SOCIEDAD › EL CLASICO DE LA NOCHE DE LOS MUSEOS VOLVIO A SER MASIVO
Instalaciones, recorridos, objetos, espectáculos, reliquias, libros, arte: hasta las tres de la mañana, una verdadera multitud recorrió una Buenos Aires que tuvo 174 espacios culturales abiertos en trasnoche.
› Por Facundo García
Un clásico. Como todos los años, la Noche de los Museos convocó a multitudes; desde las veinte y hasta las tres de la mañana, más de seiscientas mil personas se sumaron a una jornada de deriva nocturna en la que quedaron al descubierto los secretos de ciento setenta y cuatro espacios culturales porteños.
En ese abanico de propuestas –y a contrapelo de lo que sugiere la gestión del macrismo– el Sur vibró con luz propia. Al atardecer, el antiguo puente trasbordador de la Boca fue sede de la intervención Lluvia de arañas sobre el Riachuelo, un proyecto del francés Sigismond de Vajay en colaboración con los grupos Buenos Aires Sonora, Biosphere y Scanner. Público de todas las edades se acercó a la Vuelta de Rocha, intrigado por la tonalidad roja que tenían los focos de neón de la zona. “¿Qué es?”, preguntaba un par de viejos desde un balcón. El panorama parecía el principio de una película de extraterrestres. Grandes lámparas de varios tamaños colgaban del puente, mientras una música enmarcaba el estímulo y barquitos con velas de colores se refractaban en el agua logrando la ilusión de una acuarela.
De ahí en adelante, el tránsito se hizo intenso en toda el área céntrica. Unos iban en auto y otros elegían trasladarse gratuitamente en las más de setenta líneas de colectivos que adhirieron a la iniciativa. El movimiento se desarrolló con record de asistencia y en veintisiete barrios, territorio lo suficientemente amplio como para exponer los lugares comunes pero también los rincones semiocultos de la geografía local. Por otro lado, en 2011 Buenos Aires ha sido declarada “Capital Mundial del Libro”, y hubo una programación especial para conmemorar ese hecho. Escritores como Leonardo Oyola, Gabriela Cabezón Cámara y Pablo Ramos se prendieron a diversas actividades, y el recién inaugurado Museo del Libro y de la Lengua –que se encuentra en el predio de la Biblioteca Nacional– se integró por primera vez al cronograma, al igual que el Teatro Colón, el Museo Beatle, las Casas del Virrey Liniers y de Bernardino Rivadavia, el Colegio Nacional, el Mercado de las Pulgas, el Museo del Bicentenario y el Parque de la Memoria, entre otros.
Pero claro: siempre están los que aprovechan la oscuridad para explorar los bordes. Entre las sombras del viejo Montserrat, el Museo Argentino de Magia –que también pasó por su primera Noche de los Museos– invitaba a recorrer las páginas de obras como Discovery of Witchcraft (“Descubrimiento de la brujería”), libro de magia cuya edición original data del año 1584. La multitud de curiosos se abarrotaba alrededor de extraños muñecos y de quimonos de Fu Manchú, que para Martín Pacheco –el responsable de la exposición– “fue quizá el mago más fabuloso que vimos en esta parte del mundo”. Tras observar las vidrieras, los visitantes eran invitados a ingresar a una sala para ver un show de magia... o al menos eso es lo que les decían.
Más allá de toda bizarría, hay nombres que no podían faltar. Jorge Luis Borges cruzó transversalmente la programación. En la famosa Botica del Angel, el legado de Eduardo Bergara Leumann seguía despertando expresiones de admiración. Y luego está la política: el Ministerio de Cultura capitalino organiza la Noche de los Museos desde 2004, y no sorprende a nadie que –por efecto del contexto político nacional– el protagonismo de los espacios relacionados con el peronismo no hayan hecho más que crecer.
Dentro de esa constelación peronista, el nuevo Museo de Perón rejuntó a las generaciones que se sienten atraídas por los objetos personales y la imaginería vinculada al líder. Las más de cien piezas llenaban las vitrinas de una de las salas de la Legislatura. “Es lógico que vengan. Aquí tenemos la banda de presidente que usó el General, y la medalla de gran maestre que le pertenecía y que ya no se entrega más. Hay fotos, ropa y muchas más cosas que vamos a seguir mostrando a partir del 10 de diciembre acá cerca, en la habitación que fue despacho de la Fundación Evita”, adelantó –cercado amistosamente por una multitud justicialista– el historiador Jorge Crespo.
Ya en el borde de la madrugada pintaron las fiestas, como la que armaron La Bomba de Tiempo y la Compañía de Danza de Brenda Angiel con su espectáculo Vuelos, que se representó en las escalinatas de la Facultad de Derecho. Por un rato, la jungla de cemento supo ser una aventura.
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