Mar 25.02.2003

SOCIEDAD

Una comisaría entera fue echada tras los piedrazos de los vecinos

Ocurrió en General Madariaga, en la seccional del caso Cabezas. Un joven murió tras un asalto. Y la gente se agolpó enfurecida, primero frente al municipio y después en la comisaría. Hubo forcejeos, piedras y vidrios rotos. Todos los efectivos fueron desplazados.

Esta vez sí se fueron todos. Primero el comisario y poco después todo el personal de la seccional de General Madariaga fueron removidos ayer luego de que cerca de 2000 personas enfurecidas rodearan la comisaría al grito de “que se vayan todos” para protestar por la muerte de un joven de 24 años que el sábado había recibido un balazo en el cuello en un robo. Aunque la comisaría quedó intervenida y la tensión empezó a ceder en las últimas horas de ayer, unos 250 vecinos permanecían anoche allí, adentro y afuera, dispuestos a quedarse “hasta que atrapen a los asesinos”.
Con piedrazos y vidrios rotos de por medio, los habitantes de General Madariaga marcharon con una exigencia clara y obligaron a las autoridades, acorraladas y sorprendidas por la masiva manifestación, a dar una respuesta. La convocatoria surgió en la mañana de ayer cuando llegó la noticia de que había muerto el joven de 24 años baleado durante un asalto el sábado último, Guillermo Caracioli.
“Esta fue la gota que rebalsó el vaso porque ya estamos, desde hace tiempo, hartos de la inseguridad. Queremos que éste sea un pueblo como era antes, sin robos y sin muertes. No queremos más muertes”, dijo anoche a Página/12 Adolfo Ruiz, un empresario inmobiliario de la zona, poco antes de volver a la comisaría para sumarse a los que todavía estaban ahí con una exigencia mayor en la que, según dijeron, tampoco están dispuestos a ceder: “Para que esto cambie tienen que renunciar todos, también el intendente y toda la cúpula de concejales”, señaló Ruiz.
La misma exigencia habían gritado los vecinos al mediodía frente a la Municipalidad y antes de marchar a la comisaría. Sin embargo, muchos de los vecinos de Madariaga no aceptaron la renuncia ofrecida por el intendente justicialista Adrián Mircovich, pero tampoco lo apoyaron. Los pobladores le pidieron al intendente que, como tal, “se haga cargo de su responsabilidad y resuelva la situación”, explicó ayer un periodista del diario local El Mensajero de la Costa, que presenció la reunión entre el intendente y los manifestantes.
Tras la reunión, Mircovich acompañó a la gente hasta la comisaría, intervenida por la Departamental de Seguridad de Dolores, que puso a cargo al comisario inspector Carlos Palacini en reemplazo del desplazado Leandro Castrillón. Palacini llegó a la ciudad acompañado por un pelotón del flamante Grupo de Apoyo Departamental (GAD), al mando del comisario Francisco Cichello, un oficial subinspector y unos ocho o diez agentes, que quedaron repartidos junto a una docena de efectivos de Gendarmería en la rotonda de Madariaga y en la comisaría.
Pero los vecinos no estaban conformes. No pasó mucho tiempo, entre piedrazos y forcejeos, hasta que llegó la orden desde el Ministerio de Seguridad bonaerense: Castrillón quedaba destituido junto con todo su séquito. No fue la primera vez. Cerca de cinco comisarios pasaron por esa seccional desde la destitución de 1997, tras el asesinato del reportero gráfico José Luis Cabezas, ocurrido en esa jurisdicción.
Según coincidieron periodistas y vecinos de Madariaga, la bronca de la comunidad local había empezado a acumularse hace unos días cuando recibió la visita de autoridades de la Fiscalía General y de la Departamental de Dolores. Los habitantes esperaban una respuesta a su reclamo de seguridad. Pero la respuesta fue: “La Justicia está colapsada, no hay presupuesto”. “Es como decirle a los delincuentes que tienen vía libre para actuar porque si ellos son impotentes nosotros estamos indefensos”, dijo a Página/12 un empleado de la municipalidad local.
Además, ya el miércoles último unos cien productores rurales y comerciantes de la localidad se habían entrevistado con el intendente para reclamar seguridad ante la ola de robos violentos y los cada vez más comunes actos de cuatrerismo. Pero la tensión acumulada se disparó ayer con la muerte de Caracioli tras dos días de agonía en un hospital marplatense. El joven, que trabajaba como vendedor de huevos, había sido asaltado en la puerta de su casa mientras conversaba con su hermano por tres hombres encapuchados y armados que les pidieron plata pero trasgolpearlos a ambos, le pegaron un tiro a Guillermo y huyeron sin robar nada, según informaron fuentes de la investigación.
En tanto, el flamante interventor de la seccional repetía que se fueran a sus casas, que ya tenían lo que querían, los vecinos permanecían anoche en la comisaría con la exigencia de allanamientos inmediatos para dar con los asesinos del joven. Así las cosas y según afirmaron ayer varios vecinos y funcionarios, “la policía es sólo una parte de la cadena de impunidad”.
Producción: Paula Bistagnino.

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