SOCIEDAD
› LOS PERITOS DEBATIERON SOBRE EL AUTOR DE LA MASACRE DE FLORESTA
Teorías para interpretar a un asesino
› Por Carlos Rodríguez
Son tres las hipótesis: un improbable “shock hipoglucémico”, un todavía más incierto “trastorno mental transitorio” que lo habría hecho actuar en medio de una nebulosa o una tibia tesis sobre fallas en el control de sus impulsos “bajo la forma de una conducta de cortocircuito” incentivada por el estrés y los problemas derivados de una personalidad “temerosa persecutoria”. El abanico fue desplegado ayer por los peritos en el juicio oral por el triple crimen de Floresta, como posibles atenuantes del accionar que le cupo al único acusado, el suboficial de la Policía Federal Juan de Dios Velaztiqui. La teoría del “cortocircuito” fue mantenida a duras penas por dos psicólogas y las otras fueron destrozadas por dos peritos. Uno de ellos, el psiquiatra y neurólogo Alberto Donnes hijo, afirmó: “Una persona con problemas mentales hubiera tirado siete tiros contra la pared. Velaztiqui hizo cuatro disparos y mató a tres personas. Desde el punto de vista del asesinato, fue un asesinato perfecto”.
Sobre la alternativa de una locura transitoria, Donnes llegó a decir que “si un débil mental tiene una pistola, nunca la va a sacar y disparar” porque su agresividad “sería física”. Explicó que si el demente accionara el arma de fuego “no dispararía con precisión, nunca podría ganar un torneo de caza”. El defensor oficial Mariano Maciel, que representa a Velaztiqui, quiso saber si el enfermo mental también fallaría si tira “a 50 centímetros” de la víctima, como hizo el policía. “En el negocio había siete personas, pero él dirigió su accionar hacia las cuatro que lo habían agredido verbalmente (tres jóvenes murieron y el cuarto salió ileso); su conducta demuestra que estaba facultado para dirigir sus actos.”
Donnes recordó que en el arma del policía, una Brownning 9 milímetros, quedaron ocho proyectiles. “Eso marca que su accionar tuvo un comienzo y un final; si hubiera estado fuera de control hubiera vaciado el cargador.” Donnes desechó la alternativa de la hipoglucemia. De haber sufrido un bajón de glucosa “no podría haber actuado como actuó porque habría sufrido torpeza motora y falta de coordinación en el accionar”.
El forense Juan Carlos Romi compartió lo dicho por Donnes y debatió con el perito de parte Martín Abarrategui. Este expresó en la audiencia algunas disidencias que no había hecho notar al firmar con Romi la misma pericia. Abarrategui estimó que Velaztiqui no estaba en sus cabales porque “después de matar a tres personas se quedó, cuando lo más lógico es que se tomara el 60, un tren y se fuera a vender armas a Bolivia”. Romi opinó lo contrario: “Es probable que si yo cometo un crimen me quede perplejo y no me escape”. Resaltó en cambio que Velaztiqui “hizo lo que pudo: sacó los cuerpos del maxikiosco y trató de armar un supuesto intento de robo”.
Las últimas en exponer fueron las psicólogas Ana Cabanillas (designada por la defensa) y Marta Castelli Perkins. Ambas dijeron que el acusado acarreaba “cansancio por sobreexigencias laborales”. El estrés y “la caótica” situación que se vivía en diciembre de 2001, tras la caída de dos presidentes, hizo que tuviera “fallas en el control impulsivo” que emergieron “bajo la forma de conductas de cortocircuito”.
Como motivos del estrés argumentaron que tiene una hija esquizofrénica; otro hijo policía que estuvo en las calles el 28 de diciembre cerca de donde fue golpeado otro uniformado, y que temía ser atacado por sus víctimas. Sobre el estrés de los sucesos de diciembre de 2001, Donnes había dicho antes que lo padecieron “millones de argentinos, incluyendo los 40.000 policías de la Federal. Y ninguno salió a matar gente por ahí”.