de historias surge pantalla mediática de por medio, dos días antes de que el gobierno deba enfrentar a los delegados de todas las villas porteñas para explicar el plan de emergencias sanitarias que aún no existe. Según el mensaje, la culpa de todo la tiene Sapito.
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