SOCIEDAD › UNA INVESTIGACION ARGENTINA EN LA PRESTIGIOSA REVISTA CIENTIFICA SCIENCE
Científicos del Conicet que trabajan en el Instituto Leloir estudiaron el hipocampo, que genera neuronas nuevas. Y encontraron diferencias entre las jóvenes y las maduras. Esto permite conocer mejor la zona, cuyo deterioro se relaciona con la pérdida de la memoria.
› Por Pedro Lipcovich
Un trabajo desarrollado por investigadores argentinos –que se publica hoy en una prestigiosa revista científica internacional– avanza en uno de los misterios que más intrigan a la neurociencia: la formación de la memoria. El área cerebral que estos estudios ponen en foco es el hipocampo, donde tiene lugar un extraño fenómeno: todo el tiempo se generan allí neuronas nuevas, y es el único sector del cerebro humano donde esto acontece durante la vida adulta. Los investigadores –que pertenecen al Conicet y trabajan en el Instituto Leloir– lograron establecer diferencias entre el comportamiento de estas neuronas, cuando son “jóvenes” y cuando maduran. Las inmaduras son capaces de responder a muy diversos estímulos, lo cual se vincula con la aptitud para asociar hechos muy distintos que hayan sucedido en la misma época. Las neuronas maduras, en cambio, son sensibles a menos estímulos, lo cual les permite diferenciarlos mejor. Estos hallazgos se anotan en el creciente interés suscitado por el hipocampo, cuyo deterioro con la edad conduce a la pérdida de memoria y propicia enfermedades como la demencia. Estudios recientes muestran que el ejercicio físico permite mantener el volumen del hipocampo y preservar sus funciones.
El trabajo, que se publica hoy en la revista Science, fue realizado por Antonia Marín-Burgin, Lucas Mongiat, María Belén Pardi y Alejandro Schinder, investigadores del Conicet en el Laboratorio de Plasticidad Neuronal del Instituto Leloir. “La producción de nuevas neuronas en el hipocampo ha sido relacionada con el aprendizaje y la memoria, pero el rol específico de las células nuevas permanecía oscuro”, dice el informe de la investigación, y señala que “las neuronas inmaduras muestran baja especificidad a los estímulos, que con el tiempo cambia hacia una respuesta altamente específica”.
“El hipocampo es muy importante en la formación de la memoria –subrayó Antonia Marín-Burgin, investigadora adjunta del Conicet–: es famoso el caso de un paciente conocido como H. M., que había perdido la función de ambos hipocampos (hay uno a cada lado del cerebro) como consecuencia de un accidente: su memoria actual sólo se extendía unos pocos minutos; si uno conversaba con él, a cada rato había que volver a hacer las presentaciones porque él había olvidado de quién se trataba; en cambio, conservaba la memoria previa al accidente, lo cual muestra que el hipocampo interviene en la formación de la memoria, más que en la conservación de los recuerdos ya existentes.”
Esta capacidad para formar nuevos recuerdos sin duda se vincula con una característica que hace único al hipocampo. Hasta no hace mucho se creía que todas las neuronas se originaban en la etapa embrionaria y que el sistema nervioso no generaba ya estas células en la vida adulta. “El único lugar donde se generan nuevas neuronas en la adultez es el hipocampo, y nuestro trabajo procura entender cuál es la función de que esto suceda precisamente allí –explicó Marín-Burgin–: advertimos que las neuronas generadas en la vida adulta, mientras son jóvenes, resultan más excitables que cuando maduran: tienen una capacidad más alta que las maduras para asociar diversos estímulos.” ¿Qué es lo que tienen en común las mil cosas que a una persona le pueden pasar en un solo día? Precisamente eso: que acontecen en un solo día, y la capacidad de esas neuronas jóvenes para atender a estímulos tan diversos haría posible la facultad de recordar que esto y aquello y lo otro, esas cosas que poco tienen en común, sucedieron en el mismo lapso.
¿Y cuánto les dura la juventud a estas neuronas? María Belén Pardi –becaria doctoral del Conicet– precisó que “las que estudiamos tardan de seis a ocho semanas en llegar a la madurez, pero son de ratones”; en los seres humanos, este período particularmente receptivo de las neuronas del hipocampo podría durar varios meses.
El año pasado, una investigación conducida por Chris McBain, del Instituto de Salud Infantil y Desarrollo Humano (NICHD) de Estados Unidos, destacó que “el hipocampo parece estar en la encrucijada de muchos desórdenes que afectan al cerebro. Diversas investigaciones sugieren que las redes neuronales del hipocampo pueden ser afectadas por desórdenes como el autismo, la epilepsia, la enfermedad de Alzheimer y la esquizofrenia”.
Una investigación de las universidades de Illinois y Pittsburgh –dirigida por Kirk Erickson y dada a conocer por los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH)– señaló que “la gimnasia aeróbica (como la carrera o la caminata durante media hora o más sin detenerse) está claramente asociada con el aumento del volumen del hipocampo en adultos mayores, lo cual se traduce en un mejoramiento de la función de la memoria”.
Otro trabajo dirigido por Erickson, publicado en la revista Procee-dings of the National Academy of Sciences, advirtió que “las estrategias para luchar contra el deterioro del hipocampo se han convertido en un tema importante desde las perspectivas de la ciencia y de la salud pública; y el ejercicio aeróbico emerge como un tratamiento promisorio y barato para mejorar la función neurocognitiva: es accesible para la mayoría y no está afectado por los intolerables efectos secundarios que a menudo presentan los tratamientos farmacológicos”.
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