SOCIEDAD › ASESINATO EN UN COLECTIVO
Maricela Andrea Servezynsky, la joven asesinada el sábado cuando viajaba a bordo de un colectivo, en San Miguel, fue baleada durante el robo de su celular y no por un hombre que habría estado obsesionado con ella, como informó el lunes la policía. El agresor está detenido, pero la investigación estuvo a punto de naufragar porque los policías lo detuvieron en forma irregular, fuera de su jurisdicción y en base a las declaraciones que su esposa hizo ante la propia policía, según denunció el fiscal a cargo de la causa, Daniel Moccia, en el departamento judicial San Martín.
Según informaron ayer fuentes judiciales, los policías detuvieron al único imputado en el hecho, Tomás Leandro Romero (25), y secuestraron el teléfono de la víctima en la Capital Federal, donde no tienen jurisdicción. No obstante, los voceros revelaron que existe prueba extra para mantener detenido a Romero, ya que le secuestraron el arma con la que se cree cometió el homicidio y en la causa constan las declaraciones de otras tres mujeres que escucharon cuando éste confesó el crimen.
El arma fue secuestrada durante un allanamiento realizado ayer a la mañana en la casa de Romero, ubicada en Tres Marías y Rivadavia, de San Miguel. Se trata de un revólver calibre .32 marca Taurus, como el utilizado para asesinar a Maricela.
“Era lo único que nos faltaba para cerrar el cerco contra el detenido. La ropa que llevaba puesta al momento del hecho ya la había aportado su esposa cuando se presentó ante la Justicia”, dijo un jefe policial a la agencia Télam. Además, los investigadores analizaban el teléfono celular de la víctima, el cual había sido robado por el homicida al momento del hecho y fue hallado en poder de Romero cuando fue detenido.
Según las fuentes, el teléfono estaba apagado, sin el chip que pertenecía a Maricela, pero con todas las fotos personales de la víctima, las cuales aún no habían sido borradas.
La madre y un tío de Maricela desmintieron la versión policial y aseguraron en declaraciones a la prensa que la joven no conocía a su agresor y que nunca le había contado a nadie que existiese algún hombre obsesionado con ella. “No sabemos quién es (el agresor) y descartamos que lo conociera, porque mi hija me lo hubiera contado. Yo más que la madre era la amiga, porque me contaba todo y ella no escondía nada”, dijo Marisa.
El hecho ocurrió cerca de la medianoche del sábado último en el interno 107 de la línea 440, que cubre el trayecto entre José C. Paz y San Miguel, en el noroeste del conurbano bonaerense. Allí se encontraba sentada Servezynsky, de 20 años, quien se dirigía a su casa, en Moreno, cuando un muchacho que había abordado el colectivo dos paradas antes le robó el celular y le efectuó un disparo en el rostro. Ante los gritos de los pasajeros, el agresor bajó corriendo del colectivo.
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