Sáb 07.04.2012

SOCIEDAD  › UN REVOLUCIONARIO EXPERIMENTO PUEDE CAMBIAR POR COMPLETO LOS TRATAMIENTOS DE FERTILIDAD

En camino hacia el fin de la menopausia

Un científico de Harvard ya logró producir óvulos con células madre ováricas, probando que los ovarios pueden seguir funcionando en la vejez y que la menopausia es reversible. Este año fertilizarán uno de esos óvulos.

› Por Steve Connor *

Durante sesenta años, un dogma explicó la fertilidad humana y marcó los tratamientos médicos. El dogma dice que toda mujer nace con un número determinado y siempre menguante de óvulos que no puede ser renovado o aumentado. Cuando se acaban esos óvulos, sobreviene la menopausia. El dogma proviene del trabajo del científico británico sir Solly Zuckerman, que en 1951 publicó el estudio definitivo que demostraba que el ovario humano era como el de otros mamíferos, con un número finito de óvulos que comienza a disminuir ya en el estadio fetal, antes mismo del nacimiento. In utero, la niña tendría hasta siete millones de óvulos, lo que se reduce a un millón al nacer y menos de 400.000 al llegar a la pubertad. Cada adolescente pierde un promedio de mil óvulos por mes, con apenas uno llegando a la madurez. Al acabarse los óvulos llega la insoluble menopausia, con consecuencias que van de calores a osteoporosis, enfermedades cardíacas y declinación mental.

El problema con el dogma y con el estudio de Zuckerman es que al final no son verdaderos. Desde 2004, científicos de varios países encontraron pruebas de que las mujeres no nacen con todos los óvulos y que el ovario es un órgano mucho más flexible de lo esperado. En el centro de este nuevo pensamiento está el descubrimiento de las células madre oogoniales, presentes en el tejido ovárico y capaces de producir una constante cantidad de óvulos u oocytes.

Este descubrimiento permite pensar en la posibilidad de cultivar cantidades ilimitadas de óvulos en laboratorio para tratamientos de fertilidad in vitro o como fuente de células madre para curar enfermedades como el Mal de Parkinson, hasta ahora incurables. Más notable todavía es la posibilidad de que el útero pueda seguir funcionando hasta la vejez, no para mantener la fertilidad de la mujer sino por los beneficios en salud de un sistema reproductor en funcionamiento.

Varios científicos ven en este descubrimiento la herramienta para eliminar o al menos demorar la menopausia, mientras que algunos hablan de un “elixir de la juventud” que devuelva a las mujeres de edad la salud que disfrutaban cuando eran jóvenes y fértiles. Jonathan Tilly, el profesor de Harvard que dio el primer paso en este camino en 2004, dice que “esto abre el camino a tratar en serio el problema del envejecimiento”. Hace ocho años, Tilly estaba trabajando en equipo sobre el problema de la muerte celular, sin pensar en que Zuckerman podía estar equivocado porque “como todo el mundo, yo pensaba que tenía razón”.

El equipo de Harvard desarrolló una técnica para contar el ritmo al que morían los óvulos, y los resultados eran incomprensibles: estas células morían tres veces más rápido de lo que se suponía, con lo que la cantidad fija de cada mujer debería acabarse años antes de lo que ocurría. La única explicación lógica era que de alguna manera el stock de óvulos se renovaba. “No lo queríamos creer”, confiesa Tilly, “pero teníamos un problema matemático que indicaba otra cosa. Por eso repetimos el experimento una y otra vez, buscando un error que no encontramos”.

Cuando Tilly publicó su descubrimiento en la revista Nature fue duramente criticado por los especialistas en fertilidad. Las críticas llegaron a la burla: “Los ratones no son mujeres, excepto en Disneylandia”, escribió un colega. Entre los escépticos estaba Evelyn Telfer, investigadora de la Universidad de Edimburgo, Escocia, que “no podía aceptar que el dogma estuviera equivocado, y menos cuando el cuestionamiento venía de alguien relativamente nuevo en el campo de la fertilidad”. El problema es que nadie sabía dónde estaban y qué eran exactamente estas células madre. En 2005, Tilly sugirió erróneamente que estaban en la médula ósea y migraban al ovario.

La solución del misterio vino de China. En 2009, la profesora Ji Wu, de la Universidad Jiao Tong de Shangai, publicó un estudio donde afirmaba que había aislado estas células en ratones, había producido óvulos maduros y hasta había logrado fertilizarlos. El estudio no fue aceptado por muchos, pero la doctora Telfer lo encontró convincente. Tilly, mientras, se obsesionó por duplicar los resultados de Wu, sin lograrlo. Algo faltaba en la publicación y el norteamericano pasó nueve meses intentando que el método funcionara. No hubo caso, pero a fines de año, Tilly se encontró en Tokio con un viejo amigo, el doctor Yasushi Takai, de la Universidad Médica Saitama, e inesperadamente encontró la solución.

Takai tenía un stock de óvulos congelados, donados por pacientes que se hicieron cambios de sexo, y se los ofreció a Tilly. Así fue que Tilly pudo ubicar las células madre y desarrollar parcialmente óvulos nuevos, aunque no logró que llegaran a la madurez ni fueran fertilizables. El norteamericano recordó entonces a su colega de Edimburgo, que lo había criticado pero sin sarcasmos y era autora de una técnica de maduración de óvulos. Telfer logró el año pasado madurar los óvulos de Tilly.

El equipo de Edimburgo acaba de pedir una licencia de la Autoridad en Fertilización Humana y Embriología para fertilizar por primera vez un óvulo humano maduro creado en laboratorio a partir de células madre (ver recuadro). La idea es comprobar si el desarrollo es normal.

Si el experimento es exitoso y se produce así un embrión, el cambio en los tratamientos de fertilidad será copernicano. Las mujeres que estén recibiendo tratamientos de quimioterapia o radiación, hasta ahora sinónimo de esterilización, podrán guardar en frío células madre oogoniales para tener en el futuro óvulos maduros para tratamientos in vitro. También se podrá avanzar en el entendimiento de la misma menopausia: ¿por qué las mujeres, al contrario que los hombres, paran de producir células reproductivas a partir de cierta edad? La respuesta será la llave para resolver varias cuestiones de salud asociadas con el envejecimiento femenino. Tilly y Telfer piensan que la menopausia no se debe a que se acaben los óvulos, sino a algún problema con las células madre en el ovario, necesarias para producir los óvulos.

Si las células madre de Tilly pueden ser utilizadas para renovar el stock de óvulos o para desarrollar técnicas para extender el funcionamiento de los ovarios humanos, la menopausia podrá ser realmente demorada y hasta revertida. “Personalmente pienso que eso es posible y que ese deber ser nuestro objetivo”, explicó Tilly. “Nuestros estudios con ratones muestran que uno realmente puede demorar la menopausia hasta una edad muy avanzada simplemente manteniendo una cantidad adecuada de células madre en el tejido ovárico.”

Demorar o revertir la menopausia indica que se puede mejorar dramáticamente la salud de las mujeres mayores. Pero, ¿puede ser un elixir de la juventud? “A partir de los estudios de ratones, pensamos que si uno mantiene los ovarios funcionando, uno tiene una fuente de la juventud libre de riesgo de cáncer”, contesta Tilly.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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