Mar 10.05.2011

SOCIEDAD  › LA ANMAT PROHIBIó LA VENTA DEL CIGARRILLO PROMOCIONADO PARA DEJAR DE FUMAR

Chau al pucho electrónico

La decisión, en línea con las recomendaciones de la OMS, se basa en que no hay estudios que garanticen la inocuidad del producto. Además, al suministrar nicotina y otras sustancias, puede producir enfermedades cardiovasculares o cáncer.

› Por Pedro Lipcovich

Se prohibió en todo el país la comercialización de los “cigarrillos electrónicos”, que se promocionaban como alternativa para dejar de fumar o para consumir nicotina en lugares donde fumar está prohibido. La decisión de la Anmat está en línea con las recomendaciones de la OMS, y se centra en que no existen estudios que garanticen la inocuidad de estos productos. Lo cierto es que la nicotina, aunque no provenga del tabaco en combustión, puede producir enfermedades cardiovasculares o cánceres como el de páncreas, y es muy adictiva. La Anmat señala otros peligros del pucho electrónico: en la medida en que se apele a él en lugares donde está prohibido fumar, vuelve a “naturalizar” la práctica de consumir tabaco, y, como viene saborizado con gustos como chocolate o frutilla, introduce a los jóvenes en el consumo de nicotina. Una alianza de entidades antitabáquicas –que aplaude la medida de la Anmat– destaca que, en cambio, los parches y chicles con nicotina sí tienen eficacia probada en el marco de los tratamientos para dejar de fumar.

“Prohíbese la importación, distribución, comercialización, publicidad o promoción del sistema de administración de nicotina denominado “cigarrillo electrónico”, dice la resolución de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat). Se refiere al “dispositivo de forma similar al cigarrillo convencional, provisto de un mecanismo microelectrónico que vaporiza cartuchos con cantidades variables de nicotina, aceites de tabaco, propilenglicol, glicerol y otras sustancias”.

La Anmat recordó que los daños del tabaco no sólo se deben a la combustión, sino también “al efecto fuertemente adictivo de la nicotina”, que “tiene efectos directos sobre el sistema cardiovascular, incluido el infarto de miocardio” y “desempeña un papel importante en el desarrollo del cáncer de páncreas”.

Los fundamentos señalan que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), “no hay evidencia de que los cigarrillos electrónicos son seguros para el consumo humano ni de que sean una ayuda para dejar de fumar; la OMS recomienda que no estén exentos de las prohibiciones de fumar, ya que no hay evidencia de que su uso no exponga a emisiones tóxicas”. Además, “la Food & Drug Administration (FDA) de Estados Unidos encontró en estos dispositivos electrónicos ingredientes cancerígenos como las nitrosaminas y tóxicos como el etilenglicol”.

Además, como el cigarrillo electrónico “mantiene la dependencia de la nicotina en los ambientes donde fumar está prohibido”, afecta “la desnormalización del consumo de tabaco”, señala el documento, y advierte que “los cigarrillos electrónicos de distintos sabores, destinados a un público joven, se venden por Internet sin requisitos de edad”.

Verónica Schoj, titular de la Alianza Libre de Humo Argentina (Aliar), estimó que “la resolución de la Anmat es un ejemplo de buena intervención del Estado ante mecanismos de marketing que juegan con la salud de la gente”. Y comentó que, “a diferencia del ‘cigarrillo electrónico’, los parches y caramelos o chicles con nicotina fueron estudiados y se demostró que son seguros y útiles en el marco de tratamientos para dejar de fumar. El parche genera niveles de nicotina más bajos, pero continuos: evita así el carácter pulsátil de la ‘pitada’, que en tres segundos lleva la droga al cerebro: esa pulsación suscita adicción. El chicle no otorga un suministro continuo, pero tampoco genera pulsaciones súbitas como el cigarrillo”.

“Claro que ni parches ni chicles sirven por sí solos, sino que, en el marco de los tratamientos para dejar de fumar, ayudan a vencer los síntomas físicos de la abstinencia durante los primeros meses”, advirtió Schoj, y observó que “estos tratamientos todavía no están en el Plan Médico Obligatorio de las obras sociales y prepagas, pese a que les ahorran dinero al reducir las enfermedades que causa el cigarrillo. Y lamentablemente, las universidades todavía no se ocupan de formar a médicos, psicólogos y otros agentes de salud para estos tratamientos de tanta incidencia en la salud pública.”

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