SOCIEDAD
El tango ya no es una asignatura pendiente para el Conservatorio
El Manuel de Falla estrena la carrera para intérpretes de tango y folklore, hasta hoy ausente a nivel oficial. Lo hará en el nuevo edificio que comparte con el Conservatorio de la Ciudad.
› Por Eduardo Videla
Buenos Aires es la capital mundial del tango pero, hasta ahora, no cuenta con un instituto para la enseñanza superior en esa disciplina. Algo similar ocurre con el folklore. La falencia, ahora, será subsanada: la ciudad abrirá en poco tiempo una carrera de “Tango y Música Folklórica”, que funcionará en el marco del Conservatorio de Música Manuel de Falla. La carrera comenzará a dictarse en junio, en el nuevo edificio de la institución: la ex planta del laboratorio Parke Davis, en el barrio de Almagro, donde en tres meses más se mudará a ese lugar todo el Conservatorio, que hoy funciona en salones precarios y sin condiciones de acústica, en el Centro Cultural General San Martín.
El nuevo edificio, que será inaugurado mañana, será sede, además, del Conservatorio Superior de Música de la Ciudad de Buenos Aires, que tampoco cuenta con sede propia: desde hace años comparte el edificio de la Dirección de Rentas de la ciudad, en Coronel Díaz y Beruti, en el barrio de Palermo.
La nueva sede, en rigor, es un espacio de cuatro plantas y un subsuelo, ubicado en Sarmiento y Gallo, donde funcionó hasta no hace mucho el laboratorio farmacéutico Parke Davis. La construcción fue reacondicionada y equipada con aulas y salas con aislación acústica. “Con la incorporación de este edificio logramos mejorar el estado patrimonial de la enseñanza artística en la ciudad”, dijo a este diario el secretario de Cultura porteño, Jorge Telerman.
La unificación física de los dos conservatorios es una aspiración tan antigua como la de otorgarles un edificio propio. “Teníamos salas en malas condiciones, clases en condiciones de hacinamiento o directamente en los pasillos”, dijo Telerman. Ambas instituciones tienen orígenes distintos: mientras el Manuel de Falla siempre perteneció a la Secretaría de Cultura porteña, el de la Ciudad de Buenos Aires fue traspasado desde la Nación hace una década.
El flamante edificio consta de 4000 metros cuadrados cubiertos, cuya compra y acondicionamiento le costaron al Estado porteño 2,5 millones de pesos. La amplitud del espacio disponible permitirá además incorporar nuevas carreras, como la de Tango y Música Folklórica, que comenzará a dictarse en junio. Como coordinador de la nueva carrera fue designado el músico Juan Falú.
“Había una gran demanda para que la ciudad tuviera una carrera de nivel superior dedicada a la música de la ciudad y el folklore, dado que el aprendizaje, en el Conservatorio, se basa en la música académica europea”, dijo a Página/12 el director del Manuel de Falla, Claudio Espector. Hasta ahora, los porteños interesados en interpretar música ciudadana en bandoneón, por ejemplo, debían recurrir a profesores particulares o bien asistir a clases en la Escuela de Música de la Municipalidad de Avellaneda.
La nueva carrera consta de una tecnicatura, que contempla la formación en instrumentos como bandoneón, piano, guitarra, vientos, cuerdas y charango, y de profesorados para cada una de las especialidades. La tecnicatura incluye la formación en dirección de orquestas y grupos musicales, investigación musical, edición de partituras y producción de espectáculos y de programas radiales y televisivo, entre otros alcances. Los informes e inscripción para la carrera comenzarán la semana próxima, con la idea de que las clases comiencen en el segundo semestre del año.
El Conservatorio de Música Manuel de Falla tiene en total 2000 alumnos. Este año se inscribieron 1500 aspirantes, de los cuales lograron ingresar 350. Al Conservatorio Superior de Música de la Ciudad de Buenos Aires, en tanto, concurren 1302 alumnos. En 2002 hubo 1068 aspirantes al ingreso, de los cuales pudieron ingresar 690.
En el edificio de Sarmiento y Gallo, en una primera etapa serán habilitadas tres de las cuatro plantas. Allí habrá 32 aulas, un taller degrabación, una sala para percusión, dos auditorios, biblioteca, oficinas para dirección, secretarías y el centro de estudiantes, además de un espacio para cocheras.
“Logramos hacer una buena inversión para la ciudad, porque señamos la propiedad antes de la devaluación y finalmente logramos negociar el precio final para convertirlo el pesos”, destacó Telerman, con la satisfacción del que considera haber hecho un buen negocio inmobiliario.