Jue 27.02.2003

SOCIEDAD

Para la Justicia danesa, Argentina ya no es “socialmente peligrosa”

El argentino residente en Dinamarca cuyas hijas no podían venir aquí de vacaciones logró convencer a la Justicia de ese país después de un año de trámites de que la Argentina no es riesgosa para las chicas.

“Después de tanto sufrimiento, de tanto trajinar por los tribunales y los consulados, finalmente pude viajar a la Argentina con mis hijas”, cuenta, feliz, Luis Urquiza desde un hotel céntrico de la tórrida Buenos Aires, tan distinta y distante a la antigua Copenhague, la ciudad donde este ex policía y ex estudiante de psicología cordobés recaló luego de huir del país por razones políticas durante la dictadura. Urquiza demoró un año para lograr convencer a su ex esposa y a la Justicia danesa de que le permitiera venir a la Argentina de vacaciones junto con sus dos hijas, Cristina, de 13 años, y Cecilia, de 12. El motivo de la demora: para los daneses la Argentina era un lugar “socialmente peligroso”. Finalmente, la intervención del gobierno argentino y los informes favorables enviados por el cónsul danés en Córdoba destrabaron la situación y los Urquiza pudieron recorrer en familia su Villa Alende natal.
Cuando el 3 de febrero el vuelo procedente de Copenhague finalmente tocó tierra en Ezeiza, Luis Urquiza supo que su sufrimiento, al igual que las temperaturas bajo cero, habían quedado atrás. Finalmente lograba volver al país, aunque fuera de visita, de la mano de sus dos hijas adolescentes, las mismas a las que la Justicia danesa, por un pedido de su ex esposa, les había prohibió pisar la Argentina durante más de un año por considerar al país “socialmente peligroso”.
“Después del 20 de diciembre, la evaluación sobre la Argentina que se tenía en Europa cambió mucho. Todo lo que se veía por la televisión era terrible y esto hizo que los jueces consideraran al país un lugar muy peligroso para las chicas”, explica Urquiza, quien luego de dos años de cárcel, desde 1976 a 1978, debió exiliarse en Dinamarca escapando de la dictadura militar. Allí conoció a la que sería la madre de sus dos hijas, con la que regresó al país en 1993. Aquí se estableció hasta 1997, cuando tras denunciar al jefe de la Inteligencia Criminal de la policía cordobesa fue amenazado y perseguido por los mismos personajes que lo habían torturado más de 20 años atrás, obligándolo a regresar a la seguridad del pequeño país europeo.
Otra vez en Dinamarca, su matrimonio se disolvió, aunque se mantuvo una buena relación entre los cónyuges, hasta el día en que Luis pidió permiso para traer a sus hijas a la Argentina y su ex esposa, avalada por la Justicia, se negó. “Hice el intento en enero de 2002, en Semana Santa y en julio, pero justo en ese momento fue el asesinato de los piqueteros en el Puente Pueyrredón y me volvieron a negar el permiso”, cuenta Urquiza. Desesperado, decidió entonces viajar a la Argentina para demostrar que no había nada de qué preocuparse y presionar a la Cancillería argentina para que tomara cartas en el asunto. Sin embargo, sus primeros esfuerzos fueron en vano. La Cancillería se negaba a recibirlo, aduciendo que era todo un problema de carácter privado.
Hasta que finalmente la presión mediática y el apoyo del diputado Atilio Tazzioli (ARI-Córdoba) obligaron al director de Asuntos Consulares, Raúl Martínez Camadro, a recibir a Urquiza y a mandatar al cónsul argentino en Copenhague, Bernardo Da Silva, a que elevara un informe sobre la situación argentina a la Justicia danesa. “A las chicas no las dejaban venir, no porque su padre fuera un borracho, lo que sí habría sido un problema privado, sino por las condiciones del país. Por ello yo insistí tanto en lograr que la Cancillería argentina se comprometiera”, explica Urquiza mientras exhibe el texto que Da Silva presentó a la Justicia.
Con este documento, más un informe ambiental enviado por el cónsul danés en Salta, finalmente la Cámara del Menor de Copenhague autorizó el viaje, y la madre de las chicas no se opuso. Así, durante casi todo febrero los Urquiza se reencontraron con la familia, pasearon por las sierras cordobesas e incluso se dieron el gusto de ir a la cancha a ver a Belgrano, equipo al cual desde la distancia, Luis nunca se cansó de alentar. “Mi idea es que las chicas no pierdan el contacto con su familia y sus raíces y, que en el futuro, si ellas así lo deciden, puedan venir avivir a nuestro país, del que yo, pese a todo, nunca me terminé de ir”, concluyó Urquiza.

Producción: Damián Paikin.

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