Sáb 19.04.2003

SOCIEDAD  › EN 2002, EL COSTO DE LOS ACCIDENTES FUE DE 388 MILLONES DE DOLARES

Un precio que se volvió siniestro

La cifra corresponde al “costo inmediato” de los accidentes graves. Si se incluye el tratamiento y rehabilitación, asciende a 3500 millones de dólares, según el ISEV. Es un costo que paga la sociedad. El Presupuesto Nacional no prevé fondos para seguridad vial.

› Por Pedro Lipcovich

Trescientos ochenta y ocho millones de dólares perdió la sociedad argentina por “costos inmediatos” de accidentes graves de tránsito en el último año; cero peso invirtió en prevenirlos. El cálculo de los costos mediatos –que incluyen el tratamiento y rehabilitación de los heridos– los ubica en increíbles 3500 millones de dólares sólo para 2002. Y estos valores sólo cubren los accidentes graves, sin abarcar los de menos importancia. Las cifras fueron establecidas por una entidad dedicada a la seguridad vial, que aplicó una matriz computacional según criterios internacionales, y son la expresión más reciente de un drama que subsiste: no hay una política de Estado en la materia sobre seguridad vial; subsiste la anarquía de jurisdicciones, por la cual un conductor condenado por homicidio puede obtener una nueva licencia en el municipio de al lado. Ninguno de los candidatos para las próximas elecciones incluye en su agenda el tema de la seguridad vial, mientras cada día, en lo que va del año, mueren casi 25 personas en accidentes de tránsito.
La matriz de cálculo fue desarrollada por el Instituto de Seguridad y Educación Vial (ISEV), entidad privada que se dedica al tema. Los costos que toma en cuenta son, según su informe, “el piso mínimo que le cuesta a la sociedad, en forma directa y prácticamente inmediata, el accidente grave”. Así, para los heridos se consideran los gastos de traslado, atención de urgencia y tres días de internación, sin incluir la rehabilitación posterior; para el vehículo, se toma en cuenta su deterioro según valor de mercado pero no el lucro cesante ni otros gastos derivados de su reparación; los mismos límites se asumen para daños en la infraestructura vial y otros gastos. Aplicando esta matriz, para 2002, el costo directo inmediato de los accidentes graves en la Argentina llega a 387.655.740 dólares.
En cuanto a los costos totales, “las variables internacionales determinan dicho valor entre 7 y 10 veces el valor del costo directo inmediato”, por lo cual, para los accidentes graves de 2002, el ISEV estima los costos totales en 3500 millones de dólares.
Esos costos corresponden a un total de 7354 accidentes graves con 7430 muertos durante 2002.
¿Quién paga estos costos? “La sociedad”, contesta Eduardo Bertotti, titular del ISEV. “Algunos debieran ser cubiertos por los seguros que, en la mayoría de los casos en la Argentina, fallan; en definitiva, la mayoría de los costos se trasladan a la sociedad a través de los impuestos.”
La contrapartida es que “en el Presupuesto Nacional no existe un solo renglón afectado a la seguridad vial”, señala Bertotti. Claro que no se trata sólo de dinero, sino “de una política de Estado que, como en otros países, se organice en planes trienales o quinquenales que abarcan distintas áreas”. Y el especialista da el ejemplo de “la hora de oro”.
“La hora de oro es, para el herido, la primera a partir del accidente: si tarda más de una hora en ingresar a quirófano, la severidad de las consecuencias se multiplica: el sistema sanitario debe incluir una ‘red de trauma’ organizada y presupuestada según este criterio”, observa Bertotti.
La investigación del ISEV también determinó otro índice, un poco más difícil de entender pero muy importante: el que mide el costo de los accidentes graves en función de la cantidad de vehículos y los kilómetros recorridos: en 2002, medido en pesos, fue de 18,90 por cada 1000 kilómetros recorridos por cada vehículo, contra 5,20 en 2001; pero también en dólares aumentó: 5,40 en 2002, contra 5,20 el año anterior. Este índice les permitiría a las empresas de transporte hacer algo que, en la Argentina, no suelen hacer: comparar sus propios costos por accidentes con los valores generales, invertir en prevención y evaluar los resultados. “En general, las empresas de transporte no prevén un presupuesto para capacitar a los conductores o para incorporar tecnología como los dispositivos que impiden la apertura de las puertas si el vehículo no está detenido, que iban a ser obligatorios en todo el país.” Tener en cuenta, al medir la cantidad de accidentes, la relación con la cantidad de vehículos y con los kilómetros recorridos ayuda a no engañarse: hace unos meses, alguna autoridad alborozada anunció que el año pasado había bajado la cantidad de muertos en accidentes de tránsito: sí, en 2002 fueron 7430 y en 2001 fueron 8116 pero sucede que, por la contracción económica, “la tasa de uso de automotores bajó un 33 por ciento”, señala Bertotti. Entonces, en relación con el uso de vehículos -criterio utilizado internacionalmente–, la cantidad de víctimas no bajó.
Sí bajó, en cambio, y éste es un dato auspicioso, la tasa de mortalidad de los accidentes: los 7430 muertos en 2002 corresponden a 7354 siniestros graves: en 2001, bastaron 7294 accidentes para causar 8116 muertes. La causa estaría en que “en las rutas, se está usando más el cinturón de seguridad, a diferencia de lo que sucede en las ciudades, donde la mortalidad no bajó”, estima el titular del ISEV.
También, en los últimos años, el desarrollo de autovías con calzadas separadas para cada mano disminuyó la mortalidad, al evitar las colisiones frontales. Programar la construcción de estas vías, ¿no permitiría conjugar la lucha contra la desocupación con la lucha contra los accidentes de tránsito? Tal vez, pero ninguno de los candidatos a presidente ha incluido la seguridad vial entre sus temas de campaña.
En los primeros tres meses de 2003, se produjeron en la Argentina 2238 accidentes graves, con 2219 muertos.

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