SOCIEDAD › CONDENAN AL HOMBRE QUE ASESINó A UNA ADOLESCENTE, HACE DOS AñOS, EN CABALLITO
La situación del acusado era tan complicada que su propio defensor pidió una pena de 25 años de prisión. Los jueces consideraron probado que el homicida abusó sexualmente de la víctima y luego la asesinó a puñaladas.
Prisión perpetua por haber abusado sexualmente de Soledad Bargna y luego matarla: ésa fue la condena que la Justicia dictó ayer para Marcelo Pablo Díaz, el hombre que en 2009 cometió los crímenes contra la joven, de 19 años, en el edificio de Caballito en que ella vivía con su familia y él con su esposa. El veredicto, dictado por el Tribunal Oral Criminal 26, fue presenciado por los padres de Bargna, pero no por Díaz, quien fue declarado reincidente y cuya condena anterior (12 años de prisión por violar a una chica de 15 años) fue unificada con la reciente. Los argumentos de la sentencia recién se conocerán el miércoles de la semana próxima. Al conocer la condena, los padres de la víctima, Guillermo Bargna y Victoria Gil, y familiares y amigos de la joven, se abrazaron en llanto. La querella había pedido exactamente esa condena; el defensor oficial asignado a Díaz, una pena no mayor a los 25 años.
El abogado de la familia, Rolando Lescano, señaló que el fallo aplicó “la pena máxima que tiene el sistema penal argentino (para estos casos)”. “Es como si en otro país le dieran la pena de muerte.” “Estoy feliz, muy contenta por el fallo”, declaró Gil. “Es lo que pedíamos y lo máximo que se puede lograr. Esta es la Justicia que tenemos entre los hombres”, agregó a las puertas del edificio donde está alojado el TOC, aún emocionada. A su lado, su esposo también se mostró conforme con la condena a Díaz, a quien definió como “un pervertido, un hijo de puta”. “Lo dije más de una vez; no se arrepintió de nada, no reconoce una culpa. Como siempre hacen los violadores: para ellos la culpa la tiene la víctima.”
El martes, Díaz sorpresivamente reconoció haber asesinado a Soledad Bargna, pero no haber abusado sexualmente de ella. En cambio, adujo una supuesta relación sentimental entre ambos: él quería terminarla y seguir junto a su esposa, ella no; para discutir al respecto, declaró, habían subido al departamento donde él convivía con su mujer, un piso más arriba del que ocupaba la familia Bargna. En la versión de Díaz, allí ella le había pegado con una botella y luego clavado un cuchillo en una mano. Con esa misma arma, Díaz la apuñaló 26 veces.
Los jueces Manuel García Reynoso, Patricia Llerena y María Aurora Yungano, lejos de tener en cuenta ese argumento, consideraron acreditados el abuso sexual y el homicidio, de modo que no creyeron en la versión de Díaz. La misma incredulidad había expresado el martes el abogado querellante; idéntica opinión profirió el fiscal Fabián Céliz. En esa declaración sobre el final del debate, el acusado “inventó una tesis de una relación amorosa que sólo en su cabeza perversa puede existir”, aseguró. El fiscal había requerido una condena por abuso sexual seguido de muerte, tal como fue dictada.
Lescano, por su parte, había solicitado una pena de prisión perpetua por homicidio “criminis causae” (que implica cometer un delito para ocultar un delito anterior) y abuso sexual simple. En su alegato, recordó a la víctima como una “leona (que murió) defendiendo su integridad” y que “no iba a dejar ser objeto de un abuso sexual” por parte de Díaz, “un perverso, un monstruo que ha llevado a cabo su designio: acabar con la vida de Soledad Bargna”.
La situación de Díaz era a todas luces comprometida en grado sumo. Tanto que el defensor oficial asignado a su caso, Sergio Paduczak, aun cuando sostenía la inexistencia de abuso sexual, había pedido una condena por homicidio simple que no superara los 25 años de prisión. Su demanda consideraba la unificación de la condena por el caso Bargna con una pena anterior, de 12 años.
Al momento de abusar de Bargna y asesinarla, Díaz, quien actualmente tiene 40 años, se encontraba cumpliendo el fin de una condena por haber violado a una joven de 15 años. Por ese caso, había sido condenado en septiembre de 2002. En 2009, ya se encontraba cumpliendo con un régimen de salidas transitorias, por el cual algunos días debía regresar en las noches al penal, pero otros podía permanecer en el departamento de Caballito que compartía con su esposa. En el piso de abajo de ese mismo edificio, en Honorio Pueyrredón al 600, vivían los Bargna.
Tras conocerse la condena, el padre de la víctima dedicó unos minutos de su encuentro con la prensa a recordar a su hija. “Va a estar más tranquila y nosotros felices de haber conseguido para ella esta justicia.”
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